CUBA: UNA VICTORIA QUE FORJAR (II)
domingo, 6 de junio de 2010
CUBA: UNA VICTORIA QUE FORJAR (II)
(6-5-10-11:30AM)
Por Luis Conte Agüero
Por favor; no insista Valenzuela ni los voceros de Obama en hablar sobre Cuba. La indefinición hace que cada vez que abren la boca liberan un disparate. No esperen reformas; el comunismo no tiene remedio. Cuanto ceda o conceda será insustancial para un porvenir que queremos plenamente democrático, soberano, próspero, izados cual bandera los valores más altos de la civilización occidental.
No habrá transición. Si la hubiera sería transacción enemiga, contraria a un mañana cubano sin miedos ni miserias.
Quienes aducen que es fácil presumir de intransigencia impoluta desde ambientes sin riesgos, recuerden que salvar los principios y buscarles caminos es la estrategia más eficaz. Y al pretexto de que las medidas duras no han tenido éxito aclárese que las llamadas medidas duras no lo son, que el incompleto embargo embarga muy poco y que el régimen ignora o rechaza todas las casquivanías dialogueras. Sólo prohija a sus mercaderes y cómplices y tolera las iniciativas que pueda manipular en su provecho.
El Autonomismo no condujo a la independencia de Cuba. Las pobres reformas obtenidas de España resultaron de una guerra mambisa de diez años y de otras rebeldías cuyo resurgimiento la Corona española buscaba evitar. Por algo el Capitán José Martí, hijo del Apóstol, encabezó las tropas-custodios de la ceremonia del 20 de Mayo inaugural de la República.
SIN DESCANSO Y SIN CANSANCIO
Sin descanso y sin cansancio insistimos en la necesidad de intensificar la lucha por la liberación de Cuba.
Está bien mantener el embargo, aunque embargue muy poco. Levantarlo sería complicidad.
Esta bien mantener Radio Martí contra la canalla que pretende eliminarlo. Y ante el argumento de su alto costo obsérvese que cuesta menos anualmente que lo que algunos peloteros ganan en las Grandes Ligas.
Está bien impedir, dificultar, encarecer, el regreso a la Isla de quienes para asilarse juraron ser perseguidos políticos. Tal regreso sólo lo excusa una razón humanitaria superior y la siembra patriótica en terrenos fértiles de semillas libertadoras.
Está bien denunciar a quienes dividen al exilio para neutralizarlo o restarle eficacia.
Está bien llamar a gobiernos y pueblos a que no apoyen al castrato, a que la Unión Europea se defina más contra los desdenes de la tiranía, a que sean solidarios otros centros de poder e influencia en el mundo.
Todo eso y mucho más está bien. Falta el indispensable y fundamental enfrentamiento a la tiranía y aplicar violencias que hoy están ausentes de casi todos los libretos. Ese casi salva. Para que no se extinga ni muera. En estas historias lo que hoy luce congelado y yerto puede reír y sonreír mañana.
¿Cómo encender esa sonrisa, además de argumentar en seminarios, peñas y banquetes y rebuscar elocuencias para declaraciones enérgicas?
El derrotero que evita la derrota intenta lo que se puede y lo que no se puede hacer, cumple deberes consecuentes con nuestra mejor historia, llama al pueblo cubano a protestas mayores, excita a las fuerzas armadas a servir realmente a la República, no a déspotas corruptos. ¿A qué esperan militares patriotas para alzarse a su estatura?
Pienso. Sueño. Consulto. Me desvelo. No alcanzo otra respuesta cuerda que la “locura” de la lucha. La perpetuación del totalitarismo sería bochorno, vergüenza, desvergüenza.
Se pelea para conquistar nuevos caminos a civilizaciones que fanatismos crueles incivilizan. ¿Y Cuba? ¿Qué nieves apagan los fuegos que avivaron nuestra esperanza? ¿No resolver en el bajo vientre de los Estados Unidos la agresión que se afana por años en envenenar al continente?
Esto fuerza la paradoja de que lo que no hagan los que pueden hacerlo, lo hagan los que no pueden. Porque esa gente de excepción, que jamás renuncia, aman a su tierra. Porque en ellos viven esos nombres del 19 y el 20 de mayo que en tiempos de inacción da pena mencionar: Martí, Maceo, Gómez, García, Agramonte, Céspedes. Porque el coraje heroico bulle en tales venas especiales. Porque la libertad no renuncia en el pecho de los dignos.
La decencia no acepta componendas. Ni siquiera conviene una “democratización” que el despotismo no ofrece, no propicia ni acepta, y que hipotecaría con pestes comunistas el futuro de la República. ¡Cesen de inventar mediatizaciones y cobardías.
Los cubanos queremos vivir con iguales derechos y deberes democráticos que el pueblo de los Estados Unidos. ¡No somos menos, caray!
Y el desvelo no encuentra más respuesta que el combate mambí y el económico y el técnico y el militar. Regresar al grito combatiente de los mitines inaugurales del destierro. Que el exilio sea el auxilio de la resistencia interna, de la movilización popular reclamando justicia. Coincidir radioemisoras, empresas de televisión, periódicos, organizaciones, toda la gente de ley, en la convocatoria al deber.
UN TANQUE IDEOLÓGICO
Urge crear un Tanque Ideológico administrado y dirigido por su donante inicial y los donantes sucesivos. Consagrado a la acción, el Exilio terminaría prontamente con el totalitarismo en la Isla. Se lo impiden represiva y férreamente las autoridades norteamericanas y un ambiente pacifista fabricado por nuestros enemigos y los amigos flojos. Realidad tan penosa obliga en esta etapa y en los Estados Unidos a consagrar cuantiosos recursos a fomentar ideas e ideales.
Este Tanque Ideológico sería independiente de las organizaciones del exilio y de Colegios y Universidades mediatizadas y hasta enemigas. Documentos en inglés publicados en la gran prensa norteamericana, tarea que no reprimirían los cuerpos de inteligencia de los Estados Unidos ni los cobradores de impuestos.
Imaginemos un patriota que destinara un millón de dólares a este tanque ideológico y encabezara los documentos concebidos por académicos de acuerdo a Derecho. No tardaría otro patriota en aplicar otro millón para cumplir su deber y buscar “good will” para sus negocios y empresas. Y una Corporación no lucrativa haría donaciones complementarias. El aporte sería fundamental al lema: “Estamos en guerra por el alma de Cuba y por el carácter mismo de los Estados Unidos de América.”
¿Se quiere honestamente la libertad de Cuba? ¿Se cree que el pueblo cubano tiene el mismo derecho que el norteamericano a vivir en libertad, democracia y Dios, o se piensa que es una ciudadanía de segunda que merece un futuro hipotecado por pestes comunistas? ¿Hubo sinceridad al decir con Martí que la libertad no es negociable?
El rechazo a los dialogueros de oficio en busca de propaganda o prebendas o disimulando su complicidad con la tiranía, no se aplica a patriotas que intentan métodos pacíficos para obtener la victoria de la libertad. Lo pacífico digno y sostenido puede contribuir a lo digno violento. Muchos tantean hoy tales procedimientos y merecen respeto. Sin embargo, el pueblo no renuncia al combate que lo redima. Es válido cuanto produzca una libertad plena, una República sin ataduras ni sátrapas.
Sea el Exilio el Auxilio de la Disidencia y la Resistencia Interna.
Fúndese ese Tanque Ideológico.
Confírmese a la oposición y al pueblo cubano su condición de víctimas. Víctimas son la mayoría de los victimarios.
Dígase a las Fuerzas Armadas que ellas no tienen un deber con Castro sino con Cuba... Y que lo entienda así quien sea mambí.
Un pueblo que ha sufrido tanto, quiere y merece un repicar de campanas.
No lo escuchan los oídos de la lógica; sí resuenan en los tímpanos del corazón.
Demos a la ilusión y la esperanza carne de historia.
Qué esas campanas de libertad repiquen clamorosas desde el suelo hasta el cielo de la patria.
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