lunes, 23 de diciembre de 2013

 REBELIÓN EN LA SALA DE PRENSA DE LA CASA BLANCA

(12-23-13-2:25PM)

El País- España

Ed Henry, corresponsal para la Casa Blanca de la cadena Fox, describió a la perfección la exclusión que vive el cuerpo de prensa fotográfico que sigue al presidente de Estados Unidos con una brutal observación. En referencia al falso intérprete de signos que estuvo a unos pocos pasos de Barack Obama en la ceremonia de homenaje en Sudáfrica al fallecido Nelson Mandela, Henry apuntó que si Obama hubiera sido atacado, el momento solo lo hubiera recogido Pete Souza (en la foto junto a Obama), EL FOTÓGRAFO (ambas con mayúsculas) del presidente.
Nombrar a Souza en la sala de prensa de la Casa Blanca o ante cualquier gráfico que sigue al presidente o retrata las escenas del poder en Washington es poco menos que mentar al diablo. Y no por la persona en sí, sino por el grado de cercanía y accesibilidad que tiene sobre el mandatario frente al poco o ninguno del que dispone el resto de fotógrafos.
Armado con sus objetivos, Souza es la sombra de Obama allá donde éste vaya y esté prácticamente donde este esté en la Casa Blanca. De 58 años, fotógrafo proveniente del diario The Chicago Tribune y cronista gráfico de otro presidente –el actor Ronald Reagan-, Souza ha provocado una rebelión en la sala de prensa de la Casa Blanca que hasta ahora era desconocida.
A esa Casa Blanca que llegó prometiendo transparencia se la acusa ahora de querer reescribir la historia como hiciera Stalin en la Unión Soviética y se equiparan las fotografías que capturan las lentes de Souza con propaganda. Todos los calificativos anteriores sin que sea un comentarista afín al Tea Party el que los pronuncie sino más bien todo lo contrario.
Dana Milbank, analista del espectro de la izquierda y en nómina del diario The Washington Post –nada sospechoso de cercanías ideológicas con los fanáticos del té-, era quien plasmaba en una columna la referencia a la era soviética de Stalin al poner negro sobre blanco lo que sucede con los fotógrafos de la Casa Blanca. Y no era el único, ni en las críticas ni en el tipo de comparación. Un fotógrafo del rotativo The New York Times equiparó al equipo Obama-Souza-Casa Blanca con la agencia soviética de noticias Tass.
Tal es el hermanamiento del fotógrafo con el presidente que este le permitió casarse en el Rose Garden de la Casa Blanca hace unos meses, algo totalmente inusual pero que prueba el grado de cercanía entre ambos hombres, que no se han separado desde que el entonces senador por Illinois comenzó la carrera por la presidencia hace más de cinco años. De los 315 viajes que Obama ha realizado a bordo del Air Force One, Souza ha estado en 313, según el corresponsal de CBS Mark Knoller, que tiene un concienzudo registro de cifras en cuanto a números presidenciales se refiere.

En una carta al portavoz del presidente, Jay Carney, más de 35 medios de comunicación protestaban el pasado noviembre las limitaciones que la Casa Blanca impone a los fotoperiodistas que cubren a Obama. Santiago Lyon, director de fotografía de la agencia Associated Press y él mismo periodista gráfico, se queja –con razón- de que los fotógrafos solo han tenido la oportunidad de fotografiar al mandatario dos veces en el Despacho Oval. Lyon califica las imágenes que distribuye la Casa Blanca a través de las redes sociales como “propaganda” y tilda de “hipócrita” el principio de apertura y transparencia en el que el equipo de Obama basó su campaña electoral.
El último agravio vivido por los fotógrafos de prensa –y que provocó la rebelión en la Casa Blanca, con los gráficos disparando todos a la vez sus cámaras en la rueda de prensa de Carney hace varios días- fue el viaje de Obama a Sudáfrica, a quien acompañaron a bordo del Air Force One el expresidente George W. Bush y su esposa, Laura, y la exsecretaria de Estado Hilllary Clinton.
La oportunidad de tener a dos presidentes de EEUU juntos en el avión presidencial –y a una potencial candidata a la Casa Blanca- frente a los objetivos de las cámaras es algo que se hubiera cotizado alto en el mercado de la fotografía. Sin embargo, esa oportunidad nunca existió ya que ninguno de los fotógrafos a bordo del Air Force One tuvo acceso a la zona en la que se encontraban Obama y Bush. Los críticos apuntan a que, en ese caso, además de ejercerse el bloqueo y dejar a los jefes de fotografía sin material del día se perdió una imagen histórica.
La Casa Blanca argumenta en su defensa que en la era de Internet, en la que una fotografía tomada por cualquiera puede alcanzar una expansión aritmética en segundos, hay que ser precavidos para que no se dañe la imagen del presidente. Pero… ¿alguien recuerda una mala fotografía de Obama? La respuesta es no y el responsable se llama Pete Souza.