LA CRISIS DE OCTUBRE EN LA MEMORIA: EL CINCUENTENARIO DE LA CRISIS DE LOS COHETES EN CUBA, OCTUBRE 1962-2012-II-FINAL

miércoles, 24 de octubre de 2012


LA CRISIS DE OCTUBRE EN LA MEMORIA: EL CINCUENTENARIO DE LA CRISIS DE LOS COHETES EN CUBA, OCTUBRE 1962-2012-II-FINAL
(10-23-12-5:30PM)
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos mejoraron considerablemente como resultado de la Crisis, aunque no entre Cuba y Estados Unidos.  Las operaciones encubiertas contra Castro continuaron y aumentaron, hasta la muerte de Kennedy en 1963, con la Operación Mongoose dirigida por Robert Kennedy. Pero la revolución fue, de hecho, garantizada por el “entendimiento” entre Kennedy y Khrushchev que “resolvió’ la Crisis.  Por invalidado que haya quedado este “entendimiento” desde el principio, se ha respetado el compromiso de Estados Unidos de no invadir a Cuba ni permitir acciones contra la isla desde el exterior. Pero quizás la consecuencia directa más importante de la Crisis fue que decidió a los militares rusos a buscar por todos los medios la igualdad nuclear con Estados Unidos, al igual que la igualdad en su punto más débil: la cohetería intercontinental. Hacia el año 1970, Rusia había conseguido tal igualdad y posiblemente hasta cierta superioridad, sin importar los alardes del ex Secretario de Defensa Robert McNamara de que los rusos no tenían ningún incentivo para esto. Pero los generales rusos, como Castro, decidieron que nunca más pondrían su confianza en dirigentes políticos civiles y que para evitar una humillación similar a la sufrida después de la retirada de los cohetes estratégicos de Cuba en 1962, la única solución era buscar la igualdad militar con Estados Unidos. 
¿Qué lecciones se aprendieron de la Crisis? La más importante quizás fue la alteración del aforismo atribuido al General prusiano del siglo 19 Carl Von Clausewitz que la guerra es la continuación de la política. No desde la Crisis, no cuando hay armas nucleares presentes. ¿Qué cerca estuvimos de una guerra nuclear? Cerca, pero no tanto. Nunca lo sabremos, pero un accidente, sobre todo con los acosados submarinos rusos, cuyos capitanes no sabían lo que pasaba en la superficie y los cuales tenían la autorización de utilizar los torpedos nucleares conque estaban armados los submarinos en caso de ataque (uno fue, de hecho, atacado con cargas de profundidad).  Igualmente, las armas nucleares tácticas podían haber sido utilizadas, sobre todo en caso de invasión. Los jefes militares rusos en Cuba primero fueron autorizados, para más tarde prohibírseles el uso de esas armas tácticas, aún en caso de invasión.  Pero bajo ataque, podían haber decidido morir matando. Además, hasta los tenientes a cargo de las baterías de los cohetes FKR (había una emplazada en Mayarí Alto a pocas millas de la Base de Guantánamo) podían—accidentalmente o a propósito—haber decidido atacar, como lo hicieron cuando derribaron un U-2 el 28 de octubre, a pesar de las órdenes terminantes de Moscú de no dispararle a ningún avión de reconocimiento. En caso de tales accidentes, en el mar o en tierra con las armas tácticas ¿pudiera una detonación nuclear limitada haber causado una guerra general?  Claro que si, pero probablemente no. Cuba y Rusia hubieran quedado devastadas, pero también la Base de Guantánamo y quizás el sur de la Florida. Otras ciudades como New York y Washington posiblemente hubieran sido atacadas, pero no por más de un puñado de cohetes intercontinentales. (los cohetes rusos eran pocos y  no muy certeros). De todas maneras, las muertes en Estados Unidos hubieran sido contadas en millares, no en millones como en Rusia.  Pero afortunadamente la prudencia prevaleció, sobre todo en Kennedy, ya que Khrushchev nunca tuvo intenciones de usar los cohetes estratégicos o tácticos colocados en Cuba. 
Por otro lado, Kennedy desaprovechó probablemente la última oportunidad de terminar con el cáncer que ha sido la Cuba de Castro por todo este medio siglo transcurrido. Tanto para Estados Unidos, como para el resto del mundo, muy especialmente para el pueblo cubano. También, desafortunadamente, como atestigua la publicación de este nuevo libro de Mikoyan/Savranskaya, la transformación de asesinos brutales como Khrushchev y Mikoyan, responsables ambos de la muerte de quizás millones de inocentes rusos y ucranianos, continúa.  Khrushchev, desde su viaje a Estados Unidos en 1959, fue visto por los medios informativos como una figura bufonesca, pero relativamente inofensiva.  Tres años después, puso al mundo en peligro mortal. Pero después de su deposición y retiro, fue otra vez transformado, ahora permanentemente, en un tipo de viejo abuelo benévolo. Mikoyan, quien siempre fue generalmente respetado, ahora se nos presenta como un sabio estadista y hastacomo una figura “romántica”. Pero la historia está llena de monstruos y los comunistas son los peores monstruos de todos. Nadie fue más culpable de la Crisis de los Cohetes de Octubre 1962 en Cuba que Nikita Khrushchev y eso nunca debe ser olvidado.  
Para los cubanos, sobre todo para el Exilio Histórico, la Crisis de Octubre cada año queda más atrás, cada año se recuerda menos, ahora casi con cierta nostalgia.  Esto es lamentable, pero de esperar: después de todo, la Crisis es casi contemporánea con nuestro exilio de más de cincuenta años.  Por eso escribo sobre el tema todos los años tratando de crear interés, sobre todo en la generación más joven. Pero además las investigaciones de historiadores serios continúa, como lo evidencia este nuevo libro de Sergo Mikoyan y Svetlana Savranskaya. Es verdad que muchos historiadores todavía creen ciertos mitos, pero quizás con el tiempo, y sobre todo al revelarse más información todavía secreta, esto cambie. Por ejemplo, en 1970, se firmó un acuerdo entre el Secretario de Estado americano Henry Kissinger y el embajador ruso Anatoly Dobrynin, “reafirmando, clarificando y modificando” lo acordado informalmente en octubre de 1962. Este nuevo acuerdo prohibió a Rusia basar submarinos nucleares en Cuba, además de cohetes, como acordado en 1962, pero mucho más importante, Rusia finalmente obtuvo un firme compromiso de Estados Unidos de no invadir a Cuba. Este acuerdo todavía ¡después de 42 años! se mantiene secreto, una de las razones porque muchos aún creen en la existencia de algún siniestro acuerdo secreto que ha mantenido a Cuba protegida de ataques desde el exterior, ya sea por Estados Unidos o cualquier otro adversario. 
PD. Como escribí antes, ayer asistí al seminario sobre el cincuentenario de la Crisis de Octubre en Casa Bacardí de la Universidad de Miami.  Magníficas presentaciones, sobre todo por Svetlana Savranskaya(foto de la izquierda), Michael Dobbs y Brian Latell. Pude hacer algunas preguntas a Svetlana, como parece que prefiere que le llamen. Es una mujer rusa, joven, quien recibió su doctorado en relaciones exteriores de la Universidad Emory en Atlanta en 1998 (en contraste yo recibí el mío en historia de la Universidad Rice en Houston en 1972), bajo la dirección de Robert Pastor, principal asesor para Iberoamérica del presidente Carter, algo preocupante.  Pero parece ser una gran investigadora y aunque solo tuve la oportunidad de hacerle dos breves preguntas sobre las motivaciones de Khrushchev en introducir los cohetes estratégicos en Cuba (ella, como Michael Dobbs, lamentablemente mantiene que Khrushchev tomó la arriesgada decisión para proteger a Cuba), no pude preguntarle lo que más quería, es decir, si en su libro ella indicaba que Khrushchev tenía intenciones de dejarles las armas nucleares tácticas a Castro. Se fue a los pocos minutos por un compromiso previo, pero pude hablar con ella unos minutos durante los cuales le entregué una copia de mi largo y detallado capítulo sobre la Crisis (ella lee español) y ella me pidió que le enviara las fuentes para lo que mencioné en mis preguntas, que los cohetes tácticos (sin las cabezas nucleares) se habían quedado en Cuba y que los bombarderos IL-28 no se habían regresado a Rusia hasta 1964. Le envié la información y espero mantenerme en contacto con ella y leer su libro cuando sea publicado en diciembre. Svetlana también cometió un error al negar mi comentario sobre fuentes de información citadas por los autores Naftali y Fursenko.  Dijo que los generales taquígrafos que mencionan los autores no pudieron ser entrevistados en Moscú en 2003 porque estaban muertos. Parece ser verdad, pero eso no cambia lo que yo dije, que esos autores no encontraron evidencia en los archivos que solamente ellos examinaron en Moscú en el 2003 sobre las motivaciones de Khrushchev de introducir cohetes estratégicos en Cuba para proteger el régimen de Castro contra una invasión americana. 
Con Michael Dobbs (foto), a quien conozco desde que presentó su gran libro sobre la Crisis One Minute to Midnight en Casa Bacardí en el 2008, también conversé por un buen rato y me enteré que había basado casi toda su “interpretación” sobre las motivaciones de Khrushchev en introducir los cohetes en Cuba en los tres libros publicados con las memorias de Khrushchev.  No en balde considera que defender a Cuba fue su motivación principal, si esa siempre fue la justificación del líder ruso.  Pero no fue así, como he dicho y como explicaré brevemente ahora. Cito la primera vez que Khrushchev propuso la idea al Mariscal Malinovsky, Ministro de Defensa ruso en abril de 1962. De acuerdo con el General Dmitri Volkogonov, la única fuente sobre esta reunión, allí no se habló una palabra sobre defender a Cuba, sino como balancear la presencia de cohetes americanos en Turquía con la posibilidad de emplazar cohetes rusos en Cuba. Cito además las minutas de las reuniones del Presidium en Moscú en mayo de 1962 donde se decidió introducir los cohetes en Cuba, después de consultar a Castro y obtener su aprobación.  Tampoco se menciona ni una palabra sobre defender a Cuba.  Finalmente cito las minutas y los protocolos de las reuniones en el Kremlin durante la Crisis antes de tomar la decisión sobre el retiro de los cohetes. Tampoco se menciona la defensa de Cuba.  Únicamente cuando Khrushchev decide retirar los cohetes y tiene que admitir que la decisión de introducirlos fue un grave error, para empezar a justificarse ante el Presidium, Khrushchev empieza a mencionar la defensa de Cuba ante una invasión americana como su principal motivación, y defiende débilmente la decisión de retirar los cohetes diciendo que eso no quiere decir que Rusia abandonará a Cuba y que aún sin los cohetes, Rusia puede proteger a Cuba de una invasión americana. Cabe preguntar ¿entonces por qué introducir los cohetes en primer lugar?  Pero de todos modos, esto no ocurre hasta el día 25 de octubre. Cito finalmente a los mencionados autores Naftali y Fursenko comentando sobre esta reunión en el Kremlim del día 25. “La defensa de Cuba no había sido la preocupación de Khrushchev y ciertamente no había sido la razán principal porque optó enviar cohetes nucleares a la isla” (Khrushchev’s Cold War, página 484).  Para mi, ni Svetlana, ni Dobbs, ni todos los otros que insisten que defender a Cuba fue la principal—o hasta la única—razón de Khrushchev de lanzarse a su gran aventura y apuesta final en Cuba, no pueden contrarrestar mis argumentos, de manera que considero mi posición como la  históricamente correcta. 
Finalmente, para mi sorpresa, mi buen amigo Brian Latell, aunque ofreció una buena interpretación de lo que en su criterio apresuró la resolución de la Crisis por la “bizarra” actuación de Fidel Castro el “sábado negro” el 27 de octubre cuando el U-2 fue derribado. Esa mañana Castro se presentó en el cuartel general de las tropas rusas en El Chico, en las afueras de La Habana para informar al General Pliyev de su orden inmediata de disparar sobre los aviones de reconocimiento americanos volando sobre Cuba.  Latell considera que esa actitud de Castro  impresionó tanto al general ruso que posiblemente resulto en que aprobara derribar el U-2 más tarde. (Contrario a lo que muchos creen, Castro ni dio la orden del derribo ni mucho menos apretó el botón para lanzar el cohete SAM que lo derribó; no estaba ni presente, ya que el SAM se lanzó desde una base en Oriente).  Pero por otro lado Brian piensa que Castro si, en verdad, estaba conciente de la inferioridad de Rusia ante Estados Unidos en cohetería nuclear.  Ni yo ni muchos estamos de acuerdo.  Castro en mi opinión, por el contrario, se creyó la propaganda rusa siempre y por eso, en parte, permitió la introducción de los cohetes en Cuba, pero esto es debatible y solo algo sujeto a interpretaciones.  Este, entonces, es mi relato sobre el gran seminario de ayer y con esto termina mi artículo conmemorando los 50 años de la Crisis de los Cohetes en Cuba en octubre de 1962.