ACERCA DE DIÁLOGOS Y DIALOGUEROS

martes, 11 de septiembre de 2012


OTRAS VOCES:
ACERCA DE DIÁLOGOS Y DIALOGUEROS
(9-2-12-5:00PM)
Por Orlando Fondevila (Tomado del Blog de Zoé Valdés)
Desde hace más de tres décadas, cada cierto tiempo, recurrentemente, surgen propuestas de diálogo con la tiranía castrista, con el aparente propósito humanitario y “buenista” de buscar una salida no traumática al más de medio siglo de horror imperante en Cuba. La respuesta de la tiranía ha sido siempre, inveteradamente, no solo el silencio y el desprecio, sino la carcajada burlesca y el acrecentado chasquido del látigo. Pero hay quienes insisten en la mendicante imploración de algunas limosnas de libertad. Y es que no terminan de comprender que, como una vez más nos enseñara Martí: “la tiranía tiene una única manera de dejar de ser, y es desaparecer”. Igualmente Martí advirtió en múltiples ocasiones acerca del peligroso error político, lindante con la complicidad, de sembrar falsas expectativas en el pueblo de que era posible alcanzar la libertad cómodamente, sin serios esfuerzos, simplemente a través de una repentina sensatez que haría que la tiranía cediera su poder o lo “ablandara.
No se trata de que todos aquellos que se afanan por estos estériles y peligrosos caminos puedan ser calificados de conscientes traidores, aunque también los hay. Como también entre ellos abundan los ingenuos genéticos, los cameladores de oficio, los cazafortunas, los que aún no han podido (tal vez nunca puedan) desembarazarse de ciertas toxinas marxistoides. Y claro, toda la gama de negociantes sin escrúpulos disfrazados de políticos tolerantes y de componedores de batea (ellos se llaman eufemísticamente “solucionadores de conflictos”)
¿Todo diálogo es malo per se? Por supuesto que no. Recuerdo una conversación con mi inolvidable maestro y amigo Rafael Díaz Balart, en la que me afirmaba que él estaba dispuesto a dialogar, incluso con el diablo, pero con la única condición de que fuera para resolver verdadera y definitivamente los problemas. ¿Y alguien cree- preguntaba Rafael- que el diablo esté dispuesto a conversar, a negociar con un oponente que no muestre una fuerza suficiente? ¿Con un obsequioso dialoguero? La verdad es que no lo estará nunca, y si alguna vez lo hiciera sería para imponer sus condiciones.
Estos bien llamados “dialogueros”, para diferenciarlos de quienes creen y practican diálogos serios, son fácilmente identificables. En primer lugar son capaces de arrodillarse suplicantes ante la tiranía, para desde esa incómoda posición “dialogar”. Con otros cubanos no les interesa diálogo alguno. Esos otros son intransigentes, están de alguna manera vendidos al Imperio y no buscan otra cosa que la venganza y llevar a Cuba a un baño de sangre. Como si no tuviéramos una historia de más de 50 años de sangre y opresión. En segundo lugar, se oponen al embargo y a cualquier medida que pueda rozar siquiera con una pluma de colibrí a la tiranía. Su estrategia explícita es conseguir cambios graduales en el régimen (¿tal vez otro medio siglo?) y conseguirlos a beso limpio. Es una curiosa estrategia comparable a querer amansar a un lobo proporcionándole abundantes corderos con la finalidad de que se harte y tome la decisión, poco a poco, de abandonar su fiereza.
Otro mantra dialoguero es el de invocar otras experiencias de “transiciones pacíficas” para inmediatamente trasladarlas a Cuba. Se trata de una espuria homologación. La más socorrida de todas es la transición política española desde el franquismo a la democracia. Que por muy alabada que haya sido, no fue tan pacífica como nos dicen. Además de que la situación económica, social y política en la etapa franquista no se parece ni por asomo a la cubana. Ah, y en España hubo mucha lucha política y sindical en las calles. La tiranía castrista ni siquiera pude homologarse con las dictaduras comunistas de Europa. En Cuba se ha dado una mezcla de comunismo y de tiranía unipersonal.
En fin, que solo la lucha sin tregua, sin medias tintas, sin melifluos acercamientos a la tiranía, la lucha en las calles de Cuba y las presiones de todo tipo en la arena internacional podrán conducirnos a un escenario de transición a la democracia y libertad plenas en nuestra patria.