LOS OTROS COHETES DE OCTUBRE Y EL VERDADERO FINAL DE LA CRISIS-I

lunes, 26 de noviembre de 2012


LA HISTORIA EN LA MEMORIA
LOS OTROS COHETES DE OCTUBRE Y EL VERDADERO FINAL DE LA CRISIS-I
(11-19-12-4:30PM)
Por Diego Trinidad, Ph.D.
Hoy hace 52 años que llegué de Cuba con mi padre.  El resto de la familia llegó a Miami tres días después, el 22 de noviembre de 1960.  Ya mis padres murieron y aquí estamos todavía.  Peor, como una vez le dijo mi abuelo Diego a un amigo que le pidió ayuda porque “estaba pasando mucho frío”, le contestó, “eso no es nada; lo que te falta por pasar”.  Esa ha sido nuestra triste historia por más de medio siglo, pero a pesar de todo, todavía muchos seguimos luchando, y así supongo que moriremos, ya que cada vez quedamos menos.  Pero como decía un lema del primer programa de radio en español que hubo en Miami, transmitido por la estación WGBS 710AM (Ahora Radio Mambí) a las 11pm, “Sin Libertad, la vida nada vale. Únete a la lucha contra el comunismo”.  Ahora podemos modificarlo para que diga, “Únete a la lucha contra la Izquierda Eterna”, una lucha mucho más dura y larga.  Por eso es que sigo escribiendo sobre nuestra trágica historia en el Exilio Histórico y ahora quiero agregar otra parte a mi último artículo sobre el cincuentenario de la Crisis de Octubre, ya que varios amigos me han pedido que explique con más detalles sobre los “otros cohetes”, los Júpiter que Estados Unidos había emplazado en Turquía en 1959 y los cuales formaron una parte esencial del “entendimiento” entre Kennedy y Khrushchev que supuestamente terminó con la Crisis.
Primero, un breve resumen histórico de los cohetes Júpiter (En la foto: Júpiter emplazado en Turquía) .  Fueron los cohetes pioneros de alcance medio (MRBM), desarrollados de un prototipo creado por el gran científico alemán Wernher Von Braun en 1955.  Fabricado por Chrysler Corporation, usaba combustible líquido y tenía un alcance de 1200 millas náuticas.  Se emplazaron en Italia y Turquía en 1959, después que Francia bajo DeGaulle se negó a recibirlos.  Pero los Júpiter siempre fueron cohetes de transición.  En otras palabras, ya cuando se emplazaron en 1959, otra serie de cohetes de medio alcance basados en tierra, pero especialmente los Polaris basados en submarinos nucleares, estaban siendo desarrollados.  Por eso es que los Júpiter fueron considerados casi desde su emplace inicial como obsoletos.  No porque fueran inútiles militarmente, sino porque otros mejores y más adelantados estaban planeados.  Además, como estaban basados sobre tierra, al descubierto y sin camuflaje ni protección, se les consideró siempre muy vulnerables a cualquier ataque soviético.  En verdad, fueron armas más bien simbólicas, como un alarde abierto del poderío atómico americano y la gran amenaza que sus armamentos nucleares representaban para Rusia durante la Guerra Fría.  En aquellos tiempos, pocos cuestionaban la utilidad o siquiera la racionalidad, de gastar millones de dólares en simbolismos.
Los cohetes Júpiter han sido, por medio siglo, no solo los “otros” cohetes de la Crisis, sino que han sido ignorados y hasta olvidados por casi todos los historiadores de la Crisis hasta recientemente.  Solo hay un libro sobre los Júpiter, The Other Missiles of October, por Philip Nash, publicado en 1997. Pero en realidad, se puede decir que los Júpiter de cierta manera, iniciaron y terminaron la Crisis y esta es una gran ironía.  Pero como es el caso de tantos mitos históricos, ha llegado la hora  de darle su lugar en la historia de la Crisis a estos “obsoletos” cohetes.  En primer lugar, los Júpiter fueron el germen de la idea de Khrushchev de introducir cohetes ofensivos en Cuba.  Ya es algo aceptado que esta idea surgió en abril de 1962 durante una conversación entre el Ministro de Defensa ruso, el Mariscal Rodion Malinovsky y Khrushchev en su casa de verano en Pitsunda, en las orillas del  Mar Negro.  Khrushchev le preguntó a Malinovsky ¿”Por qué no ponemos uno de nuestros erizos dentro de los pantalones de los americanos”? (Erizos le llamaban los rusos a sus cohetes de alcance intermedio SS-4; “pantalones de los americanos” se refería a Cuba).  Esta conversación solamente está citada en el libro The Rise and Fall of the Soviet Empire, del respetadísimo Coronel General y gran historiador ruso Dmitri Volkogonov.  Pero la reputación de Volkogonov es tal (también escribió biografías definitivas de Lenin, Trotsky y Stalin), que la conversación se acepta como si existiera una grabación de ella.  Y por  propia admisión de Khrushchev y considerable evidencia adicional, para el líder ruso, la presencia de los cohetes Júpiter en Turquía, los cuales según él podía ver a través del Mar Negro en un día claro (por supuesto que esto no es verdad; ni con un telescopio los podía ver), era un irritante continuo, era como un cáncer que diariamente afectaba y provocaba a Khrushchev.  En segundo lugar, la retirada de los Júpiter de Turquía no solo fue una parte integral del entendimiento entre Kennedy y Khrushchev que puso final a la Crisis, sino mucho más que eso.  El entendimiento no fue en verdad un trato de retirar los cohetes rusos de Cuba a cambio del levantamiento de la cuarentena a Cuba y la promesa de no invadir por parte de Estados Unidos.  No, el entendimiento fue un intercambio de cohetes: los rusos en Cuba por los americanos en Turquía. Solo que esto se mantuvo secreto y el mito aceptado fue lo publicado y alabado desde entonces.
La política de emplazar los cohetes Júpiter en 1959--15 en Turquía, 30 en Italia—fue heredada por la nueva administración del Presidente Kennedy de la del previo Presidente Eisenhower, igual que también fueron heredados los planes para una invasión de Cuba.  Con los planes de la invasión bien se sabe que fueron drásticamente cambiados hasta el punto de emascular la operación y garantizar su fracaso.  Esa es una mancha imborrable para el legado histórico de John Kennedy: haber aprobado la invasión bajo esas circunstancias.  Pero sobre los Júpiter en Turquía y en Italia, aunque su emplazamiento fue revisado por la nueva administración, nada se hizo, todo quedó igual.  Una vez más, durante la Crisis y después, mucho se escribió del “problema” de Kennedy y su consternación cuando se enteró que los Júpiter de Turquía no se habían retirado, tal como él había ordenado meses antes.  Pero esto es completamente falso, ya que desde el primer día en que el Executive Committee, el Excomm, como siempre se ha conocido, se reunió en la Casa Blanca el 16 de octubre la presencia de los Júpiter en Turquía—y su posible intercambio por los cohetes rusos en Cuba—se comenzó a discutir por todos los asistentes.  Esto está más que probado por las grabaciones secretas, pero sin embargo, loa apologistas de Kennedy han logrado falsificar la historia desde que apareció el primer libro sobre el tema, The Missile Crisis, escrito por el corresponsal de la Cadena ABC Elie Abel en 1966. 
El intercambio de los Júpiter en Turquía por los cohetes rusos en Cuba se discutió abiertamente durante casi todas la deliberaciones del Excomm durante la Crisis, pero entre el 20 y el 26 de octubre, la posibilidad se descartó, incluyendo por el presidente, por motivos políticos.  Estados Unidos no estaba dispuesto, sobre todo después del discurso de Kennedy televisado nacionalmente el 22 (el Presidium recibió una copia del discurso una hora antes) a aceptar nada a cambio de la retirada de los cohetes rusos de Cuba.  Eso era algo incondicional.  Claro que casi inmediatamente se comenzaron a considerar alternativas—incluyendo la retirada de los Júpiter.  Pero nada se hizo público hasta el intercambio de cartas entre Kennedy y Khrushchev el 26 y 27 de octubre.  Ahora se sabe bien—y se acepta como otro gran mito—que el intercambio de los cohetes en Turquía por los de Cuba se ofreció secretamente a Khrushchev a través del Embajador ruso en Washington Anatoly Dobrynin por el Fiscal General de EU y hermano del presidente, Robert Kennedy en la noche del 28 de octubre.  De la misma manera, sigue aceptado otro mito por casi todos los historiadores de la Crisis, que gracias a Robert Kennedy en esa reunión con Dobrynin se resolvió la Crisis.  No es verdad.  Cuando el mensaje de Dobrynin llegó al Kremlim, ya Khrushchev había decidido retirar los cohetes de Cuba a cambio, básicamente, de la promesa de no invasión, aunque también se prometió terminar la cuarentena a Cuba.  Pero sin incluir la retirada de los Júpiter de Turquía.  Pasaron solo unas horas, y cuando la oferta de retirar los Júpiter se recibió, esto provocó júbilo entre los miembros del Presidium puesto que se consideró como una inesperada bonanza.  Pero como la oferta se condicionó a que el intercambio de cohetes se mantuviera secreto, cuando Khrushchev anunció—por radio, ya que Dobrynin había enfatizado la urgencia de contestar en menos de 24 horas—que aceptaba retirar los cohetes rusos de Cuba, no se mencionaron los Júpiter de Turquía como parte del trato.  Ni tampoco se mencionó después por ninguno de los dos bandos, ni siquiera cuando los Júpiter se retiraron de Turquía—como prometido por Robert Kennedy—en abril de 1963, ya que esto se hizo discretamente, sin ninguna publicidad.
Khrushchev, como se conoce, envió DOS cartas a Kennedy el 27 de octubre.  En la primera, identificada como una carta larga, casi incoherente, llena de faltas gramáticas y borrones, Khrushchev aceptó retirar los cohetes rusos a cambio de una promesa de Kennedy de no invadir a Cuba Según el Embajador americano en Moscú Foy Kohler, quien recibió esa carta en la embajada de Moscú en la madrugada, Khrushchev parecía aterrorizado y quizás estaba borracho cuando personalmente escribió la carta a mano (así se le entregó a Kohler).  La carta se recibió con cierto alivio en Washington porque parecía el final de la Crisis. Pero horas más tarde, se recibió una segunda carta.  Esta era distinta, bien redactada y concisa, y contenía una condición adicional crucial: la retirada de los Júpiter de Turquía.  La segunda carta cambió el panorama en la reunión casi continua del ExComm en Washington, sobre todo para el presidente.  En más de ocho horas entre el 27 y el llamado “sábado negro”, octubre 28, Kennedy parecía, de acuerdo con las grabaciones secretas, un hombre obsesionado con el asunto de Turquía, además de mostrar un gran temor de que, debido a esa nueva condición, una operación militar contra Cuba era inevitable—y con eso, la guerra nuclear.  Además, casi solo entre todos los “miembros”del ExComm, Kennedy estaba decidido a incluir los Júpiter para lograr un acuerdo, si esto era necesario. Pero, otra vez en contra del mito, el Asesor de Seguridad Nacional McGeorge Bundy (no Robert Kennedy) sugirió contestar a la primera carta e ignorar la segunda, lo que ha pasado a la historia como la estratagema Trollope (por el escritor inglés Anthony Trollope del siglo 19 quien utilizó algo parecido en una de sus novelas).  Así se hizo, aunque Kennedy aprobó responder a la primera carta contra su voluntad y convencido que Khrushchev no aceptaría que su segunda carta fuera ignorada.  La condición de retirar los Júpiter de Turquía no fue realmente ignorada, solo no mencionada específicamente (la carta decía que la retirada de los cohetes rusos de Cuba “relajaría tensiones mundiales” y facilitaría “un arreglo más general sobre otros armamentos”).  Y contrario a las expectativas de Kennedy, Khrushchev SI aceptó la respuesta a su primera carta.  Claro que bien se sabe, el trato final incluyó el intercambio de cohetes, aunque esto se mantuvo en secreto.  Irónicamente lo que NO incluyó, a pesar del mito, fue una promesa formal de que Estados Unidos no invadiría a Cuba.  Más adelante explicaré en detalle lo que se acordó en el entendimiento final, que no fue siquiera lo incluido en el intercambio de cartas entre los dos líderes el 28 de octubre.
Durante las deliberaciones del ExComm cuando se discutió el posible retiro de los Júpiter de Turquía, muchos pensaban que los aliados de la OTAN no aceptarían la retirada de los Júpiter, sobre todo bajo presión (los Júpiter eran parte del armamento de la OTAN y legalmente pertenecían a Turquía, aunque solo los cohetes y no las cabezas nucleares, que pertenecían, y eran controladas, por Estados Unidos).  Pero resultó todo lo contrario.  Los aliados lo consideraron favorablemente, sobre todo Gran Bretaña.  Pero no los turcos.  De hecho, el 27, cuando el embajador ruso amenazó al Premier turco con la guerra si los Júpiter no eran retirados, el Primer Ministro turco Ismet Inonu despectivamente contestó” “No me haga reír”.  Pero también de hecho, aunque los turcos no aceptaran y crearan divisiones dentro de la OTAN (nunca sería necesario, ya que los Júpiter serían substituidos por más adelantados Polaris), Kennedy había preparado una última opción si los Júpiter tenían que ser retirados de Turquía.  Esto se reveló en 1987 por el ex Secretario de Estado Dean Rusk en una conferencia conmemorando el 25 aniversario de la Crisis en Hawk Cay, Florida.  Rusk informó a los asombrados conferencistas que se habían confeccionado dos planes, uno que los turcos ofrecieran retirar los Júpiter como parte de la resolución de la Crisis.  Pero más específicamente, el segundo incluía que el funcionario americano de la ONU Andrew Cordier ofreciera al Secretario General de la ONU U Thant que este propusiera (con consentimiento americano) a Rusia la retirada de los Júpiter como solución a la Crisis.  No fue necesario, pero Kennedy estaba dispuesto a hacerlo y a anunciarlo públicamente con tal de resolver la Crisis.  Por cierto, cabe decir dos cosas adicionales sobre el acuerdo secreto de retirar los Júpiter.  Primero, Robert Kennedy le pidió a Dobrynin, como un favor personal, que convenciera a Khrushchev mantener secreto el acuerdo, ya que el presidente, y él, Robert, se estaban comprometiendo de palabra a retirar los cohetes en 5 o 6 meses (se retiraron en abril), y que esto podía afectar sus ambiciones políticas futuras si se revelaba (de cuerdo con Dobrynin en sus memorias).  Segundo, para Khrushchev personalmente esto fue muy importante, ya que pudo informar al Presidium, y sobre todo a los militares, quienes se sintieron de cierta manera traicionados por la retirada de los cohetes de Cuba, que la amenaza de los Júpiter había desaparecido gracias a su sagacidad.  Eso no lo ayudó tanto como él pensaba, pues dos años después, en octubre de 1964, fue depuesto como líder de la Unión Soviética en gran parte gracias a sus decisiones durante la Crisis. (Continuará)