¡MÉDICOS CON MIEDO!

martes, 2 de octubre de 2012


¡MÉDICOS CON MIEDO!
(10-2-12-5:00PM)
Por Andrés Pascual
El sueño de la familia pobre es un hijo médico, no para que ayude a la humanidad, sino para que los represente socialmente, que la preocupación por el semejante es relativa en el 90 % de los casos.
El galeno de extracción social “sin recursos” en el capitalismo, ve en el horizonte el producto con que tan abnegada y exigente carrera premia: casa propia, otra en la playa, auto, escuela privada y más carreras para sus hijos, consulta particular…
En el castrismo los compromisos morales del médico no existen, por lo que “contribuir a mejorar la salud ciudadana” no consta como objetivo.
Vivir de la carrera sí, pero pocos se ocuparon de interpretar ciertos mensajes que abortarían la ambición o el sueño personal y familiar de graduarse en esa carrera, para dar paso a compromisos y dependencias que ponen al descubierto la maldad de ese régimen asesino y explotador.
Cuando la tiranía, por interés y órdenes directas del sátrapa,  decidió desprestigiar la medicina cubana con la graduación de tantos médicos que no había dónde colocarlos, comenzó el pueblo a pensar seriamente  en un nuevo recurso dentro de la trampa que es el castro-comunismo; en cosas relacionadas con la libreta de racionamiento, entonces el “embullo” al hijo para que se graduara de “galeno” dejó en el armario el sueño de la “representación social”, porque ya no había sociedad en el sentido tradicional.
Sin embargo, como nueva variante o forma de explotación de la carrera para beneficio propio, un médico significaba un certificado fraudulento por enfermedad de un miembro del núcleo, preferentemente un niño o un anciano, que recibiría mensualmente una cuota paralela de viandas, pollo y un pedacito de piltrafa. Hubo hogares con más de un “enfermo” con dietas especiales que llamaban fórmula Basal.
La profesión cayó tan baja que era (todavía debe ser) dependiente de la voluntad del carnicero, del placero o del bodeguero que le correspondía, igual que del tendero-a, incluso de quien repartía el balón de gas, para poder resolver el diario.
El caso es que todos esos ladrones que intermediaban en el robo para abastecer a la “mayimbada” detrás de mostradores, no eran dueños de los establecimientos, lo que hace mayor la falta de respeto y la desconsideración: el médico tenía que estar en buena con esos elementos o no comía ni se vestía ni…
Ese mecanismo de rebaja, yo diría pisoteo, de la autoestima del médico, se planificó y efectuó con anuencia general popular para desproveer absolutamente a tan valiosa figura de su importancia social: es uno más, sin méritos ni sacrificios superiores para tener beneficios en el rumbo a lograr un estrato diferente dentro de la sociedad de “trabajadores y campesinos”, yo diría que peor, porque, a fin de cuentas, un médico es un médico, pero, para los comunistas, un médico es otro elemento gastable, soldado de ideas y material de exportación, a no ser que se convirtiera en una figura amparada por la “clase dirigente” por cualquier motivo…
Un viaje al África, previo al “servicio social”, para poder comprar un auto soviético, también era otra alternativa del graduado.
Para Castro un enfermero, un soldador, un campesino, un médico, un abogado, un maestro o un ingeniero no son otra cosa que mierda y se lo ha hecho ver a la población desde que comenzó la manipulación directa y acelerada del perfil vocacional de los estudiantes por intereses de infiltración político-ideológica a  mediados de los setentas.
Hoy el médico cubano contempla otra variante para explotar su carrera: la misión internacionalista “área moneda dura”, preferentemente a Venezuela, para lograr lo que la dictadura no les provee en el orden de efectos eléctricos, ropa y un par de pesos.
Aunque el peligro por su integridad civil es el mismo que el que corrían en África durante los 70´s y los 80´s, el riesgo de hoy vale la pena, porque, el otro objetivo es escapar a los Estados Unidos y pedir asilo.
Sin embargo, la posibilidad de la derrota de Chávez en las urnas (no lo doy por descontado), ha llevado a la nomenklatura a correr la bola de que la oposición en el poder botaría de allá a los médicos cubanos explotados en la llamada “Misión Barrio Adentro”.
Una buena cantidad de jóvenes de nueva edición del sector de la salud aceptan esas misiones porque es obligado (lo pueden mandar a una posta médica en una ciénaga o al pico más alto de cualquier provincia con montañas si se niega, además, es el compromiso para poder estudiar “gratis, libremente y sin ataduras”: “donde sea, cuando sea y para lo que sea, Cdte en Jefe, ordene”), además, lo ven como una posibilidad para intentar escapar de la dictadura al mundo libre.
Ahora tienen miedo y con razón, porque, desde cualquier ángulo que se vea, lo pierden todo: lo que consiguen para llevarle a la familia o el sueño de la fuga que, si fructifica, le aliviaría de todos los males…
Después hay gente que defiende aquello, porque “cualquiera se puede hacer médico gratis”.
Y yo pregunto ¿Acaso se puede pagar más caro que con la vida, la soberanía individual y la moral una carrera que, viéndolo bien, representa menos y vive peor que un carnicero, un bodeguero o un placero que ni dueño del establecimiento es? Por favor…