LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DEL 2012 A MENOS DE CUATRO MESES

jueves, 9 de agosto de 2012


LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL DEL 2012 A MENOS DE CUATRO MESES
 (7-23-12- 2:00PM)
Por Diego Trinidad, Ph. D.
Este es el cuarto artículo sobre la campaña electoral del 2012 desde enero de este año.  El tercero se publicó el 2 de mayo.  En estas diez semanas, mucho ha sucedido, pero poco ha cambiado, por lo menos en lo que se refleja en las encuestas, las cuales siguen más o menos parejas desde principios de año.  Esto demuestra lo que traté de enfatizar en el tercer artículo: las encuestas tienen poco significado y no son confiables hasta principios de septiembre, cuando el electorado americano comienza a prestar atención a la elección.  También demuestra que la razón principal por qué el presidente y su oponerte republicano parecen dividir el voto hasta ahora es que las encuestas principalmente reflejan las opiniones de ambos bandos, pero no de los independientes, que en estos momentos forman entre una cuarta y una tercera parte del electorado. Como hace más de veinte años que el pueblo americano está básicamente dividido, esa división es la que muestran las encuestas. 
El presidente tuvo dos meses—mayo y junio—muy desfavorables.  Entre la última semana de mayo y la primera de junio, una serie de sucesos puso la campaña demócrata en las cuerdas. Primero vino el devastador reporte de desempleo de mayo, el primero en el cual la tasa subió al 8.2% después de haber bajado por tres meses consecutivos. Recuérdese que como he mencionado antes, esta cifra ha sido manipulada por varios meses y la verdadera tasa es de entre el 12% y el 15% si se descuentan los trabajos temporales y se cuentan todos los desempleados, no solo los que buscan trabajo, que cada vez son menos.  Ese mismo día, el presidente se disculpó por aludir “los campos de exterminación polacos” en la segunda guerra mundial, cuando fueron los nazis, por supuesto, quienes operaban esos campos de exterminio.  Luego el FBI anunció el comienzo de una investigación por las revelaciones de documentos secretos desde la Casa Blanca sobre ataques de aviones drones en Afganistán y Pakistán y una lista de terroristas designados para ser muertos por esos ataques. Todo al parecer para hacer lucir más fuerte y decisivo al presidente, pero tuvo un efecto contrario en la opinión pública. El 5 de junio, el Gobernador republicado de Wisconsin ganó decisivamente una elección revocatoria apoyada por los sindicatos de empleados públicos y por el presidente (quien suspendió su apoyo en los últimos días cuando parecía que perdería).  Esa fue una derrota resonante para los demócratas—y para el presidente.  La investigación sobre la Operación Fast and Furious en Arizona, en la cual agentes federales permitieron la venta de miles de armas a los narcotraficantes mexicanos, lo cual costó la vida a dos agentes americanos y a miles de inocentes mexicanos, se recrudeció y se amenazó al Fiscal General Holder con citarlo por desacato si continuaba negándose a presentar los documentos exigidos por un comité investigativo de la Cámara. Finalmente, el presidente declaró que el sector privado estaba funcionando bien, por lo que fue criticado hasta por algunos demócratas. Más tarde se anunció que la campaña de Romney había recaudado $15 millones más que el presidente en mayo. 
El 15 de junio, el presidente trató de cambiar la ecuación política con un decreto ejecutivo otorgando un indulto temporal a 800,000 jóvenes ilegales contra deportaciones.  Ese decreto, considerado por muchos, incluyendo algunos demócratas, como inconstitucional ya que usurpa poderes que pertenecen al Congreso, aparentemente ha beneficiado al presidente entre algunos votantes hispanos (los hispanos, tal como todos los demás americanos, siguen considerando la economía y el desempleo como las cuestiones electorales de mayor importancia).  Pero  aquí  hay varios factores que considerar. Uno es que ninguno de esos jóvenes puede votar, por supuesto.  Algunos familiares y amigos, además de aquellos que prefieren algún tipo de amnistía para los ilegales en el país, votarán por el presidente, pero esos ya lo favorecían. Otro factor es que quizás muchos más votantes voten en contra del presidente debido a este decreto.  Recuérdese que en definitiva la gran mayoría de los americanos están contra una amnistía de los ilegales y esta mayoría incluye demócratas blancos y negros.  Un tercer factor es que el voto  hispano, contrario a los pronósticos de varios comentaristas locales (todos saben quienes son) no será decisivo en la elección presidencial. Los hispanos no solo favorecen al presidente en una menor proporción que la que recibió en el 2008, pero muchos menos votantes hispanos irán a votar este año.  Miles de hispanos se consideran, con razón, engañados por el presidente, quien a pesar de tener  mayorías absolutas en el Congreso en el 2009-10, ni siquiera presentó un proyecto de ley ante el Congreso para resolver la situación de los inmigrantes ilegales, tal como prometió en la campaña del 2008.  Además, y quizás peor, la tasa de desempleo entre los hispanos es superior al 11%, tres puntos más que la tasa nacional. Ese decreto fue grandemente considerado como una decisión obviamente política por mayorías de todos los votantes, a veces del 60%.  De manera que en balance, no parece beneficiar al presidente en noviembre.  
Pero a fines de junio, la esperada  decisión de la Corte Suprema sobre la Ley de Salud del 2010 conocida como Obamacare, la cual todo parecía indicar que le asestaría un golpe casi mortal  al presidente, sorprendió cuando la Corte declaró la Ley constitucional.  Además de ser una decisión catastróficamente mala para el país, se esperaba que el presidente se beneficiara en las encuesta.  Pero no sucedió así.  En algunas encuestas, el presidente subió un par de puntos por varios días.  En las últimas dos semanas, tal parece que casi todo el electorado se olvidara de la decisión.  Menos la base republicana y el movimiento delTea Party, el cual se despertó ultrajado por la decisión de la Corte.  El día que se anunció la decisión, la campaña de Romney recaudó más de $5 millones.  Algunos comentaristas conservadores trataron de minimizar la pésima decisión de la Corte y de racionalizarla, mencionando que después de todo, la Corte solamente decidió que la Ley de Salud es constitucional si se considera como un impuesto.  Durante meses en el 2010, tanto el presidente como todos los demócratas, negaron firmemente que las penalidades creadas por la Ley si los americanos se negaban a comprar seguros de salud, como la Ley obliga, fueran un impuesto.  De haberse admitido eso, la Ley nunca hubiera sido aprobada por el Congreso.  Ahora resulta que según el Juez Jefe de la Corte, John Roberts, quien decidió y escribió la decisión él solo (los demás jueces se dividieron tres a tres), las penalidades ordenadas por la Ley son impuestos, a pesar de que la palabra impuesto no se menciona ni una sola vez en las 2700 páginas de la Ley.  Y esos mismos analistas conservadores insisten en que la Corte realmente restringió los poderes del Congreso de aplicar la Cláusula de Comercio de la Constitución, bajo la cual el gobierno federal usurpó enormes poderes desde los años 1930s.  Quizás así sea, pero la decisión de la Corte fue una gran victoria para el aparentemente tambaleante presidente, no importan las racionalizaciones de sus opositores. Más el presidente no se benefició, como se esperaba. Mucho peor, el Juez Roberts también escribió una gran verdad: la decisión final la tienen los votantes.  Efectivamente.  En noviembre, si los votantes no quieren la Ley de Salud  (de acuerdo con las encuestas Rasmussen, por los dos años desde que se aprobó la Ley, la mayoría de los votantes consistentemente se opone y apoya su revocación), votarán por Romney.
(Mi próximo artículo será sobre la decisión de la Corte Suprema aprobando la Ley de Salud). 
Julio trajo nuevas malas noticias económicas al presidente.  El reporte de trabajo (publicado el primer viernes de cada mes) mostró la tasa de desempleo sin cambio—el 8.2%.  Pero por segundo mes consecutivo se crearon menos empleos (80,000 en mayo, 77,000 en junio) y se redujo todavía más la base de los que buscan trabajo (recuérdese que mientras más disminuye esa base, la tasa de desempleo, aunque sea mayor, en el papel baja).  Es más, en junio, 80,000 personas aplicaron para beneficios por incapacidad.  De manera que 3,000 personas más dejaron la base de trabajo y por supuesto, aumentó todavía más el gasto público con esos nuevos beneficiarios.  La campaña de Romney recaudó $35 millones más que el presidente--$50 millones más en dos meses. 
El Fiscal General Erick Holder (foto) fue citado por desacato por la Cámara con varios demócratas votando con la mayoría republicana.  El asunto de la Operación Fast and Furious parece que afectará adversamente al presidente, ya que extrañamente decidió proteger la documentación que reclama el Comité investigativo de la Cámara, invocando, otra vez por decreto, privilegio ejecutivo.  Excepto que el privilegio ejecutivo no aplica en casos como este y la percepción es que algo oculta la Fiscalía General.  Ahora el presidente se involucra innecesariamente en este asunto. La muerte de los dos agentes americanos sin que sus familias reciban ninguna explicación, puede convertirse en una buena ventaja para los republicanos en la elección. La Cámara adicionalmente votó una vez más por derogar la Ley de Salud, también con el apoyo de varios demócratas. Los demócratas acusaron a la mayoría republicana en la Cámara de una maniobra política, ya que el Senado no votará por derogar la Ley.  Pero a pesar de ser una votación simbólica, esta vez los demócratas que votaron en contra de la derogación votaron a también a favor de un enorme nuevo impuesto, ya que así lo dictaminó la Corte Suprema.  Eso puede tener graves consecuencias para muchos candidatos demócratas a la Cámara en las elecciones de noviembre.  Y para el presidente, quien aún insiste que las penalidades ordenadas por la Ley no son impuestos, no importa lo que diga la Corte Suprema.  Y esta semana el presidente cometió un grave error cuando en un discurso dijo que los creadores de negocios no eran responsables de sus creaciones, sino que el gobierno era el mayor responsable. No fue un descuido, sino que revela claramente la ideología de extrema izquierda y contra la empresa privada del presidente. De momento, los medios noticiosos, excepto comode costumbre Fox News, no le dieron mucha importancias  estos comentarios. Pero cuando Romney comenzó a mencionarlos prominentemente en sus discursos y comerciales, no les quedó más remedio que reportarlo.  Parece que esto le funcionará a Romney como importante tema en la campaña, ya que la enorme mayoría de los votantes saben bien que NO es el gobierno el que crea trabajos ni mucho menos empresas, sino cada individuo con su esfuerzo.   
El famoso escritor y humorista americano del siglo 19, Mark Twain, escribió en un artículo publicado en la revista North American Review en 1906, que existen tres clases de mentiras:  mentiras, malditas mentiras y estadísticas.  Con esto vuelvo a insistir que las encuestas, sobre todo en julio, se deben considerar con mucho cuidado y no se les debe dar mucha importancia.  En este día 20 de julio, el promedio de todas las encuestas nacionales de acuerdo con Real  Clear Politics pone al presidente adelante por 48% a 44%, con un margen de error de un 3%.  O sea, las encuestas muestran una elección reñidísima.  Pero las encuestas de Rasmussen, las más certeras como he indicado antes porque miden solamente las opiniones de los votantes que probablemente acudirán a las urnas (likely voters) y porque han sido las que mejor han pronosticado los últimos tres ciclos electorales (2006, 2008, 2010), muestran a cada candidato con un 46% de apoyo.  Tanto Rasmussen como el prestigioso analista político de Fox News  Brit Hume (corresponsal de ABC y de Fox en Washington por 30 años), han dicho públicamente varias veces, como también lo ha indicado el astuto analista Dick Morris (principal asesor político del Presidente Clinton), que hasta septiembre los votantes americanos no le prestarán mucha atención a la elección, con lo que concuerdo, ya que así ha sido históricamente. Además, la próxima semana comienzan las Olimpiadas, lo cual será una distracción adicional.  Terminadas las Olimpiadas, siguen rápidamente las convenciones de los dos partidos y la nominación oficial de los dos candidatos, lo cual, en el caso de Romney, es muy importante, ya que solo entonces tiene la libertad de gastar sus recaudaciones ilimitadamente. Por todas estas razones, hasta principios de septiembre no comenzará la campaña en serio. Sin embargo, se pueden observar ciertas tendencias y considerar ciertos factores desde ahora. Este es el análisis que sigue. 
Encuestas, encuentas y más encuentas.
Las encuestas no solo miden que candidato lleva la ventaja en un momento determinado; recuérdese que son como fotografías de lo que el público piensa cuando el encuestador hace sus preguntas.  Y por supuesto, se debe recordar también, como he mencionado varias veces, que mucho depende de las preguntas que se hagan, de la base que se utilice y de la composición de esa base.  Por ejemplo, en una de las primeras encuestas que hizo Gallup después de la decisión de la Corte Suprema sobre la Ley de Salud, el presidente tenía una ventaja de dos puntos, lo que pareció indicar que en algo lo había favorecido la decisión.  Pero un examen mas detallado de cómo se hizo la encuesta enseguida produjo dudas. Solo se encuestó a los votantes inscriptos,como acostumbra Gallup, y solo se utilizó una base del 24% de votantes republicanos.  Obviamente, esa encuesta no podía reflejar la verdadera opinión pública, ya que los republicanos inscriptos para votar tienen casi las misma proporción que los demócratas en los registros, con los votantes independientes completando entre una cuarta y una tercera parte de todos los votantes inscriptos, variando algo en cada estado. Sin embargo, la encuesta se publicó en las primeras páginas de casi todos los periódicos nacionales y se reportó prominentemente por todas las cadenas noticiosas.  El efecto en la opinión pública tiene que haberse notado.  Pero las encuestas también miden muchas otras opiniones, como la popularidad personal de cada candidato, la importancia que ciertos temas tienen para los votantes y que apoyo tienen algunas políticas específicas, tales como la Ley de Salud o las nuevas medidas sobre los inmigrantes ilegales. Aquí, el presidente continúa mostrando opiniones favorables a su persona, pero en contra de sus políticas.  Cuando esa divergencia se decida a un lado u otro, las encuestas cambiarán.  Como esta elección se asemeja cada vez más a la de 1980, es importante que por primera vez los votantes opinan sobre como se encuentran cuatro años después de la elección del 2008. Las primeras encuestas muestran que por diez puntos o más, los votantes opinan que están peor ahora.  De la misma manera, la popularidad del presidente ha variado por diez puntos más o menos en lo que va de año, pero desde que la Ley de Salud se aprobó en el 2010, más de la mitad de los votantes se ha mostrado consistentemente en contra.  Es igual con la opinión sobre la economía, el desempleo, la política energética y la política hacia Israel.  En todos estos casos, hay una diferencia de diez puntos o más entre los que simpatizan con el  presidente personalmente y los que se oponen a sus políticas. En noviembre, los votantes tendrán que decidir que es más importante.  La probabilidad es que los temas y las políticas cuenten más que las simpatías personales. El racismo en reverso ayudó mucho al presidente en el 2008.  Este año, es muy dudoso que tantos voten por él por sentimientos de culpabilidad y de racismo en reverso. Ya veremos. 
Los temas de mayor importancia en la campaña y las estrategias de cada partido.
Como llevo escribiendo desde enero, la economía será el tema primordial en esta elección salvo alguna crisis de envergadura que afecte directamente la seguridad nacional. La única crisis que se puede prever ahora es una guerra con Irán, es decir, un ataque a Irán por parte de Israel, de Estados Unidos o de los dos juntos.  Además de que ahora no se visualiza esto como en febrero, cuando parecía muy posible, las consecuencias de tal guerra serían económicas al principio. Específicamente, el precio de la gasolina aumentaría enormemente. Como Irán no tiene la remota capacidad de atacar a Estados Unidos y como aún si se produjeran algunos actos terroristas en el país nunca serían tan serios como por ejemplo, el ataque a las torres en New York, la opinión pública casi inmediatamente sería contra la presente administración, pues no solo la gasolina aumentaría de precio, sino también la comida.  El desempleo igualmente subiría y el respaldo que el pueblo americano brinda a sus presidentes en momentos de crisis dudosamente sería mayor que el temor u descontento provocados por tal guerra. Desventaja para el presidente.
La tasa de desempleo, de acuerdo con el presidente del Banco de la Reserva Federal Ben Bernanke (en la foto), no bajará a menos del 8% por el resto del año.  Ningún presidente en la historia de Estados Unidos excepto Franklin Roosevelt en 1936 ha sido reelecto con un desempleo mayor al 8%.  Desventaja para el presidente.
El precio de la gasolina, después de un breve respiro, ha aumentado en un 30% en los últimos dos meses.  Ya se empieza a notar otra vez, sobre todo con las nuevas amenazas de Irán de cerrar el Estrecho de Hormuz.  El precio de la comida, aunque el gobierno insiste que la inflación está bajo control, se nota cada vez que vamos de compra a los mercados. Y para noviembre, con el frío, el precio de la electricidad también mostrará un aumento. Insatisfacción popular y desventaja para el presidente.
En los próximos meses, el precio de los seguros de salud, que ya ha aumentado considerablemente, se notará más, sobre todo cuando cada vez más estados decidan no adoptar la Ley de Salud y la base de asegurados se reduzca. Considerando la oposición de más de la mitad de los votantes a esa Ley de Salud, el presidente sufrirá esas consecuencias.   
Como el record económico del presidente es indefendible, los encargados de su campaña han decidido hablar de todo menos de la economía. Una semana es la “guerra” contra las mujeres porque, sobre todo la Iglesia Católica, se opone al mandato que obliga a instituciones religiosas a ofrecer no solo anticonceptivos, sino también las pastillas que provocan abortos al día siguiente de tomarlas, y hasta el aborto obligado (esta semana una importante Iglesia Protestante también demandó a la administración por la implementación de esa política). Otra semana es la antigua compañía que presidía Mitt Romney, Bain Capital, y la destrucción de trabajos que esa compañía supuestamente ocasionó en Estados Unidos cuando algunas compañías compradas por Bain Capital cerraron o trasladaron empleos a otros países. Según el Washington Post, periódico que apoya al presidente, tales acusaciones son falsas. Otra semana es que Romney no revela sus declaraciones de impuestos (ha dado dos años a conocer y en el 2008, reveló 12 años a petición del candidato ganador, John McCain; no hubo ninguna irregularidad).  Pero el presidente tampoco ha revelado, nunca, ni sus records médicos ni sus records educacionales. Esta semana vuelven no solo los ataques a Bain Capital (según una ayudante de campaña del presidente, Romney mintió sobre cuando cesó como ejecutivo de Bain), sino la guerra de clases y la insistencia en aumentar los impuestos a los “ricos”, los que tengan entradas superiores a los $250,000 anuales. Solo que prominentes demócratas como Nancy Pelosi, ex presidente de la Cámara y el Senador Chuck Schumer de New York, prefieren que los “ricos”se describan como los que ganan más de $1 millón, pues en New York y en California, los que ganan $250,000 no son “ricos”. Los asesores del presidente están convencidos de que los votantes favorecen estas dementes políticas de aumentar los impuestos a los “ricos”, aunque el aumento propuesto por el presidente solo recaudaría $8.6 billones.  Eso lo gasta el gobierno federal en seis días.  Para no mencionar que en varias ocasiones el presidente ha declarado que aumentar los impuestos—cualquier impuesto—en tiempos de mala economía no es buena idea.  Pero los “genios” que manejan la campaña presidencial—que son tan ineptos como sus asesores políticos y económicos, no comprenden que aunque una pequeña proporción de votantes apoye ahora subir los impuestos a quien gane más de $250,000, eso no quiere decir que cuando sepan la verdad lo sigan apoyando.  Históricamente, los americanos siempre han rechazado las políticas de la envidía y el odio de clases.  Esta vez será igual, pero no es lo mismo ser “experto” en política estilo gangster de Chicago, de donde provienen, que conocer la historia de Estados Unidos.  En estos ataques contra Romney durante el mes, en el desespero de hablar de todo menos de la economía, la campaña del presidente ha gastado más de $50 millones.  Pero las encuestas siguen parejas.  Es decir, que de nada han servidos esos ataques mendases.  Se puede hasta decir que solo han servido para mantener la igualdad en las encuestas y quizás sin ellos, el presidente hubiera caía por debajo de Romney. 
Finalmente, se debe mencionar algo que muchos no conocen.  Aunque Mitt Romney (foto a la izquierda)ha recaudado $50 millones más que el presidente en dos meses seguidos, no los puede gastar.  ¿Por qué?  Porque por ley, no puede gastar mas que cierta cantidad hasta no ser nominado en agosto. La disparidad en recaudaciones continuará.  Ayer el Wall Street Journal reportó que los inversionistas de Wall Street se han virado en sus contribuciones a cada partido en un 5%.  Es decir, en el 2008, el 55% de sus contribuciones fue para el presidente.  Ahora es al revés: el 55% de las contribuciones presentes son para Romney.  La diferencia son $300 millones más para Romney.  Solo uno de los nuevos Super Pacs republicanos planea gastar $40 millones entre septiembre y la elección en noviembre en 10 estados claves.  Cuando las restricciones sobre gastos se terminen a fines de agosto, la campaña de Romney planea aplastar al presidente con comerciales adversos—pero verdaderos—sobre todo su record—no solo el económico, sino también “olvidados” datos sobre su pasado.  Digo olvidados porque casi no se reportaron en el 2008 y el candidato McCain prohibió a sus asesores ni mencionar las relaciones ultra radicales del presidente años atrás.  Esta vez será distinto.  Quienes recuerdan como Romney acabó con sus contarios en las primarias, primero con Pawlenty, luego con Gingrich y finalmente con Santorum, tienen un indicio de lo que ocurrirá con el presidente.  Por todas estas razones, mi predicción sigue siendo la misma desde enero.  Romney será el próximo presidente y ganará por más de 5 puntos.