¡A DEGÜELLO!

martes, 7 de febrero de 2012


¡A DEGÜELLO!
(2-5-12- 4:50PM)
Por Aldo Rosado-Tuero
El día 3 se inició en la internet una petición para pedirle al jefe del Buró de Prisiones de los Estados Unidos, el traslado de Eduardo Arocena para una prisión floridana, cerca de Miami, donde residen su esposa y sus hijos.
Hasta el momento en que escribo este comentario, el domingo 5 a las diez de la mañana, se ha recogido la ridícula suma de 74 firmas, sin que entre esas firmas se encuentre la de ninguno de los encumbrados líderes del "exilio combatiente".
Lo doloroso e indignante es que, si Eduardo Arocena muriese en prisión, entonces miles de personas llenarían la funeraria y las pomposas declaraciones, artículos sobre el difunto y panegíricos, sumarían cientos de páginas. Los firmantes serían los mismos que no hacen el menor de los gestos para tratar de evitarle al reo enfermo el sufrimiento de estar lejos de su familia en estos terribles momentos.
Lo mismo ocurrió recientemente durante la huelga de hambre de William Villar. Su martirologio fue ignorado mientras hacía su huelga de hambre, aún por sus propios correligionatrios y compañeros de lucha, pero una vez muerto, las auras tiñosas se han dado (y todavía se lo siguen dando) banquete ensalzando su memoria y hablando y escribiendo sobre su sacrificio. En Nuevo Acción recibimos decenas y decenas de artículos, poesías y poemas y arengas, hablando de William, pero como ninguno de los autores había hecho nunca ni un gesto para tratar de salvar a William o movilizar a la opinión pública para tratar de salvarlo, cuando aún existían esperanzas, decidimos desecharlas todas y no publicar ninguna.
Ojalá no tengamos que hacer lo mismo en el caso de Arocena. Que Dios le permita recuperarse y ser trasladado para recibir la visita de su familia a menudo, es nuestro ruego, pero si la mala suerte condujera a otro desenlace, créanme los lectores, que asumiremos la misma postura frente a los carroñeros pájaros negros, que buscan sus quince minutos de fama y las candilejas de las cámaras de televisión y los periódicos a costa del sacrificio de los muertos de la patria. ¡QUÉ ASCO!