POR SI HABÍA ALGUNA DUDA
lunes, 28 de noviembre de 2011
POR
SI HABÍA ALGUNA DUDA
(11-27-11-5:00PM)
Existen
algunos orientadores de la opinión pública bien intencionados, que ven en los
llamados movimientos de "Indignados" y "Ocupa" un genuino sentimiento de
anticapitalismo y deseos de justicia social. Nosotros, no. Para nosotros, desde
el principio, éste no es más que uno de los rostros, o máscaras, con que
se trata de camuflar o disfrazar el marxismo o Capitalismo de Estado, para
ocultar la fea cara del "socialismo real" tan estrepitosamente derrumbado
algunos años ha.
Como prueba
que avala lo que decimos, aquí le ofrecemos a los lectores un artículo firmado
por la vieja delincuente comunista y amiga del castrismo Angela Davis. Juzgue el
lector inteligente por sí mismo:
Por Ángela Davis ( en la foto, con los revoltosos)
Cuando el 17 de septiembre irrumpió el movimiento
“Ocupa… Wall Street”, sucede que estaba yo reflexionando sobre mis comentarios
para el inminente Congreso de la Sociedad Internacional Herbert Marcuse. Para
cuando se reunió el congreso, el 26 de octubre, en la Universidad de Pensilvania,
el campamento del Parque Zuccotti ya se encontraba bien asentado y campamentos
similares habían aparecido en centenares de comunidades de todo el país. El día
de apertura del congreso sobre Marcuse había más de trescientas tiendas en la
plaza del ayuntamiento de Filadelfia.
El tema sobre el que se organizaba el congreso -
“Rechazos críticos” - estaba ideado en principio para alentarnos a reflexionar
sobre los distintos modos en que las teorías filosóficas de Marcuse nos impulsan
por la senda de una práctica política ubicada fuera del propio dominio de la
filosofía, pero sin embargo tan anclada en la filosofía como en su voluntad de
transformar la sociedad.
Así, mientras nos disponíamos ciertamente a ponderar
los vínculos entre las ideas filosóficas de Marcuse y sus vínculos con los
movimientos de los sesenta, nos sorprendió el feliz azar de la afinidad del tema
con el naciente movimiento “Ocupa…”. Conforme iban llegando los ponentes a
Filadelfia, expresábamos repetidamente nuestro entusiasmo por la confluencia
de las ocupaciones de Wall Street y Filadelfia, que parecían aplicar de manera
enérgica la pertinencia en el siglo XXI de la obra de Herbert Marcuse.
No sé si alguno de nosotros podía haber previsto que
en el segundo día de congreso, el plenario de los asistentes, más de mil
personas, se sentiría tan fascinado por esta coyuntura histórica que casi todos
nos unimos espontáneamente a una marcha nocturna que se encaminó por las calles
de Filadelfia hacia las tiendas de campaña frente al ayuntamiento.
Allí reflexioné en voz alta - con ayuda del
micrófono humano [1] - sobre las diferencias entre los movimientos sociales con
los que nos hemos familiarizado en las últimas décadas y esta comunidad de
resistencia de nueva planta.
En el pasado, la mayoría de los movimientos han
apelado a comunidades concretas - trabajadores, estudiantes, comunidad negra,
latinas/latinos, mujeres, colectivos LGTB [lesbianas, gays, transexuales,
bisexuales], pueblos indígenas - o han cristalizado en torno a cuestiones
específicas como la guerra, el medio ambiente, los alimentos, el agua, Palestina
o el complejo penitenciario industrial. Con el fin de reunir a quienes estaban
vinculados a estas comunidades y movimientos, hemos tenido que comprometernos en
difíciles procesos de formación de coaliciones, negociando el reconocimiento por
el que se afanan comunidades y reivindicaciones.
En una configuración asombrosamente diferente, este
nuevo movimiento de “Ocupa…” se imagina a si mismo como la más amplia comunidad
de resistencia: el 99% frente al 1%. Es un movimiento desarrollado desde el
principio contra los sectores más opulentos de la sociedad: los grandes bancos e
instituciones financieras, los ejecutivos de empresa, de salarios obscenamente
desproporcionados respecto a las ganancias del 99%. Me parece que una cuestión
como el complejo penitenciario industrial la recoge ya implícitamente esta
congregación del 99%.
Desde luego, puede argumentarse convincentemente que
el 99% debería actuar con el fin de mejorar las condiciones de quienes
constituyen los escalones inferiores de esta comunidad potencial de resistencia,
lo que significaría trabajar a favor de quienes más han sufrido a causa de la
tiranía del 1%. Existe una relación directa entre el efecto depauperador del
capitalismo global y las tasas en alza de encarcelamiento en los EE. UU. El
excarcelamiento y la abolición final de la reclusión penal como forma primordial
de castigo pueden ayudarnos a empezar a revitalizar nuestras comunidades y
apoyar la educación, la atención sanitaria, la vivienda, la esperanza, la
justicia, la creatividad y la libertad.
Los activistas de “Ocupa…” y sus defensores nos han
reunido como 99%. Llaman a la mayoría a levantarse contra la minoría. Las viejas
minorías, en efecto, son la nueva mayoría. Hay responsabilidades de importancia
ligadas a esta decisión de forjar una comunidad de resistencia así de expansiva.
Decimos no a Wall Street, a los grandes bancos, a los ejecutivos de las grandes
empresas que ganan millones de dólares al año. Decimos no a la deudas contraídas
para poder estudiar. Estamos aprendiendo a decir no al capitalismo y al complejo
penitenciario industrial. Y aunque la policía de Portland, Oakland y Nueva York
se ponga en acción para sacar a los activistas de sus campamentos, decimos no a
los desahucios y la violencia policial.
Los activistas de “Ocupa…” están reflexionando
intensamente sobre cómo podríamos incorporar la oposición al racismo, la
explotación de clases, la homofobia, la xenofobia, la discriminación de los
discapacitados, la violencia contra el medio ambiente y la transfobia a la
resistencia del 99%. Por supuesto, hemos de estar preparados para poner en tela
de juicio la ocupación militar y la guerra. Y si nos identificamos con el 99%,
habremos de aprender también a imaginar un nuevo mundo, en el que la paz no sea
simplemente la ausencia de guerra sino, antes bien, una remodelación creativa de
las relaciones sociales globales.
Así que la cuestión más apremiante a la que se
enfrentan los activistas de “Ocupa…” es cómo labrar una unidad que respete y
celebre la inmensas diferencias dentro del 99%. ¿Cómo podemos aprender el
modo de aunar esfuerzos? Esto es algo que aquellos del 99% que viven en los
emplazamientos de “Ocupa…” pueden enseñarnos a todos. ¿Cómo aunar esfuerzos en
una unidad que no sea simplista y opresiva sino compleja y emancipatoria,
reconociendo, en palabras de June Jordan que “somos nosotros aquellos a los que
esperábamos”?
Nota del t. [1] El “micrófono humano” es la técnica
desarrollada en los campamentos norteamericanos de “Ocupa…” que consiste en la
que la multitud repite las frases de quien está en el uso de la palabra para que
lleguen así hasta el último oyente, ante la prohibición por parte de la policía
de usar cualquier clase de megafonía.
Angela Davis (1944), legendaria activista
afroamericana de los años 60 vinculada al movimiento de derechos civiles, los
Panteras Negras y el Partido Comunista norteamericano, por el que fue candidata
a la vicepresidencia en los años 80, fue discípula de Herbert Marcuse en la
Universidad de California, San Diego. Profesora jubilada de la Universidad de
California, Santa Cruz, enseña actualmente en la de Syracuse, en el estado de
Nueva York. Su trabajo teórico se ha centrado, entre otros temas, en el análisis
de lo que denomina el “complejo penitenciario industrial” en los Estados Unidos.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
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