LOS TOMMYS

viernes, 20 de abril de 2012


OTRAS VOCES:
(4-18-12-5:00PM)
LOS TOMMYS
Por Nicolás Pérez Diaz-Argüelles
Su nombre es largo porque tiene un apellido compuesto, pero sus amigos le decimos simplemente Tommy. Si te acercas a él e introduces una mano en el medio de su pecho, y allí buscas, solo encuentras sencillez y amor por Cuba. Actualmente vive en una casa en Westchester frente a un lago tan apacible como él y está casado con una compañera de lucha. Ni remotamente se le ha ocurrido ser un líder de este exilio, ni ha intentado entrar en el mundo de los negocios porque no le interesa el dinero, evita las polémicas, y aunque su pluma es brillante no se ha dedicado al periodismo. Es maestro, educa. Solo ha publicado un libro porque es renuente al protagonismo y a las efímeras luces de las candilejas.

Cuando Tommy fue a prisión en Cuba tenía 17 años, era menor de edad. Como Oscarito Plá, Juan Estrada, Teodoro, un guajirito de ojos muy azules de las guerrillas de Güines que le fusilaron al padre y a un hermano a dos pasos de Eraise Martínez y de mí, Raúl Carmenate, Jesusito, Gabriel Astengo, Carlos Alberto Montaner, Fernando Marquet, miembro de la Brigada 2506, y tantos otros. Muchos de ellos no habían tenido tiempo de conocer mujer, no podían votar ni les permitían tomar bebidas alcohólicas, pero estaban autorizados a morir por Cuba.
Pertenecieron a una generación piensan algunos que maldita, porque no tuvieron la suerte de seguir los pasos hermosos de Mahatma Gandhi o Martin Luther King o de la actual disidencia cubana. Hay quienes opinan que estuvieron del lado oscuro de la historia porque la posibilidad de optar por la oposición pacífica, por un diálogo o por una reconciliación nacional en aquel tiempo era un sueño de medianoche. Por entonces no había en Cuba espacios para esas soluciones civilizadas que hoy aplauden los intelectuales de derecha e izquierda en el mundo.
A Tommy lo capturan acusado de ser uno de los responsables de un auto lleno de armas, parque, C4, blasting caps y mechas, y el 18 de abril de 1961 lo condenan a la pena capital conjuntamente con Virgilio Campanería, Alberto Tapia Ruano y 7 anticastristas más. Tommy estuvo en capilla ardiente con sus dos compañeros de lucha durante varias horas antes de la ejecución en una pequeña celda que olía a miedo y a muerte.
A Tommy en el último minuto le conmutaron la pena máxima a 30 años de prisión pero sus dos amigos no corrieron la misma suerte, fueron fusilados. Y me he preguntado muchas veces: ¿qué pasó por la mente de aquel niño en aquellos instantes supremos? ¿Hasta qué punto se le desgarró el alma en el último abrazo que le dio a Virgilio y a Tapia Ruano antes de que cayeran en el paredón gritando Viva Cuba Libre y Viva Cristo Rey?
Muchas veces he pensado en Tommy, en los Tommys, en los menores de edad de nuestro presidio político cuando algunos ingenuos y mal informados latinoamericanos opinan que los cubanos no hicimos lo suficiente para liberar a Cuba del comunismo.

Pienso en los Tommys cuando veo medio siglo después al castrismo enceguecido de tanto vómito de poder y enfermo de rabia, aún reinando en 
Cuba, y dando palizas, reprimiendo y martirizando a su pueblo.

Los tengo presentes cuando evoco la visita del Papa Benedicto XVI a la isla y al cardenal Jaime Ortega.
Pienso en aquellos niños al ver a políticos cubanoamericanos y a periodistas trastocados en profesionales del anticastrismo, usando la desgracia del pueblo de Cuba como trampolín para sus ambiciones personales, convirtiendo sus iracundias y aparentemente patrióticas propuestas en un desvergonzado oficio, en un medio de vida.

Por último también recuerdo a los Tommys cuando llegan a Miami los “hombres nuevos” pidiendo asilo político, para al año y un día regresar cargados de maletas de donde vinieron, supuestamente perseguidos, para lucrar con el hambre y la miseria que reina en la isla, y pasearse triunfalmente por sus barrios con pulóveres Lacoste, jeans Calvin Klein y zapatos Nike, que Dios los perdone.
Este miércoles 18 de abril habrá una misa muy íntima, pequeña, como todos los actos de este tipo en Miami para rendir tributo a la memoria de Alberto y Virgilio. Allí estarán presentes Tommy, otros Tommys, Néstor Campanería “el sargento Corneta”, como le decíamos en el colegio, para recordar la increíble y hermosa sonrisa de su hermano Virgilio. Y allí estaré inevitablemente.
NOTA DE N.A.- El "Tommy" a que se refiere Nicolás no es otro que el digno patriota Tomás Fernández Travieso (cuya foto aparece a la izquierda de estos renglones ilustrando este magnífico artículo). Agradecemos a Gabriel Astengo por el envío del artículo.