TRIBUNA:TITO- RELATOS HISTÓRICOS DE LA LUCHA FRONTAL CONTRA EL CASTRO-COMUNISMO 2.
lunes, 26 de septiembre de 2011
TRIBUNA:TITO- RELATOS HISTÓRICOS DE LA LUCHA
FRONTAL CONTRA EL CASTRO-COMUNISMO 2.
(9-25-11-5:30PM)
Por Tito
Rodríguez Oltmans
En los anales de la Historia de América no había habido un
régimen tiránico más cruel que el régimen CASTR0COMUNISTA que impera en
Cuba por la fuerza y el terror
desde el primero de enero de 1959. A esto tenemos que añadir, por desgracia
bochornosa, que este régimen asesino ha hecho las fechorías más crueles no solo
contra el pueblo cautivo de
Cuba,
también su garra asesina ha llevado sus crímenes por todos los continentes
dejando en su paso un surco de sangre, dolor y luto. Estas injerencias
terroristas se han hecho con la total tolerancia de otros países, supuestamente
paladines y amantes del respeto a los derechos humanos, principalmente los EE.UU.
que junto con muchos otros países de la llamada órbita democrática del mundo
libre, nada hacen para ayudar a los combatientes cubanos. Situación
inexplicable. (¿?).
Prisión de
Isla de Pinos.
A continuación el relato bien detallado de un compañero preso
en La Prisión de Isla de Pinos, (actualmente el régimen le cambió el nombre a
Isla de Pinos por el de Isla de La Juventud). Episodio escalofriante para
aquellos que no sufrieron prisión política en
Cuba en la década de los años
sesenta y setenta, esta forma de extrema crueldad era aplicada muy
frecuentemente por la guarnición de la prisión. El lenguaje es crudo, pero es la
única forma para poder describir los insultos ultrajantes con los cuales se les
trata constantemente a los presos políticos, y poder apreciar la maldad medular
de los guardias de Prisiones del Ministerio del Interior (MININT).
LA
MOJONERA *
Soportamos huelgas de hambre, ensañadas requisas, celdas de
castigo, celdas tapiadas, vivir cotidianamente sobre toneladas de dinamita y
TNT, trabajo forzado,
viento, frío, sol, lluvia, truenos, varios electrocutados, tiros, muertos por
disparos en el campo, años de hambre, golpes físicos, terror, siembra sangrienta
de cañitas, limpieza de un paraje repugnante
“La Mojonera”, nombre dado por los presos a la laguna sanitaria, de unos
cien pies de diámetro, donde se estancaba el agua albañal del reclusorio, o sea,
una fosa gigantesca de heces fecales al aire libre, con todos sus fétidos
atributos. Un pie bajo la superficie de sus negras aguas, se percibía una
sensación de tembladera por la densidad de residuos putrefactos, concentrados
durante tres décadas, copada en sus tres cuartas partes por plantas acuáticas,
abundando el macío y la cortadera, ésta última peligrosa por su hoja larga y
triangular de filosos vórtices.
Para
evitar el desbordamiento de su materia contaminada (excrementos) por exceso de
lluvias u otras causas, “La Mojonera” poseía una abertura o rebosador en la
margen del norte que vertía hacia un canal tortuoso de irregular anchura, de
entre tres a cinco varas. Tenia de cuatro a seis pies de profundidad, y
aproximadamente tres kilómetros de largo desembocando en el mar.
El 18 de noviembre de 1964, el flujo de la pobre corriente de
las apestosas “aguas negras” se estancó. Setenta y un prisioneros descalzos, con
ropas desgarradas de la circular cuatro, fueron fuertemente escoltados hasta la
mencionada laguna, donde violentos y agresivos guardias los empujaban hacia
dentro de ésta para que se zambulleran hacia el fondo y arrancar de raíz la alta
hierba crecida con el tiempo. En dicho canal se escenificó uno de los más
cruentos pasajes del esclavismo penal
del mundo actual.
Los
esbirros, comandados por el siniestro sargento Juan Rivero, reforzado por los
sanguinarios cabos Porfirio, Ochoa, Eta, Olé y otros de igual calaña,
mantuvieron a los setenta y un inquebrantables esclavos, desde las 8 A.M. hasta
las tres de la tarde sacando la enraizada paraná hacia las márgenes de la
enlodada zanja. Esta exhausta labor fue acompañada de un brutal atropello, de
fuertes golpes, bayonetazos y culatazos sin tregua. No hubo excepción, todos
fueron víctimas de la injustificable fuerza. Al final de esa inhumana tortura,
los presos salieron con pasos firmes, ni abatidos, ni vencidos; por el contrario,
erguidos como exige el decoroso sacrificio por la patria.
Análoga
actitud al grupo que lo antecedió en la limpieza de La Mojonera.
A finales de octubre de 1964, 30 presos de la Circular Uno,
la mayoría descalzos y con ropas raídas, otros vendados cabeza y brazos,
cubriendo heridas causadas días antes por los guardias, en ese deplorable estado
nos condujeron a un potrero frente al presidio. A las once de la mañana comenzó
una torrencial lluvia con fuertes ráfagas de viento e ininterrumpida tormenta
eléctrica, resistimos una hora y media los embates inclementes de la borrasca.
Vibramos como inquietos muelles, tullidos de frío con un punzante
dolor de oídos.
De repente cesó la tempestad,
el cabo Yaguajay gritó imperativamente en lenguaje vulgar: ¡A trabajá! Nadie
obedeció la orden. A los 20 minutos, ochenta soldados portando varios tipos de
armas y bayoneta calada, dirigidos por el despótico e inexorable teniente
Morejón, con la cara roja de ira gritaba estridentemente ¡Arriba, cojones! Hacia
la laguna
del otro
lado de la cerca, entre culatazos, empellones y pinchazos lanzados, brincamos la
cerca de púas y caíamos sembrados en la espesa materia fecal. Entonces nos dimos
cuenta que estábamos dentro de La Mojonera. El teniente Morejón, como urraca de
ultratumba, no cejaba de graznar: ¡A sacar toda la hierba y las raíces de la
laguna, cojones! No se podía parar de trabajar había que arrancar de raíz la
pesada húmeda hierba. Con su siniestro rostro el cínico oficial comenzó a
entonar otro macabro estribillo:
<Al que
pare de trabajar le disparan>
al oír
la orden, los esbirros que bordeaban el podrido pantano, rastrillaban sus rifles
e improvisaban un discorde coro de amenazas y ofensas contra nosotros.
Las plantas se arrastraban hasta la orilla colocándolas con
las raíces para arriba. En ese instante no se podía perder de vista al guardia,
que presto corría a pegarnos con cualquier arma, balbuceando agresivo: ¡Pa'
dentro del charco, cojones! - En ocasiones algunos muy agotados se
sujetaban de la cerca, rápidos eran agredidos por el verdugo que lanzaba su
fusil embayonetado tratando de herirlos.
El fondo
del lodazar era quebrado, con
sus altos y bajos, por tal causa, de súbito nos hundíamos, teníamos que estar
atentos todos entre sí para, en ese caso, formar raudos una cadena de brazos con
brazos, para halar hacia nosotros al hundido.
Bregamos en esas condiciones desde la una de la tarde hasta
que el reflejo rosado
del ocaso languideció su
bello matiz en el horizonte.
Las vendas ya no existían sobre las heridas; ahora eran parte de la miasma. Hubo
casos que la sangre de las heridas nuevas cruzó negriroja por sobre las heridas
viejas más añejas e infectadas por bacterias. La noche y nosotros teníamos un
símil color, nuestro pelo era una cochambre negra, lo mismo nuestra cara, manos
y ropa, mas la peste que emanábamos era desagradable, una mezcla de berrenchín
de chivo con fango podrido.
No queja,
no dolor, no clemencia, todos como un haz de conciencia por la razón y la
justicia. Exánimes, lerdos, hermanados por el martirologio y exacta conducta,
entramos en nuestro enrejado hogar, la Circular Uno del llamado Presidio Modelo
de la Isla de Pinos.
Innumerables presos descendieron a la planta baja para
brindarnos ayuda. Uno de los meramente sucios le dijo al que le asistía: "ten
cuidado no te embarres, huelo a vaho de fosa". Recibió esta respuesta: "Será
para ti, para mí, hueles a dignidad".
Han decursado décadas, desde el fin de ese tétrico calvario,
donde extinguimos años de juventud y vida esclavizados en aras de una lucha
justa y humana; y al vernos en ocasiones, ya canosos, nos abrazamos
como hermanos, y sentimos una
sonrisa en el alma, es el consuelo feliz de sabernos triunfadores, que no fue en
vano. Así es, la historia actual indica el declinar vertiginoso de la doctrina
marxista-comunista, testimonio real de nuestra razón.
¡Viva
Cuba Libre!
Tomado del libro “XXX Aniversario de la Clausura
del Presidio de Isla de Pinos.”
Autor, Fermín Melanio Amador Chamizo- causa 124 de 1962- Número de presidiario
en el Presidio de Isla de Pinos: 31909
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