Las elecciones en Cuba no solo son una farsa, donde los ciudadanos van a votar acarreados por los dirigentes de los CDR, obligados, so pena de caer en desgracia con el régimen que les da empleo y una cuota miserable de comida para subsistir. Ya se han hecho suficientes artículos para explicarle al mundo como funciona la dictadura en Cuba y su burlesco sistema electoral de partido único con una sola opción para presidente, el cual es elegido solamente entre los más probados súbditos. Pero lo que la gente no sabe, aunque muchos lo sospechan, es que el voto en Cuba no es secreto.
Como si todo el sistema electoral cubano no fuera lo suficientemente descarado, para colmo, el Gobierno supervisa de qué forma los ciudadanos se manifiestan en las urnas, para detectar a posibles opositores o descontentos con el régimen.
Yo fui a esa elección con la idea de dejar el voto en blanco, votar unido, sí, pero en contra de todos o más bien por ninguno. Pero sucedió algo que paralizó mis deseos y terminé votando "unido" para no señalarme. Cuando la presidente del CDR tomó la boleta que iba a entregarme, tomó el número de folio de la hoja, situado en la parte superior, y lo anotó junto a mi nombre en la lista de los votantes registrados. Lo cual significaba que las elecciones no eran secretas, sino todo lo contrario, estaban bien controladas.
El Gobierno de esa forma llevaba un control estricto de las preferencias políticas de los ciudadanos. Todo el que no votara "unido" iba a parar a la lista negra de la Seguridad del Estado, y peor aún para los que anularan la boleta o pusieran alguna consigna "contrarrevolucionaria".
Vale también señalar que es una vergüenza que se utilice a los niños cubanos para esa farsa, a los "pioneros", colocándolos a los lados de las urnas como custodios de la desfachatez y la falta de escrúpulos.
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