“KARINOA”

miércoles, 24 de octubre de 2012


“KARINOA”
(10-21-12-5:00PM)
por Esteban Fernández
No, mis estimados amigos, no les voy a hablar del famoso indio de Los Tres Villalobos, sino de un muchacho llamado Renán Pérez al que todos le llamábamos “Karinoa”, porque de muchachito le encantaba gritar como el malvado indio de los episodios radiales.
A la gente, que hoy en día descubre que la tiranía detiene a sus enemigos sin una causa justificada, le contaré esta anécdota ocurrida durante el inicio del castrismo. Creo que ya mis lectores saben que todos los Viernes Santos en mi pueblo tenía lugar “La Escenificación de la Crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo”.
El año al que me refiero en esta anécdota, la escenificación  “se acabó como la fiesta del Guatao”. Hubo tiroteos y muchos detenidos. Uno de los presos fue Renán Pérez, quien no era contrarrevolucionario, era solamente un ferviente católico y tenía otro atributo: Mantenía económicamente a sus ancianos padres trabajando como  electricista, a pesar de ser  un imberbe.
Cuando Renán fue detenido, sus  padres quedaron  abandonados, sin recibir la ayuda de su hijo ni la de nadie.  A mis amigos, Milton Sorí, Ángel Budete, Jesús Hernández y a mí se nos ocurrió la idea de hacer una humilde colecta para ayudar a los viejos de Renán que ya llevaba varios días preso en La Habana.
Era un gesto altruista muy lejos de ser un acto anticastrista. Pero desde el principio de la dictadura, la gentuza que se adueñó de todo eran unos monstruos que malinterpretaban y destruían sólo por placer y por envidia.
La cuestión fue que nos lanzamos a las calles a suplicar la ayuda económica de nuestros coterráneos. En realidad lo que la gente daba era un peso, y sólo teníamos reunidos 78 pesos.  Angelito Budete y yo entramos al Café de Bencito y allí nos encontramos con varios amigos, y vimos a Moisés Rodríguez (nada que ver con mi querido “Mochi” que tiene el mismo nombre) que era un mulatico que había sido compañero de Milton y mío en el Colegio Americano. Nos saludó afectuosamente y nos dio un peso...
Comenzamos a tomarnos un café, y a los cinco minutos llegaron dos esbirros llamados Atino y “Escaparate’ (FOTO). Los ignoramos por completo, pero nos fijamos que inmediatamente comenzaron a “cuchichear” con Moisés, quien nos señalaba con el dedo índice. Sin intercambiar una sola palabra entre nosotros, nos dimos cuenta que estábamos embarcados.  
Salimos varios y comenzamos a caminar sin rumbo fijo, doblamos en el callejón deDuarte. Hablábamos, nos reíamos (quizás nerviosamente) y por  fin decidí mirar para atrás,  y lo que nos seguía  era una jauría de más de 20 miembros del G2 local.
Al fin nos alcanzaron y Carlos "Escaparate" dijo: “Esteban y Angelito (éramos los que habíamos hablado con Moisés) van presos, los demás se pueden ir”...
Nos llevaron a la escuela Superior de Niñas  que había sido  convertida en un centro de detenciones. Les pregunté: “¿De qué estamos acusados? No creo que hacer una simple colecta para que coman un par de viejitos es un grave delito penado por la ley"...
Un miliciano llamado Juan Díaz, que lo conocíamos como “Juancito el Fotógrafo”, me dijo”: " Estebita, chico, no es nada contra ti, lo único que queremos es que nos digas quienes te dieron dinero". Y ahí otro miembro del G2, el teniente Guevara, comenzó a darnos nombres de personas adineradas: "¿Tu tío Enrique Fernández Roig te dio dinero?" ..."¿El médico Juan Simón cooperó, el bodeguero Juan Mañaricúa dio algo, Manuel Díaz, el de la Cámara de Comercio, seguro que les dio por lo menos 100 pesos?"... 
Y en eso, el mulato Atino me dijo algo insólito para asustarme: “¡Si no das los nombres de los batistianos que te dieron dinero ME VOY A OCUPAR PERSONALMENTE DE QUE TU PADRE PIERDA SU RETIRO!"...
De pronto,  entraron mis enemigos personales “Tatica” y "Candín” y se encarnaron en un hombre con el cual yo nunca había hablado en mi vida llamado Joaquín Paret. Me preguntaban incesantemente: “¿Él fue el que más dinero dio, verdad? Él es el jefe de Renán en el asunto de trabajar de electricista”. Les contesté: “No sé quién es ese señor”, y era verdad.
Sorpresivamente le permitieron la entrada a mi padre que me dio un abrazo y me dijo casi en un susurro: “Te dije que no te metieras en nada, ahora aguanta como un macho, y no des ningún nombre, yo no quiero un hijo delator”...
Acto seguido llegó un antiguo amigo de mi padre y me dijo: “Esta gente lo que quiere es no quedar mal en los interrogatorios, y me dijeron que si das un solo nombre te vas conmigo”. Le pregunté: “¿Tú me lo prometes?” Y me dijo:  “Te doy mi palabra”. Le contesté: "Entonces que entre toda esa ralea, les voy a dar un nombre”...
Llegaron y les dije: “La gran mayoría de los  pocos billetes que reunimos me los dio Moisés Rodríguez, el MULATO QUE TRABAJA EN LA TINTORERIA Y QUE FUE MI COMPAÑERO DE COLEGIO”...
Se molestaron, se pusieron violentos, pero me soltaron. Y también dejaron en libertad a Angelito. Después yo me ocupé de obligar a Moisés a vestirse públicamente de miliciano. Cada vez que llegaba al parque decía: “No le hablen a este tipejo, es un chivato”...
Muchos años más tarde, estando en el exilio, un amigo mío llamado “Fonfi” Domínguez, estuvo en su natal San Nicolás de Bari y cuando regresó me dijo: “Me encontré con Moisés y me dijo que el día que te vea se va a arrodillar a pedirte  perdón”...