EL BAILARÍN CUBANO

domingo, 1 de julio de 2012


EL COSTUMBRISMO DE ESTEBITA
EL BAILARÍN CUBANO
(6-28-12-5:00PM)
por Esteban Fernández, Jr.  
El 90 por ciento de los cubanos bailan muy bien, hay un 10 por ciento que no baila tan bien, pero un 99 por ciento nos creemos buenos bailarines. Si hay alguno que no le gusta bailar entonces todo el mundo dice: "¿Qué le pasa al pesado ese que no baila?".  
Al cubano que no le gusta bailar le cuesta mucho trabajo ir a una fiesta porque NO LO DEJAN  TRANQUILO,  y a cada instante se le acerca un imprudente y le dice: "Chico ¿no vas a bailar? esto es una fiesta no un velorio". 
Al fin tocan una musiquita suave  y, motivado por la presión en su entorno, se levanta de su asiento y le dice a su sorprendida mujer: "Vamos a bailar vieja que están tocando la música mía"... Despacito se van hacia el centro de la pista y cuando llegan allí ya se acabó la música suave y están disparando un tremendo rumbón y dice: "De eso nada, mi amor, vamos para la mesa". Menos Hugo Byrne que después que se casó con Migdalia - "y está sacando juventud de su pasado"- baila hasta una copla. 
Y observe usted que la mayoría de los cubanos no nos llevamos por el compás de la música sino, me señala Leonardo Fandiño, por las miradas de los presentes. Es decir, si  nadie nos está mirando entonces aflojamos el paso, bailamos despacio, nos recostamos a la esposa, descansamos, pero si nos damos cuenta que nos están observando entonces cogemos tremenda velocidad, vamos más rápido que la música y dejamos  chiquito a Rolando aquel bailarín compañero de Ana Gloria en el Cabaret Regalías.  
Por lo regular a los cubanos no nos agrada bailar con la mujer de nadie, ni nos gusta que bailen con la nuestra, porque la verdad monda y lironda es que el baile puede ser baile, pero también fácilmente puede ser utilizado para dar "jamón", para agarrarle las manos y la cintura a una mujer, pegar cachete contra cachete y estar cinco minutos abrazado a ella. 
Entonces cuando nos vemos obligados a bailar con la esposa de un amigo nos ponemos nerviosos y mantenemos la distancia necesaria para que pueda pasar un tren por el medio. 
Al pasar los años LA SEGUNDA COSA ( la primera dejo que usted se la imagine) que más le molesta al viejo cubano es el deterioro en su habilidad de bailar. Baila una pieza y al terminar dice: "¡Qué va, ya no soy el mismo de antes, quiero que sepas que antes bailaba toda la noche en el Liceo de Bejucal y de ahí me iba a las cuatro de la mañana a la panadería del pueblo para comerme media barra de pan acabado de salir del horno!" 
¡Claro que "el viejo ya, con 20 achaques, no es el mismo"!, pero encima de eso ¡está bailando con la misma bailarina por más de 40 años!, pero yo he visto que a ese mismo viejo lo ha sacado a bailar un pollo de 34 años y entonces el viejo VUELVE A SER EL MISMO y hace más piruetas que Rafael Bacallao el antiguo bailarín y cantante de la Orquesta Aragón. 
Entre los cubanos hay bailarines profesionales, pero el resto ya "le hemos cogido el tumbao al baile" y nos da lo mismo que toquen una rumba o un cha- cha- chá  y metemos los MISMOS PASOS que nos sabemos. En realidad todos los ritmos cubanos los neófitos en la materia los podemos dividir en dos: música suave y música rápida. Igualito (lentamente) bailamos un bolero, un son o un danzón, y  ya sabemos que tenemos que cambiar la velocidad si tocan un mambo. 
También existen dos tipos de bailarines cubanos: el discreto y el alardoso. Está el que sabe que sabe bailar y no necesita demostrarlo, y el que demuestra con sus aspavientos que no sabe bailar pero quiere que todo el mundo crea lo contrario. 
Y la nota triste: el verdadero bailarín cubano y los simplemente amantes de la música mas linda del mundo, estamos sufriendo  el ocultamiento indecente de ella , y de todo lo nuestro, por parte de los medios radiales y televisivos  “hispanos” que obviamente están encaprichados en "mejicanizarlo" todo, principalmente -como la llama Manuel Prieres- CHARROVISIÓN.