SANTIAGO CARRILLO: LA SANGRE, LA MENTIRA, LA HISTORIA-II-FINAL

martes, 2 de octubre de 2012


SANTIAGO CARRILLO: LA SANGRE, LA MENTIRA, LA HISTORIA-II-FINAL
 (10-1-12-5:20PM)
Por Diego Trinidad, Ph.D
El mismo 6 de noviembre en que Santiago Carrillo fue nombrado Consejero de Orden Público en Madrid, huyótodo el gobierno del Frente Popular de la capital hacia Valencia, temiendo que las tropas nacionalistas de Franco tomaran la ciudad.  Carrillo firmó esa misma noche una serie de órdenes destinadas al exterminio de miles de inocentes presos en las cárceles madrileñas, principalmente las más grande, la Cárcel Modelo. Pero algo importante se debe notar: nunca autorizó directamente la muerte de nadie. Por eso después pasó el resto de su vida negando responsabilidad alguna por los asesinatos de Paracuellos y por eso todavía muchos historiadores izquierdistas en España y Europa (casi no en Estados Unidos, donde el interés por este siniestro personaje es mínimo) lo eximen de responsabilidad.  Pero cabe aquí preguntar por qué se produjeron las matanzas masivas entre noviembre 6 y diciembre 4 bajo la autoridad de Carrillo en su función de Delegado de Orden Público a cargo de la seguridad personal de todos los madrileños.  
En efecto, existen varias teorías.  Primero, como ya se ha explicado, las tropas franquistas estaban en las afueras de Madrid el 6 de noviembre.  Segundo, como se temía la caída de Madrid y como el General Mola llevaba tiempo, desde octubre,  alardeando de los 25,000 “quintacolumnistas” que había en Madrid listos para unirse a las tropas nacionalistas, las autoridades que quedaron en la capital lo tomaron suficientemente en serio no solo para buscar casa por casa a esos “quintacolumnistas” de Mola, sino para comenzar a eliminar a quienes pensaran se podían unir a las tropas franquistas—sobre todos los militares presos. Tercero, desde la entrada de cuatro ministros anarquistas en el segundo gabinete del Primer Ministro socialista Largo Caballero el 4 de noviembre, la presión para comenzar la política de exterminio contemplada por el Frente Popular desde el comienzo de la Guerra se incrementó.  De hecho, el nuevo Ministro de Justicia anarquista Joan García Oliver, en la noche del 4 de noviembre llamó al Secretario de Prisiones Antonio Fernández para preguntar cuantos presos había en la Cárcel Modelo.  Fernández contestó que había 10,500. García Oliver contestó, “serán 500”.  No señor, aclaró Fernández comprendiendo enseguida la implicación.  “Habrá 10,500, pero en pocos días solamente tienen que quedar 500” dijo García Oliver, añadiendo “Está visto que usted o no me entiende o no quiere entenderme”  Fernández fue destituido poco después y lo dicho por García Oliver por supuesto se cumplió.
Cuarto, a principios de noviembre llegó a Madrid el agente soviético Mikhail Koltsov (foto), nominalmente corresponsal de Pravda, pero realmente un alto funcionario de la Komintern y enviado especial de Stalin al gobierno de Largo Caballero. Koltsov se reunió con el Comité Central del Partido Comunista Español en la tarde de noviembre 6 y les “instó” a que fusilaran a todos los presos en las cárceles de Madrid. ¿Orden o sugerencia?  ¿Qué tuvo más peso, cual de estas teorías fue la más decisiva?   
Probablemente todas fueron importantes en la decisión de comenzar la matanza esa noche de noviembre 6. Pero algunas consideraciones. Aunque no todas eran tropas profesionales, había más de 40,000 defensores del Frente Popular en Madrid y habían comenzado a llegar las Brigadas Internacionales, organizadas y equipadas por Stalin y la Komintern y con importante presencia en Madrid a principios de noviembre.  Equipo militar ruso, incluyendo tanques de guerra y aviones también estaban en Madrid desde octubre (cuando todas las reservas de oro del Banco de España, entre las mayores del mundo, fueron enviadas a Moscú).  ¿Qué tan importantes entonces serían 10,000 presos desarmados en la conquista de Madrid? Los anarquistas querían comenzar el exterminio, pero esa era de hecho la política del Frente Popular y solo fue accidental que se implementara en noviembre de 1936.  La intervención de Koltsov puede haber sido decisiva, pero no se puede probar. La verdad es que los que permanecieron en Madrid estaban dispuestos a pelear hasta la muerte, de manera que la posibilidad de perder no pudo haber sido tan decisiva en la matanza. Pero no, hay una explicación más razonable y concordante con la historia: la influencia decisiva de los comunistas en el gobierno del Frente Popular, especialmente de la Komintern y su presencia en Madrid desde octubre de 1936. 
Como es bien conocido, la implantación del terror siempre va conjunta con la dominación de los comunistas en cualquier gobierno del que, o forman parte, o controlan.  En Rusia, por supuesto, donde todo empezó, ya hemos visto como Lenin y Dzerzhinsky introdujeron la Checa casi desde que los bolcheviques tomaron el poder en noviembre de 1917.  Bueno, en España sucedió igual y esa presencia cada vez más dominante de los comunistas en el gobierno del Primer Ministro socialista Francisco Largo Caballero coincidió con el comienzo de las exterminaciones masivas en noviembre en Madrid.  Aunque debe señalarse que los asesinatos habían comenzado casi desde febrero, y que especialmente desde agosto, ya se habían hecho algunas “sacas” de las cárceles de Madrid para asesinar a los presos. 
Largo Caballero sucedió a Giral como premier el 4 de septiembre y en ese nuevo gobierno ya hubo la inclusión de dos ministros comunistas—más seis socialistas—en contraste con el anterior de Giral donde no había ni socialistas ni comunistas.  El 4 de noviembre entraron cuatro ministros anarquistas como se ha mencionado antes y el gobierno se radicalizó aún más.  Casi todos los elementos del Frente Popular visualizaron la eliminación de la oposición desde que tomaron el poder en febrero, pero con los comunistas, eso  siempre fue parte de su agenda política, incluyendo la exterminación física de manera masiva.  Cuando el gobierno de Largo Caballero huyó a Valencia el 6 de noviembre, la oportunidad se presentó al fin, y Santiago Carrillo estaba presente para ejecutar la política de exterminio del partido comunista.   
Como es sabido, en cualquier organización, el ejecutivo da una orden, y sus subalternos la hacen cumplir.  Cuando la orden llega al nivel de su aplicación, el que la aplica es directamente responsable, aunque claro, toda la cadena, desde el ejecutivo principal, comparten la responsabilidad.  En el Madrid del 6 de noviembre, la cadena de responsabilidad comenzaba con Largo Caballero, luego pasaba a su Ministro de Justicia, García Oliver, a su Director de Seguridad Manuel Muñoz Martínez, y finalmente, al Consejero de Orden Público, Santiago Carrillo.  Pero Largo Caballero y todos los demás habían huido a Valencia en la tarde, de manera que en Madrid, como jefe militar quedó el General Miaja, quien recientemente se había afiliado al Partido Comunista Español. Miaja, sin embargo, estaba muy ocupado con la defensa de Madrid, y los asuntos de seguridad interna, por ende, quedaban solamente bajo la autoridad de Carrillo¿Cuál fue, exactamente, la responsabilidad de Carrillo en los asesinatos de Paracuellos? ¿Fue Carrillo culpable de ordenar los asesinatos?  La evidencia, incluyendo la evidencia documental, es irrefutable. 
Como se ha señalado, no existe ningún documento con la firma de Carrillo que ordenara los asesinatos. Pero esto es claramente la norma histórica.  Con la posible excepción de Lenin y Stalin, quienes de hecho firmaron en muchas ocasiones las órdenes de exterminio, casi nunca en la historia esto ha ocurrido. Pero Carrillo si firmó muchos documentos dirigiendo a sus subalternos, sobre todo a su asistente Segundo Serrano Poncela (a quien Carrillo, típicamente culpa de todo lo sucedido) a sacar a los presos de las cárceles para trasladarlos a otras prisiones fuera de Madrid y evitar que se unieran a las tropas franquistas en caso de caer Madrid. Todos los dirigentes a cargo de Madrid sabían perfectamente que tales “sacas” y “traslados” de los presos implicaban su eliminación física. Además, hay una multitud de testigos que han identificado a Carrillo, quien como jefe directo en todo caso era, de hecho, el responsable, como quien dio las órdenes de los asesinatos entre el 6 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936 (naturalmente, Carrillo no fue responsable de la mayoría de los asesinatos de Madrid desde agosto, cuando ni se encontraba en la capital, pero si lo fue de los muertos de Paracuellos).(Arriba a la izquierda, ilustración de los fusilamientos de Paracuellos)  
Existe además un documento firmado nada más y nada menos que por Georgi Dimitrov, el búlgaro que fue jefe de la Komintern entre 1934 y 1943, identificando específicamente a Carrillo como responsable directo de todos los asesinatos de Paracuellos.  Escribe Dimitrov en una carta a Kliment Voroshilov (ministro de defensa ruso desde 1934)  el 30 de julio de 1937) “Carrillo, que era entonces gobernador (en realidad, Consejero de Orden Público, pero en verdad, el jefe de seguridad de Madrid) dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos”. Esta fue una carta secreta entre importantes funcionarios comunistas en la que Dimitrov, desde Valencia, informa a Voroshilov en Moscú sobre la situación en España. De ninguna manera esta carta, que tiene varias páginas y que solo menciona a Carrillo de paso, puede ser considera como algo que implica y culpa a Carrillo por algún ánimo contra él, sino como un simple reporte. Esta, en mi opinión, es la prueba definitiva de la culpabilidad de Carrillo.  Esta es la prueba que cubre sus manos de la sangre de los 9,500 muertos de Paracuellos del Jarama en noviembre de 1936. 
No obstante, Carrillo siempre negó, después de la Guerra, ninguna responsabilidad por el crimen de Paracuellos, mucho menos su culpabilidad o alguna orden firmada por él autorizando el asesinato de los presos de la Cárcel Modelo y otras en Paracuellos entre noviembre 6 y diciembre 4 de 1936.  Muy bien, ahora entonces es tiempo de examinar la mentira y su diseminación, hasta el punto que todavía la enorme mayoría de la Izquierda, de los social demócratas europeos—y de muchos historiadores izquierdistas—niegan que Carrillo fuera responsable de la matanza de Paracuellos excepto en el sentido que era el Delegado de Orden Público.  Claro que ese hecho innegable por si mismo lo implica en todo lo sucedido como jefe, pero como Carrillo culpó a su asistente Serrano Poncela, todos sus defensores prefieren creer a Carrillo que confrontar la enorme evidencia histórica.  Un historiador específicamente, el irlandés Ian Gibson, quien ha escrito mucho sobre la Guerra Civil, incluyendo una de las primeras investigaciones sobre la muerte de Federico García Lorca, SI responsabiliza a Carrillo de lo que pasó en Paracuellos, pero malamente, y exime a casi todos los demás, especialmente a Muñoz Martínez, y básicamente culpa a los comunistas dirigidos por Moscú (como si Carrillo no hubiera sido un agente comunista en primer lugar, lo cual, por supuesto, fue verdad.  Gibson y el historiador francés Max Gallo entrevistaron a Carrillo y creyeron sus mentiras, de manera que sus “historias: al respecto tienen que ser consideradas como, al menos, sospechosas. Por supuesto, el propagandista “historiador” inglés Paul Preston tiene que ser descartado—pero no lo es.  Un hombre que odia tan intensamente a Franco y que miente abierta y probadamente debe estar descalificado, pero no lo está. 
El historiador más prestigioso de la Guerra Civil es probablemente el inglés Hugh Thomas, pero solo dedica UNA página a Carrillo y malamente cubre el crimen de Paracuellos.  Otros historiadores españoles más jóvenes igualmente exculpan a Carrillo.  Contra todos ellos, la cabalgata de otros historiadores españoles como el gran Ricardo de la Cierva (cuyo padre fue ejecutado en Paracuellos el 7 de noviembre), César Vidal y Pío Moa, han escrito ejemplares historias generales de la Guerra Civil. Otros como los hermanos Salas Larrazábal, José Manuel Martínez Bande y Rafael Casas de la Vega (cuyo padre también fue fusilado en la provincia de Madrid en 1936), han escrito magníficas monografías sobre aspectos específicos de la Guerra.  Los datos de los hermanos Salas Larrazábal sobre las pérdidas de vidas en la Guerra y de Casas de la Vega sobre el terror en Madrid en 1936 son inigualables.  Pero en inglés, hay dos historiadores muy especiales.  Primero, Stanley Payne, eminentemente objetivo y de ninguna manera favorable a Franco, quien ha escrito varios libros sobre la Guerra Civil.  Y el más grande de todos, Burnett Bolloten, quien dedicó 40 años de su vida a escribir la monumental y definitiva historia de la Guerra Civil Española, Spanish Civil War, un libro de más de mil páginas documentando todo lo que sucedió en esos tiempos.  Todos estos historiadores exponen la gran mentira de que Santiago Carrillo no fue culpable. 
En honor a la justicia, se debe apuntar que el reino de terror de Carrillo terminó el 4 de diciembre de 1936 gracias al re nombramiento ese día del anarquista Melchor Rodríguez como Director de Prisiones en Madrid (había sido inicialmente nombrado el 12 de noviembre, pero sus gestiones para parar las sacas fue exitosamente obstaculizada por Carrillo).  Este hombre puso su nobleza y su alto sentido de la justicia ante su ideología anarquista y su valiente y enérgica actuación salvó la vida de miles de inocentes en Madrid a finales de 1936. Su memoria debía ser recordada en lugar de la del asesino Carrillo, pero desgraciadamente no ha sido así. 
Finalmente, ¿Cuál es el juicio de la historia sobre Santiago Carrillo?  Culpable, absolutamente culpable de la masacre de al menos 9,500 inocentes seres humanos en Paracuellos del Jarama en 1936.  Ese es el juicio histórico y  esa es la sangre que siempre cubrirá su memoria y la mentira que es su herencia—mentira ahora definitivamente expuesta.  Santiago Carrillo fue uno de los grandes asesinos en la historia española y es una gran vergüenza para España que todavía su nombre, lejos de estar cubierto de ignominia, sea celebrado por muchos españoles casi como un héroe.  Quizás algún día se le recuerde solamente por sus crímenes y por su infamia.