ESTA COLUMNA ES UNA ANTIGÜEDAD
sábado, 3 de diciembre de 2011
DE LOS ARCHIVOS DE NUEVO
ACCIÓN
(11-30-11-10:40AM)
LA NOTA
BREVE DE ESTEBITA FERNANDEZ
ESTA COLUMNA ES UNA ANTIGÜEDAD
Algunos lectores se han tropezado con mis escritos recientemente gracias al
Internet y creen que es algo nuevo, pero de eso nada, esta columna es más vieja
que Matusalén. Surge en la época de Ñañaseré. Vaya, cuando comencé a escribir yo
no sabía ni lo que era una computadora y emborronaba cuartillas con una maquina
de escribir que ni eléctrica era.
Yo
tenía una mota más grande que la de Elvis Presley, el Presidente era Lyndon B.
Johnson, la salida de esta columna coincide con la entrada de John McCain en el
“Hanoi Hilton”, no existía el periódico 20 de Mayo aquí en California, ni La
Voz de Miami Beach, ni la revista Ideal y “Libre” tenía dos años de fundado.
Barack Hussein Obama estaba montado en un velocípedo en Hawai, Sarah Palin no
había nacido, Michael Jackson era un muchachito, la organización más antigua del
exilio, Alpha 66, estaba dando los primeros pasos en Puerto Rico, no existía el
CID, ni la Junta Patriótica, ni Abdala, ni la Fundación Cubano Americana, Otto
Sirgo era un galán y Celia Cruz todavía estaba en la mitad de su carrera
artística..
Cuando surge esta columna nuestro Director Abel Pérez tenía el pelo color
azabache, Filiberto Rivero tenía un prógrama de radio por K.W.K.W., el único
abogado cubano en California era Enriquito Bin, la única cantina era “Cuba Cali”
y no habían nacido ni Liván ni el “Duque” Hernández...
De
los que comenzaron a escribir aquí en la misma época sólo quedan en la palestra
pública Angel Torres, Antonio J. Fernández, Hugo Byrne, José Luis Fernández y
Aldo Rosado. No existía Fox News ni C.N.N., Jorge Ramos era un muchachito
empinando papalotes en México, nadie sabía quiénes eran Willy Chirino, ni Thalía,
ni Shaquira. Enrique Alejo recién inauguraba el Liborio, Andy García ni sabía
que iba a ser artísta de cine y para comer frijoles negros teníamos a ir a la
calle Sunset, en Los Angeles, a un restaurante de la puertorriqueña Toñita...
El
gordo Raúl de Molina aún estaba en la primaria comiéndose la merienda de los
demás muchachos, la flaca Lili no había nacido, desconocíamos la existencia de
Cristina, el mejor columnista del exilio era Humberto Medrano. No existía Radio
Martí y teníamos que conformarnos con “Radio Swan” y todavía en la 8 y la 8 del
S.W. de Miami estaba el Peking de Rafael y Federico.
Cuando comenzaron mis mal hilvanadas líneas la mayoría de los que hoy entrevista
Maria Elvira en Mega T.V. se estrenaban de milicianos y chivatos. Carlos Prío,
Fulgencio Batista, Guas Inclán, Andrés y Aurelio Nazario, Diego Medina, Agustín
Tamargo, Jorge Más Canosa, Leopoldo Fernández, Anibal de Mar, Mimí Cal, estaban
vivos. Huber Matos, Tony Cuesta, René Cruz, y miles de compatriotas estaban en
la cárcel. El M.I.R.R. de Orlando Bosh realizaba ataques aéreos contra el
castrismo..
El
único libro anticastrista era “Daga en el Corazón” de Mario Lazo, no existía la
disidencia pacifica (solo enemigos a rajatabla) ni la Viagra, ni se usaban
palabras como “relajarse” ni “estresarse”, no se conocía la terrible enfermedad
del SIDA, Michelle Obama estaba jugando con sus muñecas, Shirhan Shirhan todavía
no había asesinado a Robert Kennedy, yo no tenía hijas y ya soy abuelo, aquí
solo había otro periódico, “América Libre” de Daniel San Román, y si queríamos
comer Arroz Frito había que ir a visitar el restaurante del chino Chao en la
calle Vermont.
Cuando comenzó esta columna no habían nacido ni Niurka Marcos ni Jennifer
López, nadie recibía un correo electrónico (Email), nadie le llamaba “salsa” a
la música cubana, el tirano era un cuarentón, la gasolina costaba un peso el
galón, el Che Guevara no había llegado al infierno, Ronald Reagan no era ni
gobernador de California y todavía estaba vivo el último de nuestros mambises:
Generoso Campos Marqueti...
Y
al terminar mi primer escrito se lo enseñé a uno de mis mejores amigos, Luis
Beato. Lo leyó con mucha paciencia, me miró fijamente, se sonrió, y me dijo:
“Chico, sigue, sigue escribiendo, que para ser un analfabeto escribes muy bien”.
Se lo puso en un bolsillo y lo llevó a La Prensa de Los Angeles. Y simplemente
estoy siguiendo su consejo.(Publicado originalmente en la edición del 12-5-08)
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