“AL FINAL DEL CAMINO”

miércoles, 20 de junio de 2012


“AL FINAL DEL CAMINO”
(6-15-12-5:00PM)
Por Andrés Pascual
Rolando Nápoles, el comentarista político estrella que se ocupa de “informar” sobre noticias del castrismo en la Isla para América Tevé, uno de los tres canales televisivos en español a cargo de promover a la tiranía en la Florida junto a Telemundo y Mega Tevé, (Univisión es un baluarte del ICRT y los cambios, expulsiones de personal y suspensión de algunos programas de radio ayer lo ratifica) hizo este miércoles, en el noticiero de las cinco, la presentación de un documental de “dos jóvenes realizadores” dentro Cuba sobre las penurias de los ancianos. El material en cuestión se titula “Al final del camino”.
Siempre las penurias y los abusos contra la vejez dan pena, mueven a la ira y provocan lástima, sin embargo, quizás comparable con el sentimiento judío ante los ancianos nazis, estos personajes del documental a lo único que pueden aspirar es al rutinario “cáguense en sus madres”, porque no son unos viejitos cualquiera, sino parte de la crápula que, o ayudó a poner a Castro ahí, o a mantenerlo vigente, incluso en el exterior, por su participación en las “tareas de la robolución” a lo largo de medio siglo.
Son, a fin de cuentas, aquellos “jóvenes y entusiastas revolucionarios que, ayer, eran capaces de dar la vida por Fidel”, los mismos que, “con todo el fervor revolucionario posible”, desayunaban, almorzaban y comían el compromiso de “cuando sea, donde sea y para lo que sea, Cdte en Jefe, ordene”.
Una vez creyeron que el botín robado a sus dueños legítimos les pertenecía o, por lo menos, les tocaba una parte; si no, no importaba, en definitiva apoyaron al tirano a llegar y a consolidarse por envidia y bajas pasiones, pero el tiempo pasa y, como dice Pablo Milanés, “nos vamos poniendo viejos”, entonces aparecen achaques, enfermedades, hambre imposible de aplacar... y, con lo anterior, llegó el día de quejarse del estado de abandono y desprotección a que se llega bajo una tiranía dictatorial como la que siempre defendieron como suya.
 “El médico me recetó frutas y vegetales, pero, un mamey, que me gusta mucho, cuesta 10 pesos y una lechuga 4.50”, dijo una ex miliciana; “Ya no servimos”, alegó otro “compañero” que expuso, como supuesta credencial que le autorizaba a decir lo que decía y, quizás, febrilmente, a exigir mejor condición de vida que, “Pertenecí a la columna del Che”. “Lo que me dan de retiro solo me alcanza, malamente, para comprar medicinas”, dijo otro ex comecandela.
Un “veterano”, de raza negra, con la misma decisión que el primer día, gritó casi: “Yo fui internacionalista”, y no sé si conoce lo inútil de su sacrificio oportunista por la forma como concluyó el mercenarismo del que formó parte en África, tampoco sé si sabe que uno de los asesinos a los que apoyaron allá es buscado por Crímenes de Lesa Humanidad: Mengistu Haile Mariam.
Ese documental, que quizá se hizo buscando solidaridad, por lo menos a partir de lo que dijo Rolando Nápoles, no puede sino arrancar el célebre  (lo vuelvo a repetir enriquecido): QUE SE CAGUEN EN SUS MADRES, QUE BASTANTE DAÑO HICIERON Y, QUIÉN SABE SI AÚN LO HACEN O, SI POR UNA RACIÓN DE ARROZ HOY, ESTÁN DISPUESTOS A SEGUIRLO HACIENDO.