lunes, 2 de diciembre de 2013

HOMENAJE A UN GRAN CUBANO Y BUEN AMIGO: GUSTAVO DE LOS REYES A LOS 100 AÑOS
(12-2-13-2:00PM)
Por, Diego Trinidad, PhD. 
El 29 de noviembre, cumpl mi buen amigo Gustavo de los Reyes 100 años.  Esto en sí es una grandiosa hazaña, inclusive en estos tiempos en que la gente vive vidas cada vez más largas.  Pero Gustavo además tiene la suerte de gozar de relativamente buena salud y sobre todo, una claridad mental envidiable, al igual que una extraordinaria memoria.  Sin embargo, nada de eso lo hace un gran cubano.  Su trayectoria y comportamiento en su larga vida son lo que lo hacen grande.
Gustavo nació en La Habana, hijo de padres españoles pero con un pasado bien distinto.  La familia de los Reyes fue una familia de militares por muchas generaciones, como lo atestigua el escudo familiar donde solo hay emblemas militares. Gustavo dice no saber cómo y cuándo la familia de su madre vinieron a Cuba, pero fueron hacendados y abogados radicados en Matanzas, quizás la provincia más rica de Cuba en tiempos coloniales.  Pero miembros de ambas familias lucharon y murieron en las guerras de independencia contra España. 
Su padre era médico y su madre estudió en Estados Unidos.  Gustavo aprendió francés desde niño, al igual que a montar a caballo y practicar el antiguo deporte de la esgrima.  A los 11 años lo mandaron a un campo de verano en las montañas Adirondack en el estado de New York, donde también aprendió a hablar inglés.  Gustavo dice que su niñez no fue feliz, pues casi nunca veía a su padre.  Sin embargo, hoy en día uno recorre su larga vida, sobre todo antes de salir de Cuba en los años 1960s, y no se puede evitar pensar que fue una vida casi idílica.  Esos tiempos ya nunca volverán, y no me refiero solamente a la Cuba que se perdió, sino a su vida de joven en la también joven república.  Vivir en el campo, como yo también, recuerdo bien mi niñez y juventud en Ranchuelo, donde como Gustavo, aunque 30 años después, pasábamos mucho tiempo montando a caballo en la finca de mis padres a tres kilómetros del pueblo, era una vida muy distinta a la que conocieron los que se criaron en las ciudades más grandes de Cuba, sobre todo en La Habana.
Estudió medicina como su padre, primero en la Universidad católica de Georgetown en Washington, luego en la Universidad de La Habana, pero descubrió que no tenía vocación para esa dura carrera, y como su pasión era el campo, los caballos y el ganado, eventualmente decidió estudiar Ingeniería Agrónoma en la Universidad de La Habana.  Pero antes de eso, se inició en el elegante y exclusivo deporte del Polo y consecuentemente viajó a varios países en Centro y Sur América a practicar su deporte favorito, especialmente a Venezuela, que en el futuro se convertiría en su patria adoptiva.  También viajó extensamente por Estados Unidos y por  Europa.  Finalmente se estableció en Camagüey y se convirtió con el tiempo en uno de los principales ganaderos de Cuba.
Fue un rebelde desde joven y con solo 18 años, estuvo a punto de embarcarse en la expedición de Gibara durante la dictadura de Gerardo Machado.  Solo la intervención de su padre lo evitó a última hora y súbitamente fue enviado a Estados Unidos.  Eso posiblemente le salvo la vida, o al menos la prisión, ya que sus intenciones eran continuar la lucha contra la dictadura de Machado.  Así lo hizo años después contra las dictaduras de Fulgencio Batista y de Fidel Castro.
Esto nos trae a su vida desde 1959.  Gustavo fue de los primeros en conspirar contra la incipiente dictadura comunista de Castro.  Se involucró muy temprano en el primer intento de derrocar al gobierno revolucionario, en el verano de 1959.  Un grupo de hacendados y ganaderos, entre los cuales estaba Gustavo de los Reyes, conspiraban con grupos en los que figuraba prominentemente el Comandante William Morgan y que supuestamente contaría con el apoyo del dictador dominicano Rafael Trujillo.  Poco antes de la operación, que se realizaría en Trinidad, donde William Morgan operaba una finca de criar ranas, Gustavo y George Braga, presidente de Czarnikow-Rionda, una de las firmas corredoras de azúcares más importantes del mundo, volaron a Washington.  Por mediación del gran amigo de Gustavo, Robert Kleberg, dueño del Rancho King, uno de los más grandes de Cuba y a quien Gustavo había conocido años antes en Estados Unidos, Braga y de los Reyes se reunieron con el Director de la CIA Allen Dulles.  También presente estaba el agente de la CIA y buen amigo de Kleberg, Jack Malone.
Dulles le preguntó a Gustavo cuánto dinero necesitaban para la operación.  Gustavo contestó que no necesitaban dinero y solo estaban allí para informarle a Dulles de lo que pretendían.  Dulles le respondió que ya sabían sobre la conspiración y que el gobierno de Estados Unidos no podía respaldarla. Dulles les advirtió que si insistían en la operación, terminarían en la cárcel o el cementerio.  Tristemente Gustavo y Braga se retiraron, pero no terminó el asunto con la negación de Dulles.  Inmediatamente el Director de la CIA le comunicó al Departamento de Estado todos los detalles de la conspiración. 
En aquel entonces, William Weiland (en la foto) (verdadero nombre: Guillermo Montenegro, miembro del Partido Comunista de Cuba desde los años 1930s) estaba a cargo del Buró de Asuntos del Caribe y de Cuba.  Su jefe inmediato era Ray Rubbotom, Sub Secretario de Estado para América Latina.  Ambos funcionarios contribuyeron directamente al triunfo de Fidel Castro en enero de 1959.  La información que Dulles pasó al Departamento de Estado pocos días después le llegó al embajador americano en Cuba, Philip Bonsal.  Es de suponer que Weiland y/o Rubbotom le “sugirieran” a Bonsal que informara al Ministro de Estado cubano Raúl Roa de la conspiración. Casi inmediatamente, Gustavo de los Reyes fue detenido, junto con Roberto Caíñas Milanés y Arturo Hernández Tellaheche, entre otros hacendados y ganaderos.  La expedición que aterrizó en Trinidad en agosto de 1959 unos días después (solo dos aviones) fue fácilmente sofocada, ya que el mismo Castro y William Morgan estaban esperándola en la pista del aeropuerto de Trinidad.  Roberto Martín Pérez, entre otros, fue capturado.  Félix Rodriguez, quien participó en la captura de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia en 1967, se salvó por la intervención de su tío cuando estaba a punto de montarse en uno de los aviones, ya que era muy joven.  Si Morgan o el Departamento de Estado fueron responsables por la delación, probablemente nunca se sabrá, pero el funesto resultado de un plan que el mismo Gustavo ahora reconoce fue una locura, como le advirtió Dulles, casi le cuesta la vida.
Gustavo de los Reyes fue condenado a muerte por un tribunal revolucionario poco después.  Gracias a la intervención de su buen amigo Robert Kleberg, quien envió a su abogado, Fausto Yturria a negociar directamente con Fidel Castro, la sentencia de muerte le fue conmutada y fue condenado a 30 años en el Presidio Modelo de Isla de Pinos.  Fue liberado después de cuatro años, en su opinión por el esfuerzo de su hermana Silvia, pero probablemente por negociaciones que incluían la posible intervención de Gustavo para relajar las relaciones entre Estados Unidos y el régimen castrista. De cualquier manera, Gustavo abandonó Cuba después de dos meses negociando con rusos y mejicanos como intermediarios para un acercamiento entre Cuba y Estados Unidos que nunca funcionó.  Al final de todos estos esfuerzos en 54 años ha estado Fidel Castro, quien nunca ha tenido la más mínima intención de restablecer buenas relaciones con su feroz enemigo, Estados Unidos.
De todas maneras, como todos los que llegamos al exilio, sobre todo después del fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Cohetes, Gustavo tuvo que ocuparse del sustento de su familia y relegar la lucha por la libertad de Cuba temporalmente a segundo plano.  Por un tiempo trabajó en un rancho ganadero del centro de la Florida hasta que su consuegro Alfonso Fanjul le avisó que Robert Kleberg venía a la Florida y quería conversar con él.  Kleberg prontamente le ofreció administrar uno de sus ranchos King en donde Gustavo prefiriera.  Gustavo escogió Venezuela.  Los Fanjul y Álvaro Carta también eran socios en el rancho ganadero.  Al principio fue el Mostrenco, posteriormente se estableció El Cedral.  El resultado fue el mismo.  Gracias a la labor de Gustavo, sus grandes conocimientos agropecuarios y sus innovaciones, los ranchos King de Venezuela, sobre todo el Mostrenco, se convirtieron, de acuerdo con el biógrafo de Robert Kleberg, John Cypher, en la más eficiente fábrica de carne a base de yerba en el mundo.
Gustavo no abandonó la lucha por la libertad de Cuba y aunque no habla mucho de eso, desde Venezuela hizo lo que pudo y fue una figura importante según sus obligaciones se lo permitían.  Cuando llegó la hora de su retiro, vino a Miami donde vive en una casa llamada como la finca donde creció en La Habana, La Aurora.  Hace varios años preside honoríficamente un grupo que se reúne todos los miércoles para almorzar, hablar de historia, política y la libertad de Cuba. 
Yo lo conocí en uno de esos almuerzos de la llamada Peña Santiago Rosell.  A pesar de la diferencia en edades, hemos establecido desde el principio una magnífica relación.  Curiosamente, a él le gusta tanto oírme hablar de historia, sobre todo de mis especialidades, la invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Cohetes, y de política americana, como a mí me gusta oírlo hablar de su larga vida y de sus experiencias.  Estas cortas líneas, que son mi humilde homenaje a su vida ejemplar, espero que sean leídas con interés por los cubanos del Exilio Histórico.  Gustavo de los Reyes se lo merece con creces.  Su vida ha sido un ejemplo que nos debe honrar a todos los cubanos.