El HUMORISMO DE ESTEBITA

miércoles, 12 de septiembre de 2012


El HUMORISMO DE ESTEBITA
(9-7-12-5:10PM)
EL CARRO Y LA SALUD
por Esteban Fernández 
He realizado un exhaustivo estudio sobre las similitudes  que existen entre la salud y nuestro automóvil. Y sobre todo he analizado la importante pregunta: Para nosotros ¿Qué es más importante nuestro cuerpo o nuestro carro?...
Si tu tienes 25 años de nacido y estás fuerte como un toro, y al mismo tiempo tienes un “lease” en el auto y lo cambias todos los años por uno nuevo, aquí mismo para de leer este escrito que no es para ti.
Mientras, si usted es un anciano y se compra un carro del 2013 entonces su salud está en desventaja con su nuevo Nissan. Pero, si Eustaquio se compró un Ford en el año 85 cuando tenía 53 años  notará que ambos, él y su cacharro, tienen mas o menos los mismos achaques, y ya lo que necesitan es un "overhaul "...
Y entonces Don Eustaquio va manejando y siente una molestia aguda en el pecho, al mismo tiempo comienza un “taca- taca- taca” en el mecanismo del carro. Y ahí viene la disyuntiva de ¿qué es más urgente: el corazón o el ruido cada vez mayor en el motor del carro?...Inmediatamente en su mente surge la pregunta: ¿Voy para el hospital o para el garaje? Unos van para Emergencia y  otros para  el taller de reparaciones más cercano.
Y los dolores y los problemas del auto tienen otra cosa en común: muchas veces desaparecen como por encanto ante la presencia del mecánico o del médico.  El achacoso sale de la casa con un dolor tremendo en el brazo derecho, llega a la consulta, y después de esperar 45 minutos al fin entra el traumatólogo a su cuarto de espera, y de pronto descubre que la punzada se ha esfumado.  El galeno dice: “¿Dónde exactamente tiene el dolor?” Y comienza a apretarle y a moverle el brazo, y hasta pena le da decirle al doctor que ya no siente el más mínimo dolor y hasta miente para que no crea el médico que es un hipocondríaco y hasta dice: “¡Ay, ay, ay, ahí es donde me duele!”...
Y esto no solamente le pasa a Eustaquio sino que nos pasa a muchos con nuestros automóviles: el ruido que hace el "muffler" es ensordecedor, nos parece que no llegamos al mecánico sin que antes se incendie nuestro carro, llegamos, apagamos el motor, y cuando el mecánico lo enciende no hace ningún ruido. El mecánico, dice: “Voy a montarme en el carro y voy a dar una vuelta a la manzana a ver si escucho algo”. Al rato regresa y con una sonrisa burlona nos dice: “No oigo nada, este carro te va a durar por lo menos 15 años mas”... Y esto es en el caso de que el médico y el mecánico sean unas personas decentes, porque de lo contrario nos inventan un virus en el estómago y un problema en el cigüeñal.
Y, desde luego cuando al viejo le dicen que el carro le va a durar un montón de años mas le entra la matraquilla de a quien le va a dejar esa maquina destartalada como herencia. Cuando le dije a mi nieta Lissette que le iba a dejar mi Toyota Tercel del 96, me respondió riéndose: “Si, abuelo, sólo tengo que cambiarle la placa que dice GÜINERO por una que diga CALIFORNIA GIRL”...
Fíjense si es cierta la comparación que les hago entre "salud y carro" que el otro día mi estimada amiga Magaly Alfonso que vive en Miami me contaba la gracia que le hizo al especialista que fue a ver por un dolor en la pierna  y le dijo: “Doctor, creo que tengo la goma izquierda ponchada”...
Y nada mas parecido a la cirugía plástica que la chapistería de los carros. Aunque la verdad es que la chapistería es mejor porque a los automóviles los chapistean completos, mientras la cirugía plástica es “por partes”, y a veces nos encontramos con una mujer luciendo una bella cara que nos hace creer que tiene 35 años con un cuerpo de  87 abriles... Es como un carro que sólo le pinten el techo.
Un día fui al Kaiser Hospital a hacerme un chequeo de rutina,  eché dos monedas en el parquímetro. Me dijeron que tenía la presión un poco alta y que me dejarían en observación por tres horas. Y les juro que yo estaba mil veces mas preocupado porque la grua me fuera a llevar mi carro que por mi presión arterial.  
Por lo tanto, después de romperme la cabeza preguntandome ¿Qué es más importante, el cuerpo o el auto? la respuesta la encontré en un viejo disco del gran filósofo cubano Guillermo Álvarez Guedes en un chiste que decía: “Yo prefiero prestar a mi esposa mejor que al carro,  porque a mi mujer yo sé por donde le van a dar, pero al coche ni idea tengo de por donde le van a dar”...