¿AMIGO DE MI PAPÁ?

viernes, 14 de septiembre de 2012


¿AMIGO DE MI PAPÁ?
(9-11-12-4:30PM)
Por José Alberto Álvarez Bravo
Se llama Carlos Alberto Sigas Núñez. Con esa tierna descompostura de sus seis años, cumplidos el 2 de junio de este 2012, hizo depender la aceptación de mi mano extendida a la condición exclusiva de ser amigo de su papá, a quien no ha vuelto a ver desde aquel fatídico 15 de enero de 2010.
Para Carlitos, estos dos años y ocho meses no han mellado el ansia de viajar a horcajadas sobre los hombros de su padre, cuya presencia reclama con más ahínco cada día. No tiene como imaginar que unos malos cubanos le cumplieran la amenaza de hacerlo desaparecer si continuaba participando en las actividades “de los derechos humanos”.
Ojalá Alberto Sigas Echavarría (en la foto a la izquierda) no esté muerto, pero esta esperanza va languideciendo mientras se acumula el dolor de su ausencia en esta humildísima familia abandonada a su suerte. Ojalá no esté integrando ya, sin que nadie lo haya notado, el extenso martirologio de la causa de la libertad de Cuba. Contaba solo 35 años al momento de su desaparición.
La de Luis Alberto Sigas Núñez es una historia diferente. Solo tenía nueve semanas de vida dentro del claustro materno. Cuando llegó a este mundo cruel, ya su padre llevaba siete meses y medio desaparecido. Jamás ha vislumbrado la figura paterna.
Carmen Núñez tiene que hacer milagros para alimentar a su prole, pero no se amilana ante el aplastante cúmulo de dificultades que tiene ante sí cada día, ni se arredra al responsabilizar al gobierno cubano por la desaparición de su marido.
Sigas Echavarría militó en el Movimiento Opositores por una Nueva República y en el Partido Republicano de Cuba, según asevera su esposa y confirman las fotos de actividades en que participó, pero su familia no tuvo ningún contacto con la sociedad civil antes de mi llegada, en calidad de Secretario de la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos, a su apartada vivienda en Rio Verde, Rancho Boyeros.
Ojalá  muchos cubanos sensibles, sin importar donde vivan ni en qué tendencia política se inscriban, piensen en esta mujer valiente que no se deja aplastar por el encono de su adverso destino. Ojalá la pequeña mano de Carlitos se extienda con más frecuencia en lo adelante, y que no sea yo el único a quien identifique como amigo de su padre, a quien no conocí siquiera, pero a quien considero ya mi hermano en el dolor de mi pueblo.