MARTÍ: UN ACERCAMIENTO PUNTUAL-II
(4-12-11-5:00PM)
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso- Tomado de Baracutey Cubano.
En su artículo del 18 de agosto de 1888 titulado El General Sheridan, Martí al alabar a Sheridan, alabó a todos aquellos luchadores que dejando generosamente a un lado su ambición de poder, dan paso a otros por el bien de la nación:
“Te defendí ¡oh patria ! en la hora de necesidad; pero no te perturbaré en la hora de la paz con mi ambición, porque me diste vida para defenderte y ocasión para ganar gloria; ¿ haré yo de mi valor ¡ oh patria ! un látigo, y de tí haré mi caballo ? Así no habló Sheridan, que no era hombre de palabras finas; pero obró así, que es mucho mejor que hablar” (Tomo 13, 120)
Martí, como ya vimos en la tercera cita de este subtítulo, no quería que Cuba se convirtiera en la finca particular de un caudillo como había sucedido en otros países iberoamericanos después de concluidas las guerras contra la Metrópoli, pero para Martí no sólo los caudillos eran merecedores de fuertes críticas; también los pueblos llevaban su parte. En el segundo volumen de la edición de las Obras Completas de nuestro Apóstol, publicadas en el centenario de su nacimiento, y en sus páginas 50 y 51 se lee:
“ De hombres que no pueden vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos.”
Y con vistas a una convención de clubes independentistas donde se discutirían múltiples temas, manifestó: “ ¡que los pueblos no son como manchas de ganado, donde un buey lleva el cencerro, y los demás lo siguen .! ” (Tomo 2, 17)
Martí no sólo criticó el control de un país por un caudillo; también criticó el control político de la nación por un solo partido político:
“ Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido”(Tomo 20, 25)
Y para Martí, según plantea en ¨Tres Héroes¨ en la conocida obra La Edad de Oro: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.”
A raíz de la ascensión del Partido Republicano estadounidense al poder en 1883, escribió sobre lo conveniente que era para una nación que un partido político no permaneciera mucho tiempo en el poder: “ La libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en fórmula banal. El mismo campo que cría la era, cría las ortigas. Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas; las castas se entrebuscan y se hombrean unas con otras.” (Tomo 9, 340)
Es cierto que Martí fundó un solo partido, nadie funda más de un partido a la vez, pero ese partido por las bases tan amplias que tenía, no era excluyente; se fundó con el único propósito de llevar la independencia a Cuba y Puerto Rico. En el Partido Revolucionario Cubano (PRC) había personas de todas las tendencias políticas: demócratas, anarquistas, socialistas, etc.; bastaba que la persona deseara la independencia para pertenecer al mismo. En las bases no se habla de continuar la existencia del PRC después de la independencia cubana y puertorriqueña de España (por eso Don Tomás Estrada Palma, el sucesor de Martí, lo disuelve al lograrse la independencia de España concluida la Guerra Hispano Cubana Norteamericana); en las bases del PRC tampoco se habla de excluir o de prohibir la participación de otros partidos políticos en la lucha independentista o en la vida republicana.
La búsqueda de un modelo para las Antillas
Martí, en una carta rimada del 21 de octubre de 1889 (Tomo 16, 354-358), dirigida a un antiguo compañero y colaborador, el anexionista Néstor Ponce de León, expuso sus convicciones antianexionistas pero a la vez el respeto a las ideas de los demás.
A mi Señor Néstor Ponce de León:
Viene a decirme Capriles Que alguien dijo en Broadway, Que en mi discurso exclamé:
“¡Los anexionistas viles! ”- ¡Bien y con mucha razón-
Me mandó usted el recado- De tenerme preparado
El espinudo bastón!
Miente como un zascandil- El que diga que me oyó -Por no pensar como yo- Llamar a un cubano “vil”.
Donde no nos puedan ver- Diré a mi hermano sincero: “¿Quieres en lecho extranjero- A tu Patria, a tu mujer?”
Pero enfrente del tirano- Y del extranjero enfrente, Al que lo injurie: “Detente”-Le he de gritar: “¡Es mi hermano!”
En la Patria de mi amor- Quisiera yo ver nacer- El pueblo que puede ser, Sin odios y sin color.
Quisiera, en el juego franco-Del pensamiento sin tasa, Ver fabricando la casa- Rico y pobre; negro y blanco.
Y cuando todas las manos-Son pocas para el afán, ¡Oh, patria, las usarán- En herirse los hermanos!
Algo en el alma decide, En su cólera indignada, Que es más vil que el que degrada- A un pueblo, el que lo divide.
¿Quién con injurias convence?¿Quién con epítetos labra? Vence el amor. La palabra Sólo cuando justa, vence.
Si es en uno el honor, los modos Varios se habrán de juntar: ¡Con todos se ha de fundar, para el bienestar de todos!
Su Martí- N.Y. 21 de octubre de 1889
El Mártir de Dos Ríos nunca sintió odio o rencor contra los anexionistas o contra cualquier otra persona. Es bueno aclarar que solamente en su pequeña obra ¨Abdala¨, escrita a los 16 años, es donde habla positivamente del odio o rencor al definir el amor a la patria como “el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca” (Tomo 18, 19). Después de la experiencia del presidio político desterró a esas palabras de su corazón y cuando llamó a la Guerra Necesaria, no recurrió al odio al enemigo para hacer de los combatientes revolucionarios frías y eficientes máquinas de matar. En su obra sobre el presidio político en Cuba escribió:
“La venganza y el odio son dos fábulas que en horas malditas se esparcieron por la tierra”
Años más tarde y siendo coherente con su doctrina de amor, sentenció: “En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman. Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra. Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república. El odio no construye” (Tomo 14, 496) (Continuará)
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