A MEDIO SIGLO DEL ABISMO LA CRISIS DE LOS COHETES DE OCTUBRE 1962: GARANTÍA DE LA REVOLUCIÓN-III
lunes, 31 de octubre de 2011
A MEDIO SIGLO DEL ABISMO
LA CRISIS DE LOS COHETES DE OCTUBRE 1962: GARANTÍA DE LA
REVOLUCIÓN-III
(10-28-11-5:10PM)
Por Diego
Trinidad, Ph. D
Ahora se sabe bien lo que sucedió, pues en esa reunión
Khrushchev francamente admitió ante el Presidium que “Esta será una política
ofensiva”.[1]
El Coronel General Semyon Ivanov, taquígrafo
del Ministerio de Defensa
presente en la reunión, escribió que Mikoyan fue uno de los pocos que se opuso
directamente a Khrushchev (según Gromyko en sus memorias, él también se opuso)[2]
y la reunión se pospuso por tres días para darle más tiempo a Malinovsky de
presentar el plan en detalle. Así se hizo y después de la detallada presentación
de Malinovsky, esta vez todos los presentes la aprobaron, incluyendo Mikoyan.
Sólo el embajador ruso en Cuba, Aleksandr Alekseyev, quien mejor conocía a
Castro de todos ellos, expresó sus dudas de que el líder cubano aceptara los
cohetes. A pesar de ser fuertemente increpado por Malinovsky, la opinión de
Alekseyev era respetada y se decidió esperar por la decisión de Cuba para
implementar la Operación Anadyr,
como se conoció el plan. Dos días después, Khrushchev envió una
detallada carta a Castro con una delegación rusa que voló a la isla.
Nominalmente lidereada por el Ministro de Agricultura R. Radishov, además de
Alekseyev, quien regresaba a Cuba como Embajador ruso, iban en el avión el
Mariscal Sergei Biryuzov, jefe de las Fuerzas de Cohetería Estratégicas rusas y
el Coronel General del Ejército Semyon Ivanov. En la carta, Khrushchev, además
de “excusar” la deuda de
Cuba con Rusia hasta el momento,
le admitía a Castro que sus propósitos no eran sólo la protección y defensa de
la revolución cubana. Tan importante para él era mejorar la posición
estratégica entre Cuba y EU. Finalmente, le pedía a Castro que aprobara la
propuesta de colocar los cohetes en Cuba lo antes posible.[3]
El 29 de mayo, Castro, después de conferenciar con su hermano Raúl, el
presidente Osvaldo Dorticós, Ernesto “Che” Guevara y Ramiro Valdés, aceptó la
oferta del Plan Anadyr. ¿Por qué lo hizo? Su motivación es más complicada y a
través de los años ha ofrecido versiones distintas, incluyendo que la idea de
introducir los cohetes en la isla fue de Cuba—y no de Rusia—lo cual se sabe no
es verdad. Para Cuba, la operación
Anadyr era ventajosa de cualquier manera, sobre todo para
los efectos de garantizar la protección de la revolución. Por eso, y para
comprometer a Rusia aún más, Castro propuso a Khrushchev que se anunciara
públicamente el tratado de defensa mutua a firmarse entre los dos países y que
Rusia abiertamente enviara “armas defensivas”—incluyendo cohetes—a Cuba. De
haberse hecho esto, EU no tenía bases legales para objetar a un tratado entre
dos naciones soberanas
como Cuba y Rusia. Khrushchev prefirió conducir Anadyr en secreto y confrontar a
Kennedy con un fait acompli. Durante la Crisis, cuando los cohetes fueron
descubiertos antes de estar emplazados, se lamentó de no haber aceptado la
propuesta de Castro en mayo. Pero hay que considerar algo muy importante:
Castro se creyó la desinformación rusa de que el poderío atómico de las dos
superpotencias era similar—no obstante la admisión de Khrushchev de que se
buscaba emparejar la ecuación estratégica entre los dos países.
Es más, desde que Khrushchev
primero amenazó a EU en el verano de 1961 con usar el poderío atómico ruso para
proteger a Cuba de una invasión americana, Castro siempre estuvo convencido que
Rusia no sólo tenía los medios para llevar a cabo esta amenaza, sino que tambien
tenía la voluntad de usar sus cohetes estratégicos en contra de EU en caso de
una invasión a Cuba. Por eso su enorme decepción cuando Khrushchev decidió
retirar los cohetes de Cuba, sin siquiera consultarlo. Nunca perdonó a
Khushchev y esto trajo grandes consecuencias en las relaciones futuras entre
Rusia y Cuba.
¿Qué fue la Operación Anadyr? Ni más ni menos que un
brillante plan ideado por Nikita Khrushchev para GANAR la Guerra Fría en
noviembre de 1962. La apuesta más arriesgada y atrevida de un líder ruso
supremamente confiado de que tenía dominado a John F. Kennedy, quien mansamente
aceptaría la presencia de los cohetes nucleares rusos en Cuba, a 90 millas de
EU. La jugada final de un apostador de por vida, que veía en esta operación la
única manera de igualar a EU en poderío atómico y de imponer su concepto de
“coexistencia pacífica” a EU y al resto
del mundo. En otras palabras,
el sueño dorado de todos los líderes comunistas desde Lenin: la dominación de
todo el mundo.(Foto aérea de una instalación de cohetes nucleares en Cuba)
Esto es tan importante, que tiene que ser descrito en lujo de
detalles y respaldado por la documentación definitiva sobre el asunto. Primero
el plan de Operación Anadyr. Una vez obtenida la aprobación de Cuba para colocar cohetes
rusos en su territorio, negociada por una misión de altos funcionarios rusos que
viajaron a Cuba a fines de mayo, Khrushchev convocó la reunión final el 10 de
junio, donde se aprobó el plan que sigue. Cuarenta cohetes nucleares en cinco
regimientos, tres con cohetes de alcance medio R-12 y dos con cohetes de alcance
intermedio R-14. Las dos categorías de cohetes podían llegar a casi todo EU,
menos el noroeste y
Alaska. La magnitud del plan se puede ver sabiendo que en 1962, Rusia sólo
contaba con 20 lanzadores de cohetes intercontinentales, todos basados en
territorio ruso, con sus descritos defectos. Para proteger los cohetes
estratégicos, cuatro regimientos motorizados, dos batallones de tanques, un ala
de MiG 21 de ataque, baterías antiaéreas y doce grupos de cohetes tierra a aire
(SAMs), con 144 lanzadores de cohetes. Total de tropas: 50.874. Cuarenta y dos
bombarderos ligeros Il-28, que podían llegar a Florida, con seis bombas
nucleares. Y lo más importante y nunca detectado por la inteligencia de EU, dos
regimientos de misiles cruceros (cruise missiles), FKR, con ochenta misiles con
cabezas atómicas diseñados para proteger las costas de Cuba de una invasión
americana.
También se contemplaba construir una base de submarinos
nucleares, nunca antes vistos fuera de aguas territoriales rusas, con cohetes
capaces de alcanzar a toda la costa este de EU. Finalmente, doce cohetes
atómicos tácticos llamados Luna, con un alcance de 40 millas, para ser usados en
Cuba en caso de una
invasión de EU. Las cabezas nucleares variaban desde un megatón para los R-12
(en la foto un cohete soviético R-12), 14 kilotones para los misiles
cruceros, dos kilotones para los Lunas y doce kilotones para los bombaderos
Il-28. (Un megatón equivale a un millón de toneladas de
TNT, un kilotón a 1000 toneladas de
TNT. La bomba que destruyó
Hiroshima en Japón para terminar la Segunda Guerra Mundial tenía 15 kilotones).
Esto, pues, era Anadyr.
[4]
Los autores Timothy Naftali y Aleksandr Fursenko, quienes
habían publicado el hasta entonces definivo libro sobre la Crisis One Hell of a
Gamble (New York, Norton, 1997), fueron de los pocos que examinaron en detalle
toda la documentación que se abrió de los archivos secretos rusos. Pero además
de los archivos, para el libro Khrushchev’s Cold War, escrito casi diez años
después, contaron con las notas de los dos taquígrafos presentes en las
reuniones del 21 y 24 de mayo y del 12 de junio, el ya mencionado Ivanov y
Vladimir Malin, jefe del Departamento General del Comité Central del Partido
Comunista de Rusia. Al revisar la documentación abierta en los años 90 y las
notas de Malin reveladas en 2003, los autores se convencieron que “Khrushchev
vio los cohetes estratégicos nucleares
como armas ofensivas
primordialmente desplegados para establecer un balance de terror con EU”.[5]
Después de esto, ya no existe más nada desconocido sobre la Crisis de Octubre. Y
la historia debe estar sumamente agradecida a estos grandes investigadores de
haber armado todo el rompecabezas después de cuarenta y cuatro años: El plan
maestro de Khrushchev para derrotar a EU, ganar la Guerra Fría y dominar al
mundo.
Además de Anadyr el plan maestro de dominación ideado por
Khrushchev contaba con dos elementos adicionales para producir la “sorpresa de
noviembre”. Kennedy había sido avisado por un emisario “extraoficial”, el
agente de la GRU (inteligencia militar rusa) Georgi Bolshakov, supuestamente un
representante de la agencia noticiosa rusa TASS, de que Khrushchev no
promulgaría ninguna iniciativa nueva, sobre todo acerca de Berlín, hasta después
de las elecciones congresionales de noviembre de 1962. Este mismo Bolshakov
había sido preparado por la GRU para que estableciera una relación amistosa con
Robert Kennedy, convenciendo al Fiscal General y hermano del Presidente que era
mejor tener comunicaciones de canales “secundarios” (back channesl) para llegar
a Khrushchev más rápido y evadir a la burocracia del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Y así sucedió, con Bolshakov convirtiéndose en un buen amigo de
Robert Kennedy hasta el punto de ser invitado muchos fines de semana a la casa
de Robert en Hickory Hills, Virginia, donde participaba en todo tipo de
actividades familiares con los hijos de Robert y en los acostumbrados juegos de
“touch football”, de los Kennedy. Es decir, un espía ruso de amigo personal
del segundo hombre más
poderoso en Washington. Pero así eran los Kennedy, siempre supremamente
confiados de que podían actuar en formas diferentes y siempre pensando que todo
estaba bajo su absoluto control. Después de las elecciones, sin embargo, y
después que los cohetes estuvieran colocados en Cuba y listos para ser usados
contra EU, Khrushchev planeaba viajar a Cuba, firmar un tratado de alianza y
defensa mutua con Castro, y anunciar la presencia de cohetes estratégicos en la
isla. Finalmente, viajaría a
New York,
donde ante la ONU anunciaría el ultimátum definitivo sobre Berlín. La
alternativa para EU era la aceptación de todo el “gran diseño” o la guerra.
Khrushchev estaba convencido de cual sería la decisión de Kennedy: rendición
incondicional. Se la jugó, se equivocó, y perdió su gran apuesta para ganar la
Guerra Fría de una tirada de los dados cósmicos.
Los primeros barcos cargueros (de un total de 85) comenzaron
a zarpar para Cuba
a mediados de julio desde el Mar Negro. Y para asegurar más el secreto de la
operación, Khrushchev le ordenó al agente de la GRU y nuevo confidente de Robert
Kennedy, que buscara una reunión con Robert, la cual se celebró en la Casa
Blanca el 31 de mayo, pues el Presidente decidió participar. Bolshakov le pidió
al Presidente, como un “favor” a Khrushchev y para eliminar “provocaciones”,
suspender los vuelos de reconocimiento sobre el Caribe y los barcos rusos en
rumbo a Cuba. Kennedy accedió, aunque los vuelos no fueron suspendidos
del todo. Kennedy a su vez le pidió a Khrushchev, por
mediación del “canal secundario” favorito de los hermanos, que pusiera la
cuestión de Berlín “en el hielo” por el momento, lo cual era parte del plan de
Khrushchev de todos modos.[6].
Pero en agosto todo cambió. Primero, comenzaron a llegar rumores a EU de “tubos
largos” moviéndose sigilosamente en la noche por las carreteras de Cuba. Estos
rumores provenían de exiliados cubanos recién llegados a
Miami y entrevistados en el
aeropuerto de Opa Locka por la
CIA, aunque también de otras fuentes
como agentes de gobiernos
aliados. Mas la CIA no les daba mucho crédito a los “inventos” o exageraciones
de los cubanos que llegaban diariamente a EU. Los nuevos exiliados también
reportaban la llegada de más y más tropas rusas (a pesar de que llegaban
vestidos de civiles).
Sin embargo, a los reportes de los pocos aviones que seguían
volando sobre los barcos rusos en camino a
Cuba( en la foto, avión
Neptuno de la Marina norteamericana volando sobre un carguero ruso) sí había
que creerlos, sobre todo cuando confirmaban la presencia de largos cilindros
tapados por lonas en las cubiertas de muchos cargueros. Muy pronto, los
analistas fotográficos del Centro Nacional de Interpretación Fotográfica (NPIC)
de la CIA confirmaron que los cilindros muy probablemente eran SAMs. Y la
CIA comenzó a presionar al gobierno de que era necesario
reanudar los vuelos de aviones U-2 sobre
Cuba para tener una idea más
clara de lo que en realidad estaba ocurriendo. Pero una vez más, Dean Rusk se
opuso a vuelos de U-2 sobre
Cuba
por temor a provocar un incidente internacional en caso de que fueran
descubiertos, y Rusk contaba con el apoyo del asesor de seguridad nacional
McGeorge Bundy esta vez. Ahora la política doméstica intervino, pues los
reportes de cubanos recién llegados encontraron acogida en algunos políticos
republicanos que estaban involucrados en reñidas campañas en las elecciones
congresionales de noviembre, notablemente los senadores Homer Capehart de
Indiana y Kenneth Keating de New York. Los dos senadores comenzaron a denunciar
al gobierno por permitir la aumentada presencia de soldados y armamentos rusos
en Cuba. Kennedy y sus ayudantes lo negaban, pero las acusaciones continuaban y
las encuestas reflejaban que las duras críticas republicanas estaban surtiendo
efecto en los votantes. De manera que después de muchas deliberaciones, un vuelo
de U-2 sobre Cuba fue autorizado para el 29 de agosto, el mismo día en que
Keating por primera vez denunció la presencia de cohetes en Cuba.
[1]
Todos los datos de esta reunión vienen de las minutas y conversaciones
tomadas por dos taquígrafos rusos presentes. Fursenko y Naftali, op. cit.,
p. 435 y notas 78-86, p. 610
[2]
Gromyko no era miembro del Presidium y no estaba presente en la
reunión del 24 de mayo pero sí expresó su oposición al plan en privado a
Khrushchev. General Anatoly Gribkov and General William Y. Smith,
Operation Anadyr (Chicago: Edition Q., 1994), p.14
[3]
Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali, One Hell of a Gamble (New
York: Norton, 1997), p. 188
[4]
Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali, Khrushchev’s Cold War (New
York: Norton, 2006), p. 188
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