BAHÍA DE COCHINOS A LOS 50 AÑOS-II

domingo, 17 de abril de 2011

BAHÍA DE COCHINOS A LOS 50 AÑOS-II  
 (4-15-11-5:20PM)
Por Diego Trinidad, Ph. D. 
¿Pero, hasta que punto fue responsable la CIA del fracaso de la invasión? Como se ha explicado, la inercia de la burocracia creó intereses que se empeñaron a llevar a cabo la operación contra viento y marea.  Los riesgos se minimizaron y las posibilidades de éxito se exageraron.  El jefe de la operación, Richard Bissel, habrá sido un genio, sobre todo tecnológico (fue el responsable del desarrollo del avión U-2), pero no tenía la capacidad para dirigir lo que en definitiva se convirtió en una operación militar en toda extensión de la palabra. Únicamente por ser el “muchacho dorado” de Dulles, Bissel fue nombrado jefe de la operación.  El equipo que Bissel eventualmente juntó para conducir la operación era generalmente bueno, sobre todo los asesores militares como el Coronel Hawkins, y mas tarde Grayston Lynch y William “Rip” Robertson (los primeros en desembarcar en Playa Girón la madrugada del 17 como hombres rana).  Los pilotos de la Guardia Nacional de Alabama, cuatro de los que sacrificaron sus vidas a sabienda cuando se ofrecieron de voluntarios para volar los últimos B-26s de la Brigada y ofrecer un ínfima cobertura aérea cuando ya era demasiado tarde tienen que ser reconocidos no solo por su heroísmo, sino por el buen entrenamiento que dieron a los pilotos de la Brigada.  Pero el Director Dulles, quien más experiencia tenía en operaciones clandestinas en la agencia, y uno de los altos oficiales--y años después, Director de la agencia, Richard Helms, curiosamente casi no intervinieron en la operación.  Dulles en especial tiene que ser criticado por no tratar de convencer a Kennedy de no cancelar los bombardeos.  Muy difícilmente se hubiera negado Kennedy si Dulles le hubiera enfatizado, sobre todo el 15 de abril después del primer bombardeo, que la destrucción de la FAR era absolutamente necesaria para el éxito de la operación.  Tanto Dulles como Bissel y Cabell lamentaron amargamente no haber hecho un esfuerzo máximo por convencer a Kennedy de reinstaurar los bombardeos.  Y por supuesto, se cometieron una enorme cantidad de errores tácticos, tales como mezclar equivocadamente el combustible de los motores de las lanchas de desembarco y confundir los arrecifes frente a Playa Girón con alga o con reflexiones de nubes en las aguas fuera de las playas.  Habían miembros de la Brigada que conocían esas aguas y sus avisos fueron ignorados.  Pero mas que nada, los líderes de la operación, especialmente Bissel, debían haber recomendado a Kennedy la cancelación de la invasión desde que ordenó cambiar el Plan Trinidad, pero definitivamente cuando lo aviones que participarían en el primer y único bombardeo el 15 de diciembre fueron arbitrariamente reducidos de 16 a 8 por Kennedy.  Tanto el sub-jefe de la operación, Jake Esterline, como el mencionado Coronel Hawkins, de hecho presentaron sus renuncias a Bissel esa mañana, pero se dejaron convencer cuando Bissel apeló a su patriotismo.  Mas ninguno de los dos le perdonó a Bissel que la operación no fuera cancelada.  No cabe duda que si Bissel, por no decir el Director Dulles, le hubieran recomendado a Kennedy la cancelación de la invasión después de los cambios ordenados por el presidente, Kennedy hubiera aceptado de inmediato.  Y hubiera culpado a la CIA por tal cancelación (sin mencionar al público, por supuesto, las razones por las cuales la CIA había hecho tal recomendación).  De manera que sí, la CIA tuvo una gran responsabilidad por lo sucedido.  Pero siempre recordemos las famosas palabras de otro ex Presidente, Harry Truman, quien tenía un pequeño letrero en su buró que decía “the buck stops here (el dólar para aquí).  Kennedy fue quien tomó la decisión final de ordenar que la Brigada partiera de Nicaragua a Cuba y luego las decisiones fatídicas de cancelar los bombardeos y de no permitir ninguna intervención militar americana ni siquiera para salvar a los brigadistas.  Por lo que, como se ha repetido hasta la nausea, ÉL Y SOLO ÉL fue el responsable del fracaso de la invasión .
Ahora consideremos la actitud de Kennedy sobre la operación contra Cuba, cualquier operación.  El hecho cierto, innegable, es que Kennedy NUNCA creyó en la invasión, ni siquiera después que se hicieron los cambios que ordenó.  Esto sale a relucir muy especialmente en el  nuevo libro The Brilliant Disaster.  Las menciones del autor Rasenberger (quien, a pesar de sentir ciertas simpatías por Kennedy ha escrito un libro extraordinariamente objetivo) de las dudas de Kennedy sobre la operación no dejan mucho lugar a otras interpretaciones.  Al contrario, no hay otra cosa que pensar mas que el presidente no quería, de ninguna manera, ordenar una invasión contra Cuba y que estaba continuamente buscando como evitar tal decisión. Mucho peor y más grave, Rasenberger demuestra de una manera conclusiva que Kennedy, o nunca entendió bien la importancia de los bombardeos incluidos en ambos planes (lo cual hace lucir muy mal al presidente por ser algo tan obvio y tan esencial;  lo mismo que cuando sus defensores alegan que Kennedy no sabía que las montañas del Escambray estaban a 80 millas de Bahía de Cochinos, como si el presidente no supiera leer un mapa), o aún entendiendo la importancia, buscaba desesperadamente como evitarlos.  El resultado de estas dudas, de no creer en la operación, de querer por todos los medios emascularla cada vez más, de darle más importancia a la opinión pública y a la opinión de la mayoría de sus asesores (casi todos en contra)de la invasión, fue lo que tenía que ser.  Que esas dudas y esa falta de determinación decidieran a Kennedy eventualmente a reducir el número de aviones que participarían en el primer bombardeo (el único, el 15 de abril) y a cancelar los otros dos bombardeos planeados, incluyendo el crucial de la madrugada del 17, poco antes del desembarco de la Brigada.  Y que no permitiera de ninguna manera a los aviones americanos que estaban a cinco minutos de las playas de Bahía de Cochinos intervenir ni para salvar las vidas de esos hombres que confiaron en el y a quienes  mandó a una muerte segura.  Cuando yo dije esto el sábado en el seminario,  todos los panelistas, incluyendo mi buen amigo José Azel, consideraron mis palabras acusadoras un poco extremas (Latell y Jones no estaban en ese segundo panel; ellos dos comparten mi opinión), pero eso es algo a lo que estoy acostumbrado).  Sin embargo, lean lo que escribió el sub-Director de la CIA, el General Charles Cabell, en sus memorias  años después.  En su opinión, Kennedy y Rusk  no tomaron la decisión de suspender los bombardeos por ignorancia de los resultados militares de la cancelación.  No, según Cabell, lo hicieron debido a un cínico cálculo político, y “a sabiendas sacrificaron la brigada a otros intereses”.  Esas palabras son mucho mas severas que las mías, como lo son las del Coronel Jack Hawkins, entrenador militar de la Brigada y las del Jefe del Estado Mayor Conjunto Lyman Lemnitzer.  Los dos calificaron la cancelación de los bombardeos como “negligencia criminal”.  Pero ese es, por supuesto, el juicio de la historia. (Continuará)