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miércoles, 24 de agosto de 2011
LA REBELIÓN DEL MEDITERRÁNEO Y EL PUEBLO
CUBANO
(8-22-11-5:00PM)

Por Andrés Pascual
El miedo siempre ha justificado la apatía y el
desgano por el levantamiento que borre violentamente a la tiranía castrista; sin
embargo, hay detalles: la disidencia, “mantenida” desde el exterior como
cualquier cubano ayuda con montos inferiores a su familia, se erige en un muro
insalvable al reclamo por la fuerza, porque han sido varias las veces que casi
todos sus representantes, más de Europa y de los liberales, cubanos o no de
aquí, que del propio pueblo, han frenado el propósito al desacreditarlo a través
de cartas y comunicados de sus “líderes”, dirigidas a la opinión internacional,
para que no apoyen esos procedimientos. Marta Beatriz Roque, Cuesta Morúa,
Héctor Palacios, Espinosa Chepe…han sido de los que se ha opuesto abiertamente a
que “los cubanos tomen las calles”, en otros casos, ni mencionan el detalle,
como Yoani, Macho Rico, Payá, Fariñas…
Si, hay miedo, pero en la disidencia a perder el
protagonismo, el espacio de relativo brillo que han logrado como “caras
visibles” de la oposición y, tanto allá como aquí, miedo a perder el negocio
que, cuando están en la Isla, los amparan con el manto hipócrita de convivir en
peligro por una represión que, los que la sufrimos en carne viva, por los
acontecimientos de hoy, nos parece sospechosamente rara por lo consentidora;
porque, nadie se acaba de convencer de que exista represión excesiva “a lo
antiguo” donde alguien puede comunicarse con un show de prime-time en Miami
desde la prisión para cantaletear contra la tiranía; a pesar de la negación de
visas a Yoanni Sánchez que, para regresar desde Suecia, a donde había emigrado
con su esposo, estuvo de acuerdo en firmar un compromiso de nunca salir de Cuba
bajo ninguna opción que se opusiera a la tiranía; incluso a Guillermo Fariñas,
ex matador de negros buenos en África como miembro de las Tropas Especiales de
la dictadura castro-comunista. En ambos casos, a buscar un pergamino y un cheque
realmente suculento para el misérrimo nivel de vida en la Cuba actual.
A Biscet casi le dieron un golpe de estado
durante su estancia en prisión, manejado por los “managers” de los gandhistas
aquí y en Europa en cuanto al protagonismo y la vanguardia representativa en la
lucha contra la dictadura. Fariñas, que hizo un deporte de la huelga de hambre y
pretende repetirlo con lo de las detenciones de corto tiempo, es un convocador
al suicidio y Biscet a la lucha callejera, peligrosa para la tiranía, es decir,
para una buena parte de la “oposición pacífica y para sus mentores”; mientras,
sacaron de su tumba a Osvaldo Payá, por lo que se perfila otra carrera por los
escaños exclusivos que dan propaganda internacional y dinero, mucho dinero.
La onda expansiva del peligroso Mediterráneo
musulmán no se reflejará en Cuba; porque, aunque en aquellas protestas se ha
demostrado (Polonia y Rumania también), que no se necesitan armas si la cantidad
de pueblo en la calle es más que generosa, no es menos cierto que, por la
espiral, que bajo la regla del “efecto dominó” convulsionó a todo el área,
parece que se preparó en otras instancias, señalamiento que no exime a la Casa
Blanca ni al Departamento de Estado, que no han escondido en los últimos tiempos
su descontento con los colonos de Israel y los asentamientos en Gaza.
Pudiera ser este, como para Carter en 1979-80, el
próximo y definitivo Irán de una administración más peligrosa, más traidora y
más antiamericana que la del Manisero de Georgia. De cualquier forma, ya no debe
ser sospechoso ni sorpresivo para nadie que estén ocurriendo ese tipo de cosas
que afectarán a Estados Unidos a corto o a mediano plazo bajo este gobierno de
protección al totalitarismo castrocomunista en Hispanoamérica, o a la
recalcitrancia fundamentalista musulmana en el Oriente Medio.
Mientras, la labor con respecto a la dictadura
castrocomunista de nuestros “aliados”, aunque lo encubran, es de apoyo, por lo
que planes de ayuda a ese levantamiento, para el pueblo cubano, no están
permitidos.
Lo otro, en Cuba debe existir un 60 % de apoyo a
Castro a pesar de lo digan, con un 20 % de apáticos y el otro 20 tan confundidos
que, si logran llegar aquí, entonces descubren que no eran anticastristas por lo
de la oposición del exilio a los viajes, a las remesas, al intercambio…
En otro orden de cosas, hay un 95 % que le tiene
más miedo al capitalismo, por lo que les han dicho con respecto al trabajo y a
las casas que la dictadura se robó y les entregó, que a una posible muerte en
las calles de cualquier pueblo o ciudad tratando de liberarse del yugo opresor.
Si queda algún
porciento, es la disidencia, que no le gusta la lucha en las calles ni
adoctrinar a la juventud para que haga, con carácter heroico, lo que ellos no
pueden no saben o no quieren en la hora presente y definitiva.
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