
POLÉMICA YO NO CREO EN VIGILIA MAMBISA, NI EN OTRAS YERBAS
martes, 31 de agosto de 2010
POLÉMICA
YO NO CREO EN VIGILIA MAMBISA, NI EN OTRAS YERBAS
(8-31-10-5:15PM)

Por Luís Alberto Ramírez - Miami
Sabía que escribir una verdad que colocase en su lugar las alas negras de Vigilia Mambisa, era como arrancarle un quejido al alma, un reproche a un arcángel y desenterrar todas las buenas intenciones que hay en el cementerio de la calle ocho. No practico la intolerancia, soy tan claro como el agua del salto de Hanabanilla y tan anticastrista como el que más, sin embargo, el comportamiento político de los seguidores de ese tipo de intransigencia brutal que practican los iracundos activistas de Vigilia Mambisa, no pasa inadvertido ni para un ciego. ¿Quién dice que Vigilia Mambisa no se comporta muy parecida a las brigadas de respuesta rápida del régimen de La Habana? Solo un intolerante como ellos no puede ver tan iracundo comportamiento. Es verdad que la militancia en Miami ha decaído en gran medida pero. ¿Quién es el culpable de eso? no me digan que el envejecimiento del exilio histórico es responsable, o que las nuevas generaciones de cubanos carecen del coraje y el patriotismo necesario para mantener viva la llama de la cubanidad; el responsable es (a mi entender) el poco espacio político y social que comparten unos pocos y que no deja lugar para nadie más. Las convocatorias políticas en el Gran Miami venían de un lugar que aparentemente ya no pinta, pero que no admite que nadie más pinte.
Existe mucha cautela política en Miami, y demasiado egoísmo, en consecuencia la antorcha patriótica cubana se derrite en las manos de los de siempre, y la llama parece no tener las fuerzas de antes. Pero, ¿por qué? Porque el protagonismo está demasiado concentrado, porque los intereses económicos están por encima de cualquier compromiso patriótico. ¿Quién hubiera creído hace solo unos años atrás que la vanguardia mediática en el gran Miami iba estar en manos de los mismos que la tenían en Cuba? No se es nadie en Miami, medíaticamente hablando, si no llega de Cuba, de la Cuba castrista con un aval revolucionario. Las agencias de viajes, las clínicas médicas, los programas estelares de la Tele, las entrevistas, muchos de la radio; para lograr un espacio se necesitan, casi siempre un aval castrista. ¿Cuántos escritores, poetas, músicos, artistas con talento se pudren en Miami con sus gavetas llenas de obras de arte y no encuentran un patrocinador que los empuje? Yo conozco cualquier cantidad, sin embargo, veo venir de Cuba al mayor de lo mediocres y se les llena el Teatro, no alcanzan las cámaras para enfocarlo y regresa o se queda con el sueño americano es sus bolsillos. ¿De quién es culpa eso? ¿Mía, que llevo aquí dieciséis años tratando de meter la cabeza por cualquier hueco y todavía estoy de la parte de acá de la malla? No la culpa es de los que tienen las riendas del poder económico en Miami, la culpa es de los mismos que ya no convocan, de los que quizás entiendan que cuando se tiene un enemigo astuto vale más unírsele que enfrentarlo.
Decir que Miami ha cambiado, que ya no es igual que antes, y no mentar los responsables, es tan abominable como omitir y tratar de tapar el comportamiento iracundo e irracional de Vigilia Mambisa. Decir que miento al decir que a esa organización solo le falta el derecho a golpear para ser una copia exacta de las brigadas de respuesta rápida de Castro, es ponerse a la altura del propio castrismo, es el otro extremo de la balanza.
Con respecto al atropello de la bandera cubana en el montaje de la foto de cabecera del artículo que ha desembocado en esta tertulia, no es más que poner en el justo lugar donde hoy se encuentra nuestra bandera, atropellada por dos corrientes extremas, intolerantes, iracundas y egoístas. Nuestra bandera sufre hoy como sufre nuestra nacionalidad, nuestra patria, nuestra tierra, nuestra gente, ¿Por qué esconder esa imagen, si es la más pura de las verdades?
Yo sigo pensando en que el egoísmo y el ansia de protagonismo irracional es el responsable de nuestra morbosidad política, porque los intereses y el deseo de resaltar se van por encima de la verdadera causa. No hubiera Vigilia Mambisa si no existieran las cámaras de la televisión, la calle ocho y el Restaurante Versalles, de eso no me queda la menor duda.
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