A PROPÓSITO DEL BODRIO SOBRE EL GARABATO HUMANO CUCÚ DIAMANTE

martes, 24 de julio de 2012


OTRAS VOCES:
A PROPÓSITO DEL BODRIO SOBRE EL GARABATO HUMANO CUCÚ DIAMANTE
AMOR CÓLICO
(7-22-12-5:20PM)
Por Zoé Valdés 
Ha salido un nuevo filme (nótese la diferencia entre película y filme) de los lavabos -digo, laboratorios- del ICAIC. Se intitula (tipo novela de las dos) Amor Cólico, perdón, Amor Crónico. Vi el tráiler, no veré el filme, porque con el tráiler ya fue suficiente para darme cuenta de que se trata de un nuevo producto de esos que el castrismo vende para dar a entender que el raulismo light marcha de maravillas, y que los negros estarán en las cárceles o en los barracones, pero que “el a’tte,tu niño tá pemmitido“. Y que desde Nueva York hasta La Habana somos “un solo pueblo, mamá, un solo pueblo”.
¿La historia? ¿Tiene historia? Supongamos que la tiene, vamos a ser amables: Va de una cantante afónica, divorciada de sus cuerdas vocales, que desafina encima de un burro. Como toda cantante con esos problemitas tan limitados, en un momento crucial anuncia, vaya, en un instante de una primavera, con un dejo de falsa inocencia, nagüe, o sea, tan falsa, que Marilyn era una decana de Oxford en comparación, que su sueño era montar a un burro; se le notaba la ansiedad endemoniada que la poseía por cumplir semejante deseo. Haberlo sabido antes y le hubiera mandado a Gerardito para allá, el muchacho de los burritos del Jardín de Luxemburgo.
Para colmo, en uno de esos instantes más stalkeanos (de Stalker, la película de Andrei Tarkovski, que me disculpe el cineasta ruso  que en gloria esté), esta tembona haciéndose la muchachita quinceañera, comenta que ella es “demasiado cubana para vivir en New York, y demasiado newyorkina para vivir en La Habana”. ¡Cuéntame, tú, alabao, René Méndez Capote! Y eso lo suelta tan fresca como una lechuga, después de haber existido monstruas tan habaneras comonewyorkinas, tales como La Lupe y Celia Cruz, y más p’acá La Negra Xiomara Laugart, esa sí con un ritmo y una garganta de puro diamante negro, y por ahí p’allá. Y es que ése también es uno de los problemitas, que ella no es ni habanera ni newyorkina. Qué descaro, caballero. Y no, no lo hacen porque sean ignorantes o desinformados, no, lo hacen para joder, y para borrar la historia, en el mejor empleo castrocomunista que se pueda uno imaginar. Qué desvergüenza, señores, qué cretinismo tan espantoso. Cuánta berraquería envuelta en una perlana, un mojón envuelto en lana.
El amor, al parecer, medio que se desenvuelve entre un enano y la chiquilla loca; el enano, al parecer también, es lo mejorcito de la película, por lo que se nota por encima de la coqueta, de la portañuela, y del pujo cinematográfico que se han botado, cual paja tornasolada. De enanos va la película, si nos ponemos a estudiar la inextricable entrevista que le hace la excelsa periodista Quendi-Retama-de-Guayacol-Plagio-a-la-Orden-del-día-con-Carátula-de-libros-incluída. Pero el clavo fílmico va también de cucús y diamantes, los diamantes te los debo, y el cucú, como en aquel concierto que ya pasó a mejor vida de Juanes y traidores, se le quedó enganchado en un perchero del camerino del ICRT.
Hay que tener gandinga para llamarle a eso filme, y sobre todo, hay que tener cara para enviarlo a los festivales del mundo entero, con el apoyo y el dinero del contribuyente, y en plena crisis.  Del director, qué podríamos decir, en lugar de descubrirle al público cubano y al internacional a “la vecina, Caridad” dándole a ella en un gesto de buen gusto y generosidad el papel protagónico, o a la ya muchísimo más célebre que la Cucú de marras, La Lucrecia, que ha brindado tantos conciertos y ha hecho cine y televisión en España por un tubo y siete llaves, como hicieron con él hace muchos años con la trilogía de Tenesse Williams, se fue a buscar a la Comay obamunista de los retimbales rayados a Nueva York; ¿y el Departamento del Tesoro, y el embargo?. Bien, thanks you. Tal vez por eso.