Fragmentos del diario de la agonía de Pedro Luis Boitel

sábado, 5 de mayo de 2012


PROHIBIDO OLVIDAR
CUBANO DE VERGÜENZA:
"LOS RESPETUOSOS", LOS DEL BORRÓN Y CUENTA NUEVA Y LOS MERCADERES, QUIEREN HACERTE OLVIDAR-VI
(5-4-12-5:00PM)
Fragmentos del diario de la agonía de Pedro Luis Boitel
DIA 53
Miércoles, Mayo 24, 1972 - 6:10 A.M. No he dormido en toda la madrugada; así como otros compañeros.
Se quejó en su inconsciencia durante toda la noche. Tiene un aguante inmenso; nunca pensé que durara tanto tiempo un ser humano sin alimentarse. Pedro es el más flaco de todos y con padecimientos estomacales que le quedan de sus huelgas anteriores. Lo que lo mantiene es su espíritu de siempre, aún en sus últimos momentos, está dando una pelea tremenda. Sus armas: La moral, la razón y la justicia. Nos está enseñando el máximo comportamiento de un idealista ante la muerte. Indudablemente que es un gigante.
8:25 A.M. Su quejido ha ido apagándose poco a poco. Es ya imperceptible, pero sigue moviéndose. Se acaba de despertar. Hoy es el tercer día sin tomar agua ni orinar. Esto es el fin.
9:10 A.M. En la galera hay un respetuoso silencio. Estamos viendo morir a un compañero. Quizás la muerte más triste "de hambre", una muerte lenta, de horas, días y meses con plena conciencia de lo que sucede a su alrededor. Llamé a Edgar para que le eche fresco, mientras le paso un algodón mojado en agua por sus labios secos. Al sentir la humedad era como si la vida le volvía. Se tranquilizó. Al minuto llevó sus dedos con trabajo a la boca. Quería de nuevo que le pasara por sus labios el algodón húmedo. Se lo hago. En su rostro refleja algo que no puedo explicar.
Ahora se lleva su mano derecha al muslo. Hace esta operación varias veces. Quiere decirme algo con eso, pero no sé lo que es. Hace otras señas pero no las comprendo. Quiero hablar o decir algo por gestos. Llamo a Alonso para ver si él puede entender algo de los movimientos de su mano derecha, tampoco. Lo pongo a orinar. Nada Es desesperante. Hay dos compañeros abanicándole. Lo miré bien. Prácticamente es un cadáver lo que hay acostado en la cama, es un bulto pequeño lleno de huesos.
Hablando con dos compañeros, le mostré lo que quedaba de Pedro, levanté la sábana y se quedaron asombrados. Uno comentó: "Está liquidado", su cuerpo consumido totalmente. Apenas tiene movimiento. Pesa unas 78 libras más o menos.
10:03 A.M. Se volvió a despertar. Movió su mano derecha pero ya no tiene coordinación. Se lleva la mano derecha hacia su ojo y se le iba para encima de la cabeza, en un segundo intento se toca la frente y de ahí palpando con las yemas de sus dedos llega al fin a su ojo, lo abrió. Miró y lo cerró. Al parecer quiso ver con ansiedad todo lo que a su alrededor sucedía como queriéndolo ver lo más posible en su última mirada. Tenía la boca abierta y empinada hacia arriba como queriendo atrapar el aire que se negaba a entrar en sus pulmones. Su respiración era lenta, anhelosa y ronca como la de los moribundos. Está agonizando con absoluta conciencia de su cruel situación y profunda resignación de su muerte. Sufría callado. Esperaba pacientemente…
No pude aguantar más. Le pedí al Jefe de la galera que llamara con urgencia a Valdés, que lo estaban asesinando! Inmediatamente se le pidió al Sargento que está de posta que viniera Valdés, que Pedro está muriéndose.
1:15 P.M. Llegó Valdés. Se le explicó que Pedro se moría y que tenían que llevárselo. Se le exigió. Valdés, sin mirar a Pedro, dijo que ya tenía la orden de sacarlo.
¡Al fin! Enseguida, dentro de media hora vendrían los camilleros a buscarlo. Y se retiró… ¡Hay esperanzas, hay esperanzas! Dijimos algunos.
4:40 P.M. Acaban de sacar a Pedro. Vinieron tres Sargentos con una camilla. Entre Miguel y yo cargamos a Pedro y lo colocamos suavemente, con colchón y colcha en la camilla. Alonso, momentos antes, le había colocado debajo de su almohada una medalla del Sagrado Corazón.
Tenía su ojo cerrado, pero vivo aún. Respiraba. Mientras hay vida hay esperanzas. Además, ahora no se puede morir. Los compañeros se colocaron a los lados en el pasillo, querían verlo, decirle adios a su manera. Yo le puse mi mano sobre su cabeza como un estímulo o una esperanza.
Sentí un vacío inmenso cuando salió, con él se fue algo mío. Le dijo al Sargento que me había pedido —fue en días anteriores— le pusiera los zapatos, el reloj, los espejuelos y el bastón. El reloj lo lleva puesto en la muñeca izquierda, los zapatos, espejuelos y el bastón van en la camilla. El Sargento me pidió los zapatos y espejuelos para llevarlo él. En su cuello enflaquecido colgaba su cadena de oro con sus medallas, una de la Virgen, otra de San Lázaro y una espadita. Era la 1:40 de la tarde del día 24 de Mayo. Completó su día 53 de huelga de hambre. Lo sacaron por la salida que da a la calle o a la entrada para la Sala Pity del Hospital de aquí del Príncipe. Pienso que va para el Hospital Militar, donde estuvo casi tres años la otra vez.
Ya todo terminó. Siento un gran vacío dentro de mí. Con él se fue algo mío. Estoy cansado a más no poder. La fatiga invade mi cuerpo y lo que quiero es dascansar. Cerrar los ojos y que cuando los abra sabré que Pedro está bien. Creo que no hay más nada que poner. Lo demás lo dirá el tiempo.
9:25 P.M. Pensé que ya esto había acabado. Estuve esperando para ver si escribía o no. Después he meditado; vuelvo a escribir por estar relacionado con Pedro. Como a la hora de que lo sacaron, vino un Sargento y pidió el plato de él. Le dije que lo había guardado porque no hacía falta. Entonces me dijo que le diera otra o una vasija para llevarle la comida. Eso indica una sola cosa. Está en la sala Pity del Hospital de aquí o en otro lugar del Príncipe. ¿Con qué fin? ¿Le irán a dar asistencia o lo dejarán morir? Solo queda esperar y rezar por su vida.
Aquí la firma del prisionero que estuvo junto Pedro Luis Boitel hasta que lo sacaron de la celda.
RELATO DE UNOS PRESOS QUE PRESENCIARON LA MUERTE DE PEDRO LUIS BOITEL, EN LA SALA "PITY FAJARDO"
A Pedro lo entraron inconsciente a la 1:40 del 24 de Mayo, estaba casi frío y había sido golpeado, no le prestaron asistencia médica y estuvo toda la noche en los estertores de la agonía. Cada cierto tiempo se le acercaba un militar; sobre las 3:00 de la madrugada se le acercó un guardia y dijo.. ¡Ya! Así lo tuvieron hasta las 7:00 de la mañana que penetró el capitán Lemus y dio la orden de sacarlo.
Había otros presos en la enfermería que son testigos de esta barbarie y dijeron… ¡Mataron al intocable!, la reacción de todos los Presidios se hará sentir. Qué podemos esperar nosotros de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia permitiremos que el enemigo nos intimide, por cada uno que caiga deben levantarse 10 heredando su espíritu, la muerte en nuestros casos no asusta, nos enfrentamos a diario con ella, para morir por esto que llamamos Patria cualquier lugar es bueno.
"Pedro Luis Bitel, murió golpeado en Huelga de Hambre a los 53 días". Para titular de una noticia periodística no tiene precio, para nosotros, que lo vimos apagándose poco a poco, como la candela de un cigarro, nos parece una pesadilla, tuvo quizás la muerte más cruel y tormentosa que puede existir, ¡No le dieron Asistencia Médica!
Los cubanos dignos responsabilizamos a: Fidel Castro, Raúl Castro, Sergio del Valle, Ministro del Interior; Medardo Lemus, Jefe de Cárceles y Prisiones; Raúl O’Farrill, Jefe de Reeducación nacional; Valdés, Jefe de Seguridad del Principe y Sanabria, Responsable de la Sección 6 del Principe, de ser los ASESINOS de Pedro Luis Boitel.
Han matado su cuerpo su vida que nos era tan preciosa, pero su espíritu es inmortal, ese no se doblega nunca, durante los 12 años de cautiverio y torturas, y sigue vivo enarbolando la bandera de la libertad y la dignidad Cubana.
El día 25 los carros de seguridad rodean la casa de Clara Abraham, la madre angustiada es detenida y llevada al trágico G-2, y allí, brutalmente, el Tt. Abad le dice: "Pedro Luis Boitel está muerto y enterrado, y no grites, no estás en tu casa, estás detenida en Seguridad". Por tres veces la golpea, arrojándola contra un sofá. Durante todo el día permanece secuestrada allí, y se le dice que no podrá volver a su casa.
Cuando llega la noche es trasladada al lugar donde vive, y éste rodeado por fuerzas de Seguridad del Estado. Le cortan la corriente al teléfono y la incomunican totalmente. Miembros del Comité de Defensa (delatores del barrio) llegan a ella para decirle que no puede gritar; ¡hasta llorar a su hijo se le niega!
¡NO LO PERMITAS!