MIL TRABAS PARA QUE CUENTA PROPISTAS NO PUEDAN ACUMULAR RIQUEZAS
jueves, 17 de marzo de 2011
(3-16-11-5:00PM)
Por: Alejandro Cabrera Cruz - Periodista Independiente
Camagüeypress. A partir de la década de 1990 surgen los cuentapropistas para palear la crisis de la economía cubana que se vio disminuida considerablemente, siendo reemplazada por un pequeño sector de libres empresas, lo que propicio refugio al gobierno cubano en busca de resortes capitalistas.
En a aquella época los trabajadores privados tuvieron la posibilidad de desempeñarse con cierta independencia en dos tipos diferentes de operaciones en el mercado nacional. Eran dos gestiones comerciales que debían funcionar bajo el control y las regulaciones del Estado, pero que permitían, a los trabajadores del sector, manejar sus operaciones de forma personal y privada.
Una de estas dos opciones de nuevo tipo, estaba vinculada a la producción agropecuaria y contaba con la participación de los pequeños propietarios agrícolas. La oferta se conoció como el mercado agrícola paralelo, sistema comercial establecido para que los productores pudieran comercializar los excedentes productivos de sus cosechas, la pequeña parte de sus producciones que no estuvieran comprometidas con el Estado. Los participantes podían manejar a su voluntad el valor de los precios de venta para los productos y la ganancia que generaba la operación.
La otra manifestación de la actividad privada estaba asociada al sector de la artesanía. Por decisión estatal se crearon zonas específicas y micro localizadas donde los artesanos, previa registración y pago de impuestos, podían rentar un área o estante para comercializar sus producciones en general.
Igualmente los artesanos deberían adecuar sus operaciones a un reglamento y un sistema de contraversiones establecidos por el Estado para determinar el campo de acción de la actividad, asegurando la protección y la no interferencia de esta nueva labor con el mercado estatal.
Pero a diferencia del agromercado, los artesanos no estaban obligados a comercializar solo un excedente de su producción. Podían comercializar el total de la producción de cada uno. Siempre asumiendo la obligación fiscal de pagar impuestos sobre la operación de venta y sobre la ganancia en sí.
La rentabilidad de las operaciones resultó positiva, tanto para el Estado como para los operadores, puesto que todos los implicados lograban recuperar los ingresos que habían planificado.
Pero estos pequeños negocios duraron muy poco y la administración estatal se vio obligada a dar por terminados los experimentos y reconocer que la situación se había salido de control. Al final, el empeño se transformó en un enorme problema de corrupción.
En los últimos años del presente siglo la cifra fue descendiendo y los tipos de actividad permitida se vieron restringidos, así como paralizado el otorgamiento de nuevas licencias. Pero, hasta ahora, siempre estuvo impedida la contratación de trabajadores, salvo familiares, como es el caso de la gastronomía.
Sin embargo, el componente de suspenso perfeccionado por el género de independencia económica a partir de finales del 2010 y durante los primeros meses del 2011 ha sido relacionado con la urgente necesidad de desinflar las plantillas en todos los centros laborales, lo mismo administrativos, de servicio, como directamente comprometidos con la producción. Se trata de un fenómeno que ronda actualmente, y que dio comienzo a un nuevo repunte de contratación que cobrará mayor amplitud a fin de que forme parte del mercado laborar de cara a la racionalización de plantillas.
Para hacer frente a la crónica economía que arrastra la isla, el Gobierno del general Raúl Castro ha decidido extender el trabajo privado a 178 actividades, en un plan donde la contratación de asalariados por parte de particulares constituye una de las principales novedades porque abrirá la puerta a la formación de pequeñas empresas.
Los llamados “cuentapropistas” se deberán acoger a un régimen tributario especial donde pagarán impuestos sobre las ventas o los servicios públicos así como sus ingresos personales.
En el caso del último impuesto, el objetivo será, cumplir el principio de que se aporte en correspondencia con la real capacidad económica. La liquidación de este tributo, en los casos de actividades que generen mayores ingresos o tengan complejidad, se realizará a final de cada año mediante declaración jurada.
Para su cálculo se tomará en cuenta el total de los ingresos obtenidos en un año a los que podrá deducir hasta un 40% por gastos propios de la actividad.
Quienes contraten trabajadores abonarán un impuesto por la utilización de fuerza de trabajo que tendrá un carácter regulador para evitar concentraciones de riquezas y el indiscriminado de la fuerza de trabajo.
Con ese aumento de la actividad económica privada, el Estado cubano esperara aumentar sus ingresos tributarios en 1.000 millones de dólares en el año 2011, según datos divulgados por economistas del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC).
He seguido atentamente diversos cuestionamientos de los cuentapropistas, donde se narra un conjunto de medidas forzosas en medio de una profunda crisis. Por si no fueran suficientes las complicaciones; él Gobierno cubano dispuso establecer y formalizar el régimen de Seguridad Social de forma individual y obligatoria, excepto cuando el trabajador por cuenta propia ya es beneficiario de dicho régimen. La contribución que debe abonar el trabajador será la del 25%, y recibirá una pensión de aproximadamente el 60% de dicha base.
Esta contribución se determina mensualmente. Por ejemplo, la contribución mínima es de 350 pesos, contribuirá con 87.50 pesos cada mes, y la pensión estará en el entorno de los 210 pesos mensuales, dice el diario Granma.
Es inteligente por parte del régimen cubano que también haya que abonar por la fuerza de trabajo, cuando el mismo está reduciendo las plantillas por capacidad de pago. Cabe aquí mencionar, que esta práctica obedece a que los ciudadanos sean propiedad del Estado.
El Estado cubano le da al trabajador entre 250 y 300 pesos. El particular para aliviar las desesperantes estrecheces de la población, asfixiados por el problema de los salarios que no alcanzan; pagan a un asalariado entre 600 y 700 pesos.
Por otro lado, para el ejercicio del trabajo por cuenta propia no prevalece un mercado mayorista con precios minoristas diferenciados para los trabajadores de este sector. Por consiguiente, trae como consecuencia el robo y el desvió de productos industriales en las empresas estatales.
Todo este embrollo, no es más que una válvula de escape “Se ha abierto los ojos de muchos contratistas y han logrado saber algo que no sabían: ¡¡¡ Los cuentapropistas son rehenes de malos procedimientos del Estado cubano!!!
Resulta evidente, que todo esto fue concebido con el único fin de lucrar con la propiedad de los particulares. Con ese objetivo se vienen dando pasos; recientemente en nuestra isla.
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