LA IZQUIERDA ETERNA Y LA DERECHA QUE NUNCA EXISTIÓ-(II)

miércoles, 16 de junio de 2010

LA IZQUIERDA ETERNA Y LA DERECHA QUE NUNCA EXISTIÓ-(II)
(6-16-10-1:10PM)
 Por Diego Trinidad  Ph D
Desde el fin de las guerras napoleónicas y durante el resto del siglo 18, los movimientos socialistas fueron creciendo y fortaleciendose.  Durante el “año revolucionario” de 1848, cuando coincidentalmente se publicó el Manifiesto Comunista por Marx y Engels, se produjeron varias revoluciones en Europa que tuvieron raíces socialistas, pero todas fueron aplastadas. Y varios filósofos alemanes románticos del siglo 19, además de Kant y sobre todo Hegel, fueron muy influyentes en el desarrollo de las ideas y doctrinas finalmente promulgadas por Marx. Las diversas corrientes del movimiento anarquista (Kropotkin, Proudhon, Bakunin) tambien pertenecen enteramente a la Izquierda Eterna, a pesar de su total oposición al estado en cualquier forma.  Fueron importantes y numerosas en las dos últimas décadas del siglo 19 y las dos primeras del siglo 20 y causaron estragos con su terrorismo de la “propaganda por el acto”.  Pero se eclipsaron rápidamente, principalmente cuando sus líderes se dieron cuenta que la naturaleza del movimiento en si, nunca les permitiría alcanzar el poder. Más como esto no es un estudio del socialismo, sino de lo que yo he llamado la Izquierda Eterna, que incluye a todos los movimientos socialistas, solo mencionaremos brevemente otro episodio más, antes de llegar a Marx y Engels y pasar a la mal llamada Derecha.  Me refiero a la Comuna de París, la primera vez que un movimiento de izquierda logró brevemente tomar y mantener el poder en París, aunque nunca se extendió al resto de Francia. 
La Comuna surgió después del sitio de París al final de la Guerra franco-prusiana de 1870 y duró malamente dos meses, de marzo a mayo de 1871.  Las medidas adoptadas por el gobierno de la Comuna son una amalgama de radicalismo anticlerical, progresivismo-socialismo y nostalgia por la Revolución Francesa.  Se adoptó el calendario de la Revolución y la bandera roja del socialismo, y se promulgó la separación de la iglesia y el estado, la remisión de rentas (quizás la medida mas radical y significativa, además de la mas popular), la abolición del trabajo de noche en las panaderías de París, se pospusieron las deudas comerciales, se obligó a las casas de empeño a devolver herramientas y utensilios caseros valuados en menos de 20 francos a los trabajadores, y se otorgó el derecho a los trabajadores de posesionarse de empresas abandonadas por el dueño, pero se reconoció el derecho de compensación al dueño legal.  Nada del otro mundo, pero por otro lado, solo estuvieron dos meses en el poder.  Sus dos errores colosales fueron no atacar y destruir las fuerzas de la oposición, concentradas en Versalles, a poco más de 20 millas de París cuando estaban desorganizadas y mal dirigidas, y no se apoderaron del oro del Banco Nacional.  La derrota de la Comuna fué sangrienta.  Entre 20,000 y 40,000 comuneros fueron ejecutados en los meses después de su derrota.  Pero hizo famoso a Karl Marx, hasta entonces un imperceptible zángano refugiado en los salones de lectura del Museo Británico.  Marx escribió un panfleto titulado “La Guerra Civil en Francia”, que se considera tan influyente como el mismo Manifiesto Comunista, y desde la publicación del panfleto, Marx se convirtió de momento en el “Doctor Rojo del Terrorismo”.  Creó la leyenda heróica de los mártires del socialismo, y a pesar de que su nueva influencia causó divisiones en la primera Internacional Socialista, el número de locales de la Internacional aumentaron a través de Europa.   
El conquistador de la Comuna, Adolph Thiers, proclamó anticipada y tontamente que “hemos salvado a Francia del anarquismo y nos hemos  deshecho del socialismo”.  No pudo equivocarse más.  Marx mientras tanto predijo, con mas certitud, que “los trabajadores de París y la Comuna serán para siempre alabados como los heraldos de una nueva sociedad”.  De cumplir esa predicción se ocupó un ruso nacido en Siberia un año antes de la Comuna.  Su nombre: Vladimir Ilich Ulianov, mas conocido por Lenin. 
Pero vamos ahora a Marx y al movimiento socialista internacional.  Sin describir en detalle su desenvolvimiento, hay que destacar que aunque el Manifiesto Comunista no se hizo famoso en su tiempo (ni tampoco Marx), y aunque en verdad fué principalmente escrito por Friedrich Engels, el mas íntimo colaborador y sustento económico de Marx casi toda su vida, el Manifiesto fué la biblia de la nueva religión atea del comunismo,  de la cual Marx fué su profeta.  Como tracto politico y panfleto propagandístico, el Manifiesto fué extraordinariamente efectivo.  Sus frases y consignas sirvieron para inspirar a miles de “camaradas” en años por venir.  Pero es todo una gran farsa y su contenido es una grotesca estupidez que puede ser destruido fácilmente usando la lógica del método socrático. 
Pero ¿quien fué Marx?  Sin entrar en detalles: fué un judío renegado y un fracasado toda su vida.  Un hombre que casi nunca trabajó (solo brevemente de corresponsal del New York Tribune en 1851, en la única profesión que sirvió para algo), un verdadero zángano y parásito social que se dedicó a leer  y a escribir—bastante mal, por cierto—una buena parte de su vida, que vivió siempre de su familia y de los favores de Engels.  Un hombre lleno de un odio feroz hacia todos sus prójimos, un abusador de mujeres y de sus hijas, un racista abyecto, no solo hacia los negros (especialmente su yerno Pablo Lafargue—cubano—a quien llamaba a sus espaldas, “el negro de mierda”) sino hacia los judíos—sus ancestros.  Un hombre moralmente reprensible, extraordinariamente sucio, un pésimo analísta, plagiador y falsificador de la misma evidencia histórica que pasó la vida estudiando.  Y finalmente, un equivocado y farsante.  Todas y cada una de sus predicciones, su gran estafa de teoría “científica”—el mayor atractivo que siempre tuvo la doctrina comunista—y  su vida entera, fueron un fracaso absoluto.  Ni siquiera terminó de escribir su Magnum Opus, “El Capital”, un trabajo tan denso y sin sentido, que casi nadie ha leido en la historia.  Ni  él mismo, pues solo terminó a medias el primer tomo, o sea, nunca se leyó la obra completa.  Pero esa maldita doctrina, cuando fué llevada a la práctica  por Lenin en Rusia, terminó costando más de 100 millones de muertos a la humanidad.  Y después de  Mahoma, otro demente depravado, ninguna doctrina ha tenido más seguidores en la historia, ni ha causado tanto daño a la humanidad. 
Lenin estudió muy bien el panfleto de Marx “La Guerra Civil en Francia”.  Se lo sabía de memoria, adoraba a sus “mártires” y su heroísmo, analizó sus éxitos y criticó sus errores, los cuales comparó con los errores de la revolución abortada de 1905 en Rusia.  Pero se aprendió sus lecciones.  Muy bien. En un artículo escrito en 1908, escribió” “El proletariado se quedó a la mitad; en lugar de expropiar a los expropiadores, se dejaron llevar por sueños de establecer la justicia suprema en el país . . . instituciones como el Banco no fueron incautadas . . . El segundo error fué su magnanimidad; en lugar de aniquilar a sus enemigos, trataron de influenciarlos moralmente . . .”  Lenin no repitió esos errores en 1917.  Todo lo contrario, ya que lo primero que hizo al tomar el poder fué establecer la Checa al mando del sanguinario y fanático polaco Feliks Dzershinsky y comenzar un reino de terror en Rusia que duró 74 años.  Y por supuesto, se apoderó de toda la propiedad privada en el país lo antes que pudo.  De manera que el hombre que puso en práctica las doctrinas de Marx supo bien como implementar los principios básicos de todos los movimientos socialistas, los denominadores comúnes de la Izquierda Eterna. 
¿Cúales son esos principios en común?  La supresión de las libertades individuales. La supremacía de la sociedad sobre el individuo.  Un gobierno controlado por una élite de “expertos”.  El establecimiento del Bien Común y la Justicia Social (un paraíso terrenal).  Una economía centralizada, planeada y controlada por el gobierno.  El terror como instrumento para mantener el poder.  El establecimiento de una sola clase social, la de los trabajadores, con la consecuente eliminación de todas las demás clases.  La igualdad social y económica.  La eliminación de la religion organizada y la secularización total de la sociedad.  La razón como instrumento para el avance, el progreso y el beneficio de la humanidad.  Dudo que nadie que se considere de la izquierda tenga ninguna objeción a estos principios enumerados y comunes de la Izquierda Eterna.  Excepto uno.  Objetarán violentamente contra el uso del terror como arma de control social.  Sobre todo los autoconsiderados como “social-demócratas (lease socialistas).  Pero la razón porque los “social-demócratas” objetan con ser identificados como defensores del terror politico es simplemente que no han alcanzado ese poder.  Las limitaciones que la “democracia” electiva en países européos, sobre todo en los países escandinavos, donde la “social-democracia” es más antigua, impone a los socialistas son estríctamente debidas a que nunca han podido lograr el poder absoluto que les permita establecer el terror  y afianzárse en el poder.  Si lograran ese poder absoluto, entonces veríamos muy claro como lo primero que harían sería crear el terror y reprimir a la oposición.  En todos los países donde ha sucedido, todos y cada uno de los régimenes en el poder, han creado aparatos de control terrorista para conservar el poder.  Véanse los casos del gobierno del Frente Popular en España en 1936, de Portugal después del derrocamiento de la dictadura Salazar-Caetano en 1974, y más recientemente, por supuesto, los casos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, en mayores o menores categorías y todos todavía en trancisión son régimenes donde impera, o al menos está presente, el terror como medida de control social.  No importa cuanto lo nieguen, en resumidas cuentas, lo anhelan, pues para la Izquierda Eterna, el fin justifica los medios.  Y saben muy bien que unicamente por la fuerza pueden lograr imponer el “paraíso terrenal” que desean sobre sus conciudadanos.  Recuerden bien que ellos saben que es lo mejor para todos nosotros.  Aunque eso “mejor” signifique destruir a los que preferimos la libertad por sobre ese falso paraíso. (Continuará)