
Participé en varias experiencias políticas pero, desde el 95, justo después de mi viaje a Cuba, dejé toda participación política. En República Dominicana trabajé como periodista en una radio que cubría las actividades de los campesinos: difundíamos todas sus inquietudes, todas sus necesidades, todas sus demandas. Y cuando me fui a Cuba a aprender de sus logros, me desilusioné porque casi todos decían que si Fidel desaparecía, todo se venía abajo. Yo me dije que no podía entender un sistema donde la transferencia de la experiencia y del liderazgo no se pudiese realizar. Luego, empecé a conversar con la gente común y me di cuenta de que la revolución cubana no era una panacea, no era lo que yo esperaba.”
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