LA NUEVA PROSPERIDAD DE 2013: SÍ SE PUEDE -II
martes, 15 de noviembre de 2011
LA NUEVA PROSPERIDAD DE 2013: SÍ SE PUEDE -II
(11-14-11-4:50PM)
por
Diego Trinidad, Ph.D.
La entrada de EU en la Guerra Mundial fue injustificada y fue
una violación total de las promesas solemnes de Wilson al pueblo americano, el
cual estaba mayoritariamente opuesto a la guerra. Esas promesas ayudaron en
buena parte a Wilson en su re-elección en 1916, pero como su obsesión era “ganar
la guerra para terminar con todas las guerras” (como cuando en Vietnam los jefes
militares americanos ordenaban destruir las aldeas para “salvarlas” de los
comunistas) y para traer LA DEMOCRACIA al resto del mundo, no le resultó difícil
violar sus promesas preelectorales y lograr que el Congreso le declarara la
guerra a Alemania. La intervención de EU en la Guerra fue crucial, por supuesto;
nadie lo dudaba que una vez los americanos entraran en la Guerra, los aliados
serían victoriosos. Y así fue. Pero para regresar al tema de este artículo,
eso fue lo más fácil.
Como de costumbre en estos casos, lo difícil fue lo que vino después de ganar la
Guerra Mundial. Wilson ganó la guerra, pero perdió la paz, al violar primero
las promesas hechas a Europa, incluyendo a Alemania, que nunca se rindió sino
firmó un armisticio confiando en Wilson, y en su estúpida crusada a favor de la
Liga de Naciones, la primera de las utópicas organizaciones internacionales que
mantendrían la paz mundial para siempre—sin contar, por supuesto, con la
naturaleza humana, la cual es incapaz de vivir armoniosamente. Mucho peor para
EU fue la falta de planeamiento para revertir una economía de guerra a una de
paz. El resultado fue que al regresar cuatro millones de soldados a EU, sin
trabajo y sin beneficios, la demanda cayó drásticamente, al igual que los
precios, mientras el desempleo aumentó grandemente y la inflación se disparó.
Los impuestos que habían aumentado mucho por la guerra, se mantuvieron, para
exacerbar la situación. Pasó lo que tenía que pasar. Entre 1920 y 1921, hubo
una corta, pero terrible depresión. Y todo eso trajo la aplastante victoria del
candidato republicano, el senador Warren Harding de Ohio, en la elección de
1920, la que regresó a país, en frase de Harding, a la normalidad—y a la
prosperidad.
Pero había mucho que hacer y Harding(foto) comenzó a
implementar su programa de gobierno rápidamente, basado en sus promesas durante
la campaña: reducir los impuestos y la deuda nacional, balancear el presupuesto
y regresar a un gobierno más pequeño y más eficiente. Todas sus promesas las
cumplió, tal como lo
hizo Ronald Reagan 60 años más tarde. Harding siempre ha sido menospreciado y
considerado entre los peores presidentes americanos, y su administración
como una de las más corruptas en la historia. Pero esos
juicios han sido revisados en algo últimamente. Harding no fue un hombre
personalmente corrupto, aunque permitió—sin saberlo—muchos abusos de algunos de
sus principales asesores y secretarios de gabinete. No fue tampoco un hombre
brillante, pero se rodeó de un gabinete excelente, incluyendo al banquero Andrew
Mellon, el tercer hombre más rico del país, como secretario del tesoro y al
también banquero y empresario Charles Dawes, como jefe del nuevo Buró del
Presupuesto, creado en junio 1921. El vicepresidente Calvin Coolidge y el
futuro presidente Herbert Hoover
como Secretario de Comercio,
redondeaban el gabinete haciendo muy buenas contribuciones. A Mellon, en sí, se
le atribuye ser quien primero implementó el programa conocido luego y desde
entonces como Economía de la Oferta. Los resultados fueron dramáticos. Un año
después, el presupuesto federal estaba balanceado, las entradas federales habían
aumentado y los gastos habían sido reducidos en un 20%, de $6.3 billones en
1920 a $5 billones en 1921, y a $3 billones en 1922, una reducción de más del
50%. Los impuestos personales fueron rebajados del 73% al 58% y eventualmente
al 25% bajo Coolidge, quien mantuvo a Mellon como Secretario del Tesoro cuando
asumió la presidencia al morir Harding en 1923. Los impuestos fueron recortados
a todos los grupos sin importar el nivel de entradas, al igual que a las
corporaciones, que bajaron al 12.5%. Los precios se estabilizaron, la inflación
se redujo, al igual que el desempleo y la deuda nacional fue reducida en una
tercera parte. En la opinión de dos reconocidos economistas considerados como
los expertos definitivos en el desempleo del siglo 20, Richard Vedder y Lowell
Gallaway (Brian Domitrovic, Econoclasts, p. 36), los años del otoño de 1922 al
otoño de 1929 (antes de la Gran Depresión) fueron “el más brillante período en
la historia económica de Estados Unidos”. Los historiadores Larry Schweikart y
Michael Allen, autores de A Patriot’s History of the United States, concuerdan
(p. 539). El crecimiento anual de la economía americana en esos siete años
promedió 4.7%, uno de los más altos en la historia de EU.
Coolidge, en sus cinco años y meses desde 1923 a 1928 (rehusó
aspirar a un segundo término), continuó las exitosas políticas económicas de
Mellon y en ese tiempo, la prosperidad aumentó aún más. Los impuestos fueron
rebajados al 25%, la deuda se redujo todavía más, y sobre todo, el gasto
público se redujo en otro 25%. El presupuesto de Coolidge desde 1923 a 1929 se
mantuvo casi estable, alrededor de $3 billones. Y aunque el crecimiento de la
economía no fue parejo (por ejemplo, el sector agrícola no disfrutó de mucha
prosperidad), por otro lado fue ayudado por la gran cantidad de innovaciones de
la época. La industria automobilística liderada por Henry Ford y su invención
de la linea de ensamblar
(assembly line), no solo abarató el costo de producción del automóbil, sino que
fue adoptada por muchas otras industrias. En 1919 habían menos de 7 millones de
automóviles en EU. En 1929 habían 23 millones. Esto dio lugar a un auge en la
construcción de carreteras y viviendas, ya que los americanos se podían mudar
con más facilidad. Consiguientemente, el desempleo casi desapareció. El radio
surgió de una manera excepcional, con ventas de $842 millones en 1929 (de $60
millones en 1922). La electricidad se extendió hasta que el 60% de los hogares
la disfrutaban. La industria aérea también tuvo sus orígenes en esa década, al
igual que las ventas a crédito. Y por supuesto, más y más americanos comenzaron
a invertir en la bolsa de valores. En 1929, cuando Coolidge entregó el poder a
Hoover (ingeniero de profesión y quizás el hombre mejor preparado para la
presidencia hasta entonces), los empresarios y hombres de negocio se habían
convertido en los grandes ejemplos y hasta en los héroes
del pueblo americano.
Desgraciadamente, en octubre de 1929, la bolsa de valores de
New York cayó y la prosperidad terminó casi abruptamente. Pero la caída de la
bolsa no provocó en si la Gran Depresión, solo su comienzo. Hubo muchos
factores que causaron la Depresión, pero ninguno de ellos fueron las exitosas
políticas de la economía de la oferta. Aquí no hay espacio ni para una corta
lista de esos factores, aunque la enorme especulación y el crédito para comprar
acciones en la bolsa,
como siempre pasa, crearon una burbuja que eventualmente tenía que reventar; y
así fue. Pero esa especulación desenfrenada nada tuvo que ver con las politicas
económicas de Harding y Coolidge, que solamente trajeron una gran prosperidad al
país y lo sacaron del gigantesco abismo en que lo habían sumido las política
progresivistas de Wilson. Sin embargo, si se puede decir que Hoover inició una
serie de cambios que lo separó de las dos previas administraciones, y esos
cambios SI pueden haber contribuido a la Depresión. Como buen ingeniero, Hoover
creía firmemente que si un problema se trataba de resolver por todos lados,
finalmente la solución aparecía. Quizás por eso Coolidge lo llamaba Wonder Boy
(Muchacho Maravilla) y en sus memorias escribió que nadie le dio más consejos
que Hoover durante su presidencia y todos fueron malos. Hoover además creía,
como Wilson, en el poder de una élite racional, la cual debía instruir y
gobernar a los menos privilegiados y probablemente también en el planeamiento
central. Hoover procedió a aumentar los impuestos (del 23% al 63%) y los
aranceles, dio rienda suelta al gasto público otra vez, y comenzó a implementar
nuevos programas de beneficios sociales. En otras palabras, sus nuevas
políticas abandonaron las exitosas políticas económicas de Harding y Coolidge y
las consecuencias no demoraron en producirse. Trágicamente, la Gran Depresión
duró hasta la Segunda Guerra Mundial y las políticas del nuevo presidente
Franklin Roosevelt, en buena parte basadas en las teorías del economista
británico John Maynard Keynes, no solo prolongaron, sino que empeoraron la
situación.(Continuará)
0 comments
Publicar un comentario