Mostrando entradas con la etiqueta fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina. Mostrar todas las entradas

27 DE NOVIEMBRE- LOS 8 DE 1871

miércoles, 5 de diciembre de 2012


27 DE NOVIEMBRE- LOS 8 DE 1871


 (8-27-12-4:50PM)
por Esteban Fernández 
Todo el que ha ido al colegio sabe que hay materias que las tenemos que estudiar por obligación, por el simple motivo de sacar un "aprobado" en los exámenes. Hay unas que por el contrario nos llaman la atención y otras (las menos) que nos subyugan eternamente y que se incrustan en nuestra mente por toda nuestra vida. 
La física y la química eran asignaturas que me eran ajenas por completo, sin embargo adoraba la historia de Cuba. Nuestra historia no era una obligación sino un verdadero placer donde sacaba las mejores y quizás las únicas buenas notas. Y dentro de nuestra historia hay una página muy triste dedicada al fusilamiento de ocho inocentes muchachos  que se impactó profundamente en mi cerebro. Y a pesar de que sucedió en 1871 siempre me parece que fue anoche cuando ocurrió este detestable acontecimiento.
Recuerdo perfectamente que lo primero que me llamó la atención fue que casi todos eran menores de edad. Levanté la mano y le pregunté intrigado al profesor ¿Cómo es posible que teniendo algunos 16 y 17 años ya estaban estudiando medicina?... Siendo muy pequeño yo me  preguntaba: ¿Si no mataron al joven José Martí, y muchos altos oficiales del Ejército Mambí salían ilesos después de ser capturados por qué diablos se  ensañaron con estos muchachos indefensos?
No eran mambises, ni combatientes, ni enemigos, eran  unos jóvenes retozando y bromeando dentro de un cementerio. Y los asesinan simplemente para complacer a una milicia vociferante y sedienta de sangre.
Los VOLUNTARIOS fueron una claque muy parecida a la que actualmente se le llama "Equipos de Respuesta Rápida" de la tiranía castrista: turbas enardecidas y cranqueadas que pedían a gritos venganza contra los acusados de haber cometido "la gran falta de respeto" de rayar la tumba de Gonzalo Castañón, un periodista, director de La Voz de Cuba y coronel de los Voluntarios de La Habana. Acción de la cual eran completamente inocentes. El chivato- y he estado una semana tratando de acordarme de ese nombre-  fue el celador del cementerio Vicente Cobas.  
Ha sido tan grande mi obsesión con el tema que a través de los años he leído el discurso de la defensa llevado a cabo por el Capitán Federico Capdevila más de 50 veces. Resumiendo lo ocurrido: el 27 noviembre de 1871, como les dije anteriormente, los Voluntarios españoles pedían a gritos que un grupo de estudiantes de medicina fuera castigado por el crimen de profanar los sepulcros de Gonzalo Castañón. 
Como en el juicio de los aviadores en 1959 los estudiantes fueron sometidos a dos procesos judiciales consecutivos, el primer  juicio  los sentenció a penas menores que indignaron a los Voluntarios. Al frente del gobierno de la Isla estaba el Conde de Valmaseda. De memoria les digo que los ocho estudiantes se llamaban Anacleto Bermúdez, Alonso Álvarez de la Campa, Carlos Verdugo, Eladio Gonzalez , José de Marcos, Carlos Augusto de la Torre, Pascual Rodríguez y Ángel Laborde...   
En el segundo juicio todos fueron condenados a muerte. Por si algunos no lo recuerdan, o nunca lo leyeron, les digo que años después, un hijo de Gonzalo  Castañón, revisó la tumba de su padre y confirmó que no tenía señal de haber sido ultrajada. Fermín Valdés Domínguez (el mejor amigo de Martí) logró una declaración jurada y firmada por él al respecto. 
Por lo tanto, hoy en día soy parte de la mayoría de los cubanos que podemos sostener solemnemente, 141 años más tarde, que los estudiantes de medicina fueron fusilados injustamente y que fue el crimen  mayor cometido por régimen opresor que imperaba en la isla. Desde luego, que un hijo de un soldado español llamado Ángel Castro, muchísimo tiempo después, dejó muy chiquito la barbaridad cometida en 1871.

CONMEMORAN EN REGLA FUSILAMIENTO DE LOS 8 ESTUDIANTES DE MEDICINA

lunes, 29 de noviembre de 2010

CONMEMORAN EN REGLA FUSILAMIENTO DE LOS 8 ESTUDIANTES DE MEDICINA
(11-29-10-10:25AM)
 
Por: Aini Martin Valero, PD
El pasado sábado 27 de noviembre un grupo de opositores se reunió en el cementerio de Regla para homenajear y recordar el fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina asesinados por el colonialismo español. 
Los miembros de Partido Republicano de Cuba recordaron como ese día del año 1871, la injusticia mutiló la vida de aquellos jóvenes de edades entre 16 y 21 años. Los jóvenes fueron culpados por la profanación de la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón. Los criollos de aquella época se indignaron y su odio hacia los españoles creció. 
Según Juan Carlos Bous fuente de esta información los disidentes depositaron flores en una tumba simbólica y leyeron una oración. “Los ocho estudiante fusilados, eran inocentes, hoy los recordamos y pedimos que no se cometan más estos crímenes, ya lo vivimos en marzo de 2003 con el fusilamiento de los jóvenes que pretendían llevarse una embarcación hacia los Estados Unidos, esperemos que el gobierno no cometa mas actos viles”-manifestó la fuente.

¡INOCENTES!

jueves, 26 de noviembre de 2009

¡INOCENTES!    
 Uno de los crímenes más crueles realizado por el colonialismo español durante los largos  cuatro siglos y pico de dominio en Cuba, fue el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, acusados falsamente de haber realizado profanaciones de tumbas en el Cementerio de Colón.  

Por Antonio J. Fernández 
Hoy se cumplen 138 años del fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina, que fueron acusados falsamente de haber profanado la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón, declarados culpables por un tribunal que escuchó solamente la gritería de cientos de alcoholizados Voluntarios de La Habana y que tuvo oídos sordos para el valiente defensor,  capitán Federico Capdevila, cuyo discurso ante el tribunal traemos a continuación: 

Discurso pronunciado por el capitán graduado Federico R. Capdevila, en la Cárcel de La Habana el 26 de noviembre de 1871, con motivo del juicio celebrado a los estudiantes de Medicina. 
“Triste, lamentable y esencialmente repugnante, es el acto de comparecer y elevar mi humilde voz ante este respetable Tribunal, reunido aquí, en esta fidelísima Antilla, por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos, pues ni aun de fanáticos puede conceptuárseles. Que hollando la equidad y la justicia, pisoteando el principio de autoridad, abusando de la fuerza, quieren sobreponerse a la sana razón: a la ley. Nunca jamás en mi vida podré conformarme con la petición de un caballero fiscal que ha sido impulsado, impelido, a condenar involuntariamente, sin convicción, sin prueba alguna, sin hechos, sin el más leve indicio sobre el ilusorio delito que únicamente de voz pública se ha propalado. 
“Dolorosa y altamente sensible me es, que los que se llaman Voluntarios de La Habana hayan resuelto ayer y hoy dar su mano a los sediciosos que forman la Comunne de París, pues pretenden irreflexivamente convertirse en asesinos ¡y lo conseguirán!, si el Tribunal a quien suplico e imploro no obra con la justicia, la equidad y la imparcialidad de que están revestidos. Si es necesario que nuestros compatriotas, nuestros hermanos bajo el seudónimo de voluntarios nos inmolen, será una gloria, una corona por parte nuestra para la nación española. Seamos inmolados, sacrificados, pero débiles, injustos, asesinos, ¡jamás! De lo contrario será un borrón que no habrá mano hábil que lo haga desaparecer.  
“Mi obligación como español, mi sagrado deber como defensor, mi honra como caballero y mi pundonor como oficial, es proteger y amparar al inocente. ¡Y lo son mis 45 defendidos!  Defender a esos niños que apenas han salido de la pubertad para entrar en esa edad juvenil en que no hay odios, no hay venganzas, no hay pasiones. En que como las pobres e inocentes mariposas revolotean de flor en flor aspirando su aroma, su esencia y su perfume, viviendo sólo de quiméricas ilusiones. ¿Qué van ustedes a esperar de un niño? ¿Puede llamárseles, juzgárseles como  a hombres a los 14, 16 o 18 años poco más o menos? ¡No! Pero en la  inadmisible suposición de que se les juzgue como a hombres: ¿Dónde está la acusación? ¿Dónde consta el delito que se les acrimina y supone? 
“Señores: Desde la apertura del Sumario, he presenciado, he oído la lectura del parte, declaraciones y cargos verbales hechos. Y, o yo soy muy ignorante o nada absolutamente encuentro de culpabilidad. Antes de entrar en la sala, había oído infinitos rumores de que los alumnos o estudiantes de medicina habían cometido desacatos y sacrilegios en el cementerio. Pero en honor a la verdad, nada absolutamente aparece en las diligencias sumarias. ¿Dónde consta el delito, ese desacato sacrílego?  Creo, y estoy firmemente convencido, que sólo germina en la imaginación obtusa que fermenta la embriaguez en un pequeño número de sediciosos.
Señores: Ante todo somos honrados militares. El honor es nuestro lema, nuestro orgullo, nuestra divisa. Con España siempre honra, siempre nobleza, siempre hidalguía. ¡Pero jamás bajezas, pasiones ni miedo! El militar pundonoroso muere en su puesto. Pues bien, ¡que nos asesinen!
Los hombres de orden, de sociedad, las naciones, nos dedicarán un opúsculo, una inmortal memoria. He dicho”. 

A pesar de esta pieza oratoria, que encierra la valentía de un militar intachable y honesto, fueron declarados culpables los 45 estudiantes de Medicina –la clase completa de primer año universitario- y condenados ocho de ellos a morir fusilados. Los 37 restantes a penas de seis, cuatro y tres años de encarcelamiento con una cadena y bola de hierro en uno de sus pies.  Entre estos últimos se encontraba Fermín Valdés Domínguez, (6 años) quien fuera después el mejor amigo del Apóstol José Martí. Los nombres y edades de los ocho condenados al paredón eran: Alonso Álvarez de la Campa (16), Anacleto Bermúdez (20), José de Marcos Medina (20),Ángel Laborde (17), Juan Pascual Rodríguez (21), Carlos de la Torre (20), Eladio González y Toledo (20) y Carlos Verdugo (17). 
El escándalo mundial ante este crimen obligó a las autoridades españolas a darle la libertad, después de seis meses de reclusión, a los otros 37. Un año después, viajó de España a Cuba Fernando de Castañón, hijo de Gonzalo de Castañón, y visitó la tumba de su padre a instancias de Fermín Valdés Domínguez. Se extrajo el ataúd, comprobándose que no había existido profanación de ninguna clase. Fernando de Castañón tuvo entonces la hombría y la decencia de escribirle una carta a Valdés Domínguez dando constancia que ni la tumba ni los restos de su padre habían sido violados o profanados. 
¡Recordemos hoy a estos mártires en el aniversario de su muerte!