¡NI PORQUE SE LES REGALÓ EL ESTADIO, CARAJO!

martes, 10 de abril de 2012


¡NI PORQUE SE LES REGALÓ EL ESTADIO, CARAJO!
 (4-9-12-5:30PM)
Por Andrés Pascual 
Cuando la Organización de los Marlins contrató a Ozzie Guillén como manager del club para la importante campaña inaugural del estadio, escribí un artículo cuyo título es “La mejor adquisición es Guillén”, porque creía, entonces como ahora, que el venezolano podía hacer que un par de jugadores rindieran para el club sin que los asfixiara la vagancia originada en la constante exageración de su clase deportiva que, por tal circunstancia, no puede manejarse con normalidad por cuestiones de “super-ego”, alimentado por la guataquería periodística y otros estímulos nocivos.
Entonces escribía yo para Bleachers Report, un sitio americano de fuerte competencia, porque ahí escriben también muchos cronistas americanos de “punch”.
Como resultado de la gestión periodística deportiva, pues he podido relacionarme con “cuartos bates” de la crónica americana del sector, “vacas sagradas” del oficio que, tal vez porque me agradecen mi “asesoría en asuntos de historia del beisbol cubano”, para lo que siempre he estado dispuesto a ayudarles en la construcción de criterios justos, ajenos a militantes o sobornados por el castrismo, pues leen todo cuanto escribo en inglés que, por lo general, es lo que también escribo en español.
Cuando hice el comentario sobre la contratación de Guillén por los Marlins para otro sitio en inglés, Seamheads.com, uno de ellos me envió un post demoledor sobre mi material, que fue su opinión del paisano de Hugo Chávez, traducido fue esto: “Andy, Ozzie Guillén es uno de los 10 peores managers que ganaron una Serie Mundial; su actividad es de reality show y se ha llegado a creer que por eso le pagan, pero no es más que una caricatura pesada de Lipidia Durocher y del Viejo Profesor Casey Stengel, el público americano, incluido el de Chicago, no soporta esa actitud ni al payaso”.
Sin embargo, en un país donde no te pueden encarcelar ni ahorcar por hablar lo que te dé la gana, el tipo ha ganado notoriedad como “comedor de azúcar sin masticar”, es decir, de “valiente porque suelta lo que tiene adentro”.
¿Qué tan comprometedoras para su integridad civil son esas expresiones “bravas” de Guillén, que quieren imponer como dignas de un libro de Mitos y Leyendas del Beisbol Americano? Primero, el peligroso apoyo a la “fiesta brava” (“la bestia también tiene la oportunidad de matar al diestro”); segundo, llamar a un cronista de Chicago, columnista de Sports Illustraded, homosexual (no es norma, dicen que por ética ciudadana que, en este país, alguien ofendido así le dispare 80 patadas por el hocico a cualquiera, ¡Si hasta el califa de la Casi Blanca se lo aguanta al presidente del “niño lindo de Loria”!) por último, la que pone sobre el tapete la esencia guerrillera e irreductible del tipo, al estilo Che Guevara: “no me gusta tu ropa (o tu perfume)”, dicho con gallardía y marcialidad épicas a su esposa.
Pero “amar a Castro” y hacerlo público en el punto neurálgico de nuestra tragedia, donde más del 70 % de los cubanos han sufrido, incluso sufren por la separación, algún acto criminal de la tiranía, son otros cinco pesos. Y resulta que la ofensa se la ha hecho a una comunidad exiliada a la que sí le ha sobrado el valor, comprobado en la lucha de 54 años, contra una tiranía que mata y encarcela, que esta marioneta de su propia militancia escondida y de la gerencia del club, no tiene.
Eso que dijo Guillén, acostumbrado a ganar batallas de terciopelo como “macho 10-1” cuando abre la boca, le equivocó el rumbo, porque aquí se encontró la patada por el culo que no le dieron en Chicago, a fin de cuentas, como cualquier elemento pro comunista de la Venezuela de hoy, de los de allá y de los que están por acá, este tipo no tiene los cojones que hacen falta para mantener sus provocación y, aunque pidió disculpas, no se puede terminar así ni por diplomacia; porque, aunque la politiquería se lo pretenda arreglar aceptando disculpas que todo el mundo saben que son falsas con intención de “tapar la letra”, elementos que no sufrieron o sufrieron muy poco la represión de los Castro, el problema no se puede manejar como tal vez crean los falsos cubanos que, desde cómodas oficinas en las alcaldías o desde el downtown, posiblemente estrechen manos sucias y, muy de moda hoy, archivarán la grosería-atentado en el file “borrón y cuenta nueva”. No señores, esto ofendió, agredió al pueblo exiliado, que son palabras mayores y nunca desechables a la hora cero…
A pesar de que los Marlins se disculparon con el desmarque político de Guillén, por su fidelidad a solo contratar a cubanos consentidores de oficina, para quienes se sabe que “todo está bien mientras suene la contadora” y “lo cubano al carajo, que no es mi problema”, la historia anticubana del club, a pesar del “I love Miami” de Liván o de un par de contrataciones más en 19 temporadas, ha sido evidente.
Loria fue capaz de traer al Sur de la Florida su mala fama, su background de fullero que lo vinculaba a dos escándalos que nadie sabe por qué no explotaron, uno de su propiedad absoluta y el otro relacionado, en los casos de Montreal y Minnesotta, ambos bajo la responsabilidad de Bud Selig, que hace poco escuchó la acusación de Lance Berkman  (se arrepintió después, quizás por amenazas veladas –remember Canseco-), de que había autorizado la venta de los Astros de Houston al grupo que los compró si aceptaban el traslado de liga y eso se llama extorsión para los federales que practican una especie de concesión de autonomía inexplicable contra estos gangsters.
A los Marlins no se les puede aceptar ninguna disculpa ni a Guillén, porque se sabe que la dieron por puros intereses y, si se le aceptan, estilo político, mañana cometerán otra tropelía como revancha y después otra y otra…
El boicot sostenido es la única medida posible, hacerlos perder el dinero que cubanos desleales, más alguna que otra “minoría” no cubana, les ayudaron a robarle al pueblo de Miami por la construcción del estadio por medio de la mentira en la declaración de ganancias, que informaron como pérdidas. Para castigarlos por la incomodidad que le han creado a los barrios aledaños al estadio con lo del parqueo, que también les regalaron.
Y para que Ozzie Guillén entienda cómo es la reacción de los valientes en su carne de gallina.
Pero ya tienen defensores. Este domingo pasado el Nuevo Herald presentó, a la manera anticubana de siempre, una “encuesta” en su página principal de Internet que es una oda de apoyo a Guillén, es decir, contra el pueblo cubano;  una falta de respeto más del libelo que esconde su esencia castro-comunista tras telones como “objetivo y balance de la información” que, en este caso, no es sino una declaración abierta de principios.
Para cerrar el día, el editor Jorge Ebro no comenta, sino que presenta la información como cualquier ajeno al problema al que le molesta no lo que dijo Guillén, sino que se le critique (ese es un periódico de excepcional respeto por la libertad de opinión, pero en una sola dirección), a pesar de que, como le escuché decir una vez, “mi padre estuvo en el castillo de San Severino”, para quienes no lo saben, una prisión en Matanzas.
Marino Martínez, que me ha dicho que fue reprimido por la tiranía, pero sin la causa, que hasta le impidieron estudiar periodismo en el paraíso del “amor platónico de Ozzie Guillén”, sin embargo, cerró las hostilidades del sábado en Grandes Ligas entretenido en medir las distancias de los batazos de Céspedes y en informar que Kendry bateó de 4-4, vaya, un gran representante del liberalismo a través de “lo político no se mezcla con lo deportivo”, premisa del editor deportivo, del director y de los dueños del periódico, nociva izquierda que está acabando con este país.
Observe la encuesta del Nuevo Herald y vea qué manera más hijeputesca de apoyar la posición procastrista de Guillén, en la que 1420 dijeron que le molestaban las palabras del mentecato para un 61 %, mientras que a 503, o sea, el 22 %, no les molestó y un 17 % de indiferentes (apáticos), 386 ni fi ni fa. Sume los indiferentes, que es exactamente igual que “no les molestó” y el total es de 889 castro-chavistas declarados o encubiertos y el porciento entonces será de 39, es decir, brutalmente alto para quienes, supuestamente, tienen a Miami como refugio de tiranías como la que ama el “guapo” de los Marlins:
No creo que haya más que decir, solo actuar”. El boicot se impone sin alternativas posibles.