Por supuesto, el Santo Padre no podrá contribuir al bienestar nacional sin la buena voluntad y la convicción de todos los cubanos de que solo la reconciliación puede llevarnos a salir de la crisis, que desde hace años asfixia nuestro país. Juan Pablo II nos llamó a ser protagonistas de nuestra propia historia y a que Cuba se abriera al mundo y el mundo se abriera a Cuba. La visita de Benedicto XVI confirmará que esas sabias recomendaciones tienen plena vigencia, por lo que puede esperarse que a las dos misas concurran masivamente los cubanos, unos convocados por la devoción de sus creencias religiosas, y todos por el respeto y el reconocimiento a quien nos tiende la mano y convoca a la unidad y la concordia en nuestra sufrida tierra.
A las misas, la población asistirá por voluntad propia, solo ante el llamado de su devoción y conciencia, y será ocasión para confraternizar con muchos compatriotas que llegarán del exterior, en una fiesta de unidad nacional propiciada por la Iglesia Católica.
La Iglesia Católica Cubana ha estado desempeñando un importante papel como puente entre todos los cubanos, aunque algunas personas no lo comprendan aún. Sus esfuerzos han abierto pequeños espacios de expresión, impensables hace poco tiempo. Su perseverante y discreto accionar logró la liberación de los prisioneros del grupo de los 75 y otros reos políticos, y ha realizado otras gestiones de indudable valor para la sociedad.
La visita del papa Benedicto XVI será oportunidad también para reconocer esas contribuciones, logradas con mucho tacto e inteligencia.
No se puede pretender que una entidad de carácter religioso realice las actividades correspondientes a integrantes de la sociedad civil cubana, que en armonía y con realismo deben procurar un mayor reconocimiento del pueblo.
Es de esperar que la llegada del Santo Padre, en peregrinación por el Año Jubilar de la Virgen de la Caridad del Cobre no solo sea un hito religioso, sino también marque nuestra historia como punto de inflexión hacia el entendimiento y la concordia nacional. De todos los cubanos, en especial de las autoridades, dependerá que este noble objetivo sea alcanzado.
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