CARTA A LOS MILITARES CUBANOS
viernes, 7 de octubre de 2011
A MODO DE EDITORIAL
CARTA A LOS MILITARES CUBANOS
(10-4-11-5:10PM)
Soldados
y Oficiales cubanos de tierra, mar y aire:
No podrás, aunque quieras, ser sordo y ciego ante la angustia apremiante de
Cuba. Las posibilidades de que en un muy breve plazo, tengas que llamar a tu
compañía para tomar las armas, ya sea para reprimir al pueblo, que cansado de
tanta miseria y represión, al momento del anuncio de la muerte de quien los ha
oprimido por
más de
medio siglo, se decida a reclamar en las calles las libertades
perdidas y a exigir una vida mejor; o en una sangrienta contienda civil, cuando
al faltar la mano de hierro que cohesionó a las distintas facciones, que se
reparten el abundante botín de las empresas creadas por la tiranía, éstas
quieran imponerse unas sobre las otras, utilizándolos a ustedes como carne de
cañón.
Y por mucho que acalles las inquietudes de tu propio espíritu, no podrás eludir,
en las largas vigilias del servicio, estas preguntas inaplazables: ¿Qué es lo
que está ocurriendo? Este gobierno, en cuya defensa arriesgo la vida ¿es el
verdadero servidor del destino patrio? ¿O estaré perpetuando con mi esfuerzo una
organización política, muerta, desalmada, esterilizadora y anti humana?
Mira a tu alrededor, observa la situación de tu familia, de tus compañeros y
vecinos. La pobreza que se ensaña con tu pueblo y que pese a las eternas
promesas para el futuro, al transcurrir
casi 53
años de la misma cantaleta, la
situación es cada vez peor. Y observa y pregunta a otros compañeros y camaradas
de armas, como viven los altos jefes de la jerarquía militar y política de este
desgobierno que se mantiene gracias a tu esfuerzo y a tu respaldo como militar.
Los Generales y muchos oficiales superiores, disfrutan de los privilegios más
aberrantes y viven vidas de potentados, mientras tú y tus compañeros, como
soldados, sub oficiales y oficiales de nivel medio, sufren todas las carencias
que este régimen ha impuesto de forma sistemática al pueblo cubano.
Quien ninguna noche se siente libre de las mismas incertidumbres, quiere que le
acompañes, al través de esta carta, en una silenciosa meditación.
El estado de crisis permanente implantado por este régimen, ya no puede
soportarse a sí mismo. El estado de guerra convertido en endémico, con su
secuela de movilizaciones, maniobras y falsas noticias de invasiones
inexistentes y el continuo bombardeo de una mentirosa propaganda, achacando
todos los males de la nación a los enemigos externos, ha terminado por extenuar
al pueblo, del que tú, militar cubano, eres parte esencial. Ya se levantan voces
que arriesgando la persecución y la cárcel injusta aplicada a todo el que osa
discrepar, aunque sea pacíficamente, de los métodos arbitrarios implantados por
el gobierno a quien sirves. La rebeldía va in crescendo y el peligro de un
levantamiento popular no debe de ser descartado.
Un peligro mayor debe de ser tomado en consideración. Éste podría ser el
causante de la pérdida de nuestra nacionalidad y de la disolución de nuestra
nación y hasta provocar—ahora sí de verdad—una invasión extranjera: Es tal el
grado de desesperación de la gran mayoría de nuestro pueblo, que sólo piensa en
emigrar. En abandonar el suelo que los vio nacer. El de resolver el problema
individual de cada uno, lejos de la patria, en lugar de pensar en quedarse para
resolver el problema colectivo de todo el pueblo. A pesar de lo que proclaman
los detentadores del poder, “el estado socialista” no supo inculcar en nuestros
compatriotas el espíritu de colectividad, ni el sacrificio por el Bien Común.
Esta actitud puede degenerar, ante cualquier estallido u anomalía, en un éxodo
masivo generalizado, los que, según han declarado ya, las Autoridades civiles y
militares del poderoso vecino del Norte, sería tomado como un acto de guerra.
Ante este sombrío panorama, no queda más salida a los militares cuyas manos no
estén manchadas de sangre, ni sus bolsillos repletos de dinero mal habido, que
tomar una decisión, que los lleve a salvar la patria.
Adivino el escrúpulo de muchos de ustedes forjadas en la disciplina cuartelaria
y la obediencia ciega a los mandos. Pero eso es válido cuando se sirve a un
gobierno que procura el bienestar del pueblo y garantiza la permanencia y
salvaguardia de las libertades. Pero ya hace mucho tiempo que esta revolución
que se proclamó heredera de los libertadores del 68 y del 95, se apartó del
camino
y se convirtió en una tiranía familiar, apoyada por una mafia de chupópteros,
que en nombre de una ideología caduca se apoderaron de la nación y la
administraron como una finca particular, mientras te convertían a ti en el
centurión que dominaba e inspiraba temor a los siervos de la gleba y te
enviaban a tierras extrañas a pelear guerras en nombre del socialismo, pero que
en realidad encubrían propósitos capitalistas, como el de vuestros camaradas que
cuidaban el Enclave de Cabimba propiedad de las grandes compañías petroleras que
pagaban religiosamente enormes sumas de dólares a tus jefes, que los han
depositado en abultadas cuentas bancarias en el exterior, que les garantizan un
futuro a ellos y a sus familias, no obstante lo que pase en Cuba, mientras tú,
tus compañeros y tus familiares tendrán que esperar en Cuba paciente y
pobremente,
venga lo que venga.
El gobierno castrista se encargó de destruir todo vestigio de sociedad civil en
nuestra nación. Ante esto, las Fuerzas Armadas han quedado como la única
institución cohesionada y con disciplina que puede resguardar la unidad de la
patria, ante una eventual hecatombe. De ahí la enorme responsabilidad que cae
sobre vuestros hombros, soldados, suboficiales y oficiales en los mandos medios
de las fuerzas de aire, mar y tierra. Si ustedes se abstienen de actuar por una
interpretación puramente externa de su deber, se exponen a encontrarse de la
noche a la mañana sin nada a que servir. En estos momentos están ante la
disyuntiva de seguir bajando la cabeza ante los atropellos de sus jefes; o
recobrar con sus propias armas la dignidad de vuestra institución y la libertad
de todos vuestros compatriotas. Las Fuerzas Armadas no pueden servir al pueblo
más que de una manera: protegiéndolo con vuestras propias armas. Así ha ocurrido
muchas veces desde que el mundo es mundo. Como afirmó Spengler: “siempre
ha sido a última hora un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización”.
Cuba está cautiva de una pandilla de malandrines que pretenden eternizar en el
poder a una misma familia, que la tiene condenada a la parálisis y ha convertido
a sus hijos en ciudadanos de segunda, que sufren el horrible apartheid de ser
parias en su tierra, servidores de extranjeros que viajan a la Isla en busca de
diversión fácil y sexo barato, dándoles a nuestras mujeres la mala fama de ser
las prostitutas más educadas del planeta como dijera cínicamente alguna vez,
Fidel Castro.
Llegó la hora de tomar una decisión trascendental, militar cubano. De ti va a
depender que la Patria permanezca o que Cuba se disuelva en el caos o siga
esclava por otro medio siglo. Para un cubano de vergüenza la decisión no es tan
difícil. Da el paso al frente que la historia te lo reclama.
Tendrían derecho a hacerse los sordos si les llamáramos para que cobijases con
vuestra fuerza una nueva política reaccionaria. La bandera de lo nacional no se
enarbola para encubrir la mercancía del hambre. Millones de cubanos la padecen y
es de primera urgencia remediarla. Para ello habrá que lanzar a toda máquina la
gran tarea de la reconstrucción nacional. Habrá que llamar a todos,
orgánicamente, ordenadamente, al goce de lo que Cuba produce y puede producir.
Ojalá supieran expresar estas palabras en toda su gravedad el valor de las
horas en que vivimos. Lo saben ustedes militares cubanos, que ven la corrupción
de los mandos superiores y el enriquecimiento ilícito de vuestros jefes supremos.
Lo sabemos nosotros, encarcelados a millares, sin procesos justos, vejados en
nuestras casas por un estado policiaco desmedido que hurgó en nuestros papeles,
destruyó nuestros hogares, desorganizó nuestra existencia de ciudadanos libres,
de cuya vigilancia no escapan ni tú ni tus familiares. Lo sabemos
más de dos
millones de exiliados que desde tierras extrañas añoramos la patria.
Ya se alistan paladines para acudir en socorro de la patria. Los que quieren una
patria con fronteras, banderas y tradiciones propias, sin un amo internacional,
y sin consignas venidas del extranjero. Y una mañana, soldados, oficiales
cubanos, los veréis aparecer frente a vuestras filas, o surgir de ellas. Ese
será el instante decisivo. El redoble o el silencio de vuestras ametralladoras,
resolverá si Cuba ha de seguir languideciendo o si puede abrir el alma a la
esperanza.
Piensa. Piensa bien en estas cosas antes de dar la voz de ¡fuego!. Piensa que
por encima de los artículos de las ordenanzas, asoman, una vez cada muchos
lustros, las ocasiones decisivas de la vida de un pueblo.
Aldo Rosado-Tuero-
Director del diario digital Nuevo Acción.
UNA NOTA DE LA
DIRECCION DE N.A.-
Este texto está a la disposición de cualquier organización
que quiera usarlo y distribuirlo. Pueden quitarle la firma. No aspiro ni
siquiera a que se me reconozca la autoría. Sólo me interesa que llegue a la
mayor cantidad de familiares de militares cubanos y que también la conozcan los
militares familiares de esas personas.
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