Ella se dedicaba a impartir clases de inglés a los niños del barrio para sobrevivir, a escondidas, porque casi todo en nuestra Cuba comunista era (y sigue siendo) ilegal. Fui testigo de que muchas veces no tenía apenas que comer, de las penurias que pasaba para sobrevivir ella y su familia.
Parece la historia común de cualquier anciana cubana, la única diferencia es que su nombre era Haydée Leal Díaz, la mujer que recibió el mensaje de Fidel Castro desde México donde avisaba del inminente desembarco del yate Granma en las costas de Cuba.
Haydée Leal fue una de las primeras mujeres que se incorporaron a la lucha contra Batista. Llegó a ser una importante líder del Movimiento 26 de Julio en Santa Clara. Su casa fue el centro de reuniones de la Dirección del 26 en la provincia de Las Villas.
Una de sus anécdotas más relevantes es la relacionada con su primer encuentro con Frank País. Al recibirlo en su casa para coordinar el apoyo a la llegada de los expedicionarios del Granma, le dijo: "¿Pero tú eres Frank?", pues era flaco y bajito, y ella nunca pensó que una persona de esas modestas dimensiones fuera de quien se contaban tantas anécdotas.
Fue detenida en 1958 y al ser liberada tuvo que marchar al exilio, en Chile, desde donde envió armas a Cuba para la lucha en la clandestinidad. Regresó a su patria en enero de 1959 al triunfo revolucionario.
Yo no le creí mucho cuando ella misma me contó estas cosas, no podía concebir que alguien que había arriesgado su vida por la Revolución viviera en esas condiciones, cuando hay otros dirigentes que viven en la opulencia y la abundancia y no les falta nada.
Posteriormente, al leer cuanto libro sobre Cuba ha pasado por mis manos, tuve la comprobación de que sus anécdotas eran verídicas. El último libro que he leído, que reconoce su destacada participación en la organización de la Revolución, es: "Evocación", escrito por Aleida March.
Haydee murió en La Habana el 18 de enero del año 2000. Sus sobrinos, a los que ayudó a criar entre carencias y dificultades económicas y amó como si fuera su propia madre, llamados Camilo y Ernesto en honor a dos de los líderes más importantes de la Revolución, han tenido que emigrar de Cuba en busca de una vida mejor.
Conozco otra señora que le entregó su vida a la Revolución. Desde muy joven ocupó el puesto de secretaria de un alto funcionario del gobierno, dedicándole todo su tiempo al trabajo. Como premio a su
entrega, solo recibía cada fin de año un pavo del Consejo de Estado.
Al retirarse paso a ser una pensionada simple. Durante poco tiempo siguieron regalándole el pavo, hasta que no se lo dieron más. Ella sigue perteneciendo al Partido Comunista y tiene un cargo a nivel de
sector, pero no le alcanza el dinero para vivir.
Consiguió, por breve tiempo, empleo en un punto de venta del pan racionado en la bodega. Su hermana cosía botones y otras menudencias para recaudar algunos pocos pesos cubanos. Lo poco que tiene hoy en día en su casa es lo que heredó de sus padres, nada de la Revolución.
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