Quinto aniversario de la muerte de Agustín Tamargo

lunes, 12 de marzo de 2012


DE LOS ARCHIVOS DE NUEVO ACCIÓN
(3-7-12-5:00PM)
Hoy se cumple el quinto aniversario de la muerte de Agustín Tamargo. El tiempo vuela y parece mentira que hace ya cinco años que se nos fue Agustín. Ese día, se nos fue no solo el amigo y el maestro, sino un pedazo de Cuba, porque Agustín Tamargo amaba entrañablemente a su Patria, con pasión que llevaba metida en el tuétano de sus huesos. Dos días después de su partida publicamos este artículo en Nuevo Acción, con el que hoy le rendimos el homenaje de recordación que él se merece.
MURIÓ AGUSTÍN TAMARGO
Una vez más el destino me obliga a escribir otra nota de dolor en estas páginas, por otro amigo que se nos va. La noticia, por esperada, no resulta menos amarga. Esta vez, el dolor nos toca bien de cerca. Agustín Tamargo fue uno de los hombres que moldearon mi vida. A través de la cátedra de civismo que dictaba cada semana en las páginas de Bohemia mi generación bebió de su prédica nacionalista de "Cuba, primero, Cuba después y Cuba siempre". En el exilio tuve el privilegio de contar con su amistad. Escribí en periódicos que dirigió y sobre todo, compartí  con él horas y horas de tertulias y conversaciones inolvidables. Me hizo el honor de presentar mi primera novela premiada "Recuerdos de Aurelio" y siempre me distinguió más allá de la cortesía. Por eso hoy vuelven a ondear las banderas a media asta en Nuevo Acción. Esoy seguro de que las futuras generaciones de cubanos verán a Agustín como uno de los grandes orientadores de nuestra historia. Humanamente apasionado, erró muchas veces, pero nadie podrá osar decir jamás que sus opiniones estuvieran sesgadas por intereses materiales o por prebendas. Hombre de una honradez acrisolada y una honestidad ejemplar, nos lega su ejemplo  de cubano y periodista que siempre supo llamar "al pan, pan, y al vino, vino".
No puedo invocar la fórmula milenaria del "descanse en paz", pues sé que Agustín no podrá descansar mientras en Cuba no reine la libertad y nuestro pueblo no se sacuda el yugo opresor. Sólo me queda musitar una simple oración: maestro, amigo, no dejes que decaiga nuestra fuerza, ni que el desaliento nos gane. Desde donde estés por esas vias ignotas que los humanos no acabamos de entender, mándanos la fuerza y la perseverancia necesaria en estas horas tan negras, en que nos vamos quedando solos y tantas amistades entrañables nos van abandonando.
Aldo Rosado-Tuero
Una foto de tiempos más felices, tomada en casa del escritor y poeta Roberto Cruzamora. Sentados de izquierda a derecha: el historiador José "Pepe" Fernández, Aldo Rosado-Tuero y Agustín Tamargo. De pie Roberto Cruzamora. A veces nos llamábamos entre nosotros "el cuarteto de Los Tres Mosqueteros".(Publicado en la edición del 9 de marzo del 2007)