LA CULTURA DE LA DESCONFIANZA

sábado, 19 de noviembre de 2011

OTRAS VOCES:
LA CULTURA DE LA DESCONFIANZA
(11-18-11-5:55PM)
Por Pablo Pacheco Avila (Publicado en su Blog "Voces del Destierro")
Cincuenta y dos años de totalitarismo. Se dice fácil, si no te ha tocado sufrirlo, claro. Para nosotros los cubanos es una traumática experiencia que difícilmente  borremos de nuestra memoria. Varias generaciones futuras sufrirán probablemente las consecuencias de este período negro de nuestra historia.
Muchos amigos coinciden conmigo en que el peor logro de la revolución cubana ha sido diseñar la cultura de la desconfianza entre los cubanos. Amigos desconfiando de sus amigos, hermanos de sus hermanos, tíos de sus sobrinos, padres desconfiando de sus hijos y viceversa; todo un andamiaje perfecto para dividir a una sociedad y, lo peor, es que el régimen lo ha conseguido.
Nunca imaginé que fuera de nuestra isla volvería a escuchar frases como: fulano o mengano es de la Seguridad del Estado. A veces, los argumentos son tan ridículos que dan pena. Incluso el sólo hecho de pensar diferente en cuanto a métodos de lucha te puede poner en el blanco de las dudas. Hoy comprendo mejor las razones de más de cinco décadas de dictadura en nuestra patria.
Además del miedo impuesto por la policía del pensamiento, la miseria humana, el protagonismo excesivo y estéril, el oportunismo miserable, la absurda idea de creernos dueños de la verdad y la doble moral que hemos aceptado para no buscarnos problemas, veo que el principio “divide y vencerás”  ha echado raíces.
Los hombres y mujeres que se enfrentan a la dictadura lo hacen asumiendo las consecuencias que ello deriva: represión, cárcel, exilio, actos de repudio, la marginación forzada dentro de la sociedad impuesta por la policía del pensamiento y en el peor de los casos la muerte.  Pese a ello, es doloroso ver  la facilidad con que le cuelgan a cualquiera un cartel de agente del G2 o le atribuyen intereses ocultos a quien adopte posiciones que se salgan de ciertas líneas.
Siempre digo que para acusar a un opositor de infiltrado en las filas contestarías al régimen se debe tener pruebas irrefutables o se debe estar dentro del propio aparato de inteligencia para saberlo.
Soy de los que piensa que  Cuba es una ruina. Pero no es el desastre económico el que más me preocupa, de ese podemos salvarnos un día. Me preocupa la ruina moral en que han sumergido a nuestro pueblo; me inquieta saber cómo vamos a recuperar los valores perdidos, la confianza política, la capacidad de escuchar, el respeto a la idea del otro, el deseo de seguir, la conciencia de trabajar para vivir y no trabajar para robar. Tantas cosas que nos han arrebatado.
Me inquieta, y mucho, que no encontremos la fórmula para cambiar la mentalidad de un pueblo que ha vivido tantos años de totalitarismo.  También me impacienta no poder vislumbrar  la receta para acabar con tanta desconfianza que nos rodea, nos paraliza y nos enferma como pueblo.
Ojala un día los hombres y mujeres de la patria de José Martí comprendamos que pensar diferente no nos puede convertir en enemigos si el objetivo fundamental es el mismo. Es un  derecho y es lo que más quiero para el futuro de Cuba. La diversidad de pensamientos es imprescindible para nuestra sociedad, es más, sin diversidad de criterios la democracia nacerá  huérfana en el futuro democrático de La Isla.
Mientras luchamos por conseguir la democracia para nuestra patria, debo aceptar que “La cultura de la desconfianza” ha sido el factor fundamental que ha frenado la libertad de Cuba. Desprenderse del policía que nos han metido dentro es difícil, pero no imposible. No marginemos por causa de la desconfianza a quien se enfrenta al régimen con otros métodos.
Estigmatizar a alguien por pura desconfianza, sin argumentos sólidos, es un error; escuchar y aceptar el veneno solapado contra un compatriota no aporta nada positivo a la democracia para  Cuba. Debemos cambiar esa mentalidad. Al menos debemos intentarlo.