YA ESTÁ EN CUBA RAFAEL IZQUIERDO CON LA NIÑA ELIZABETH

lunes, 31 de mayo de 2010

YA ESTÁ EN CUBA RAFAEL IZQUIERDO CON LA NIÑA ELIZABETH
(5-31-10-10:00AM)
A principios de este mes que hoy termina llegó a Cabaiguan, procedente de los Estado Unidos, Rafael Izquierdo (foto de la izquierda)  acompañado por su hija Elizabeth, después de haber ganado la batalla legal por la custodia de su pequeña hija, dada en adopción por el Departamento de Niños y Familias del Condado de Miami Dade, a la familia del empresario deportivo Joe Cubas.
Este caso significó para la tiranía cubana como una réplica de sonado caso de Elián González y para ello movió todos los recursos con los que cuenta en este país.
El periódico Juventud Rebelde ha publicado un extenso artículo-entrevista con Izquierdo, firmado por  Alina Perera. El artículo lleva por título "En nombre del padre", y sin comentarios ofrecemos algunos fragmentos del mismo a los inteligentes lectores de nuestro diario.
"El joven padre Rafael Izquierdo Portal, quien trajo de vuelta al hogar a su pequeña hija Elizabeth desde Estados Unidos, recuerda que las verdades, las más profundas, las que no tienen precio, se dicen de manera sencilla.
Es otro el tiempo, es otra la luz en este punto del mundo llamado Cabaiguán. La línea del tren hace pensar en la eternidad, o en ese viaje azaroso y sin retorno que es la existencia humana. Anoche, tres de mayo del año 2010, mientras observábamos el retozo de un ejército de niños deslumbrados por un cocuyo, apareció por una esquina del patio el joven Rafael Izquierdo Portal.
Risueño, mostraba él unas masas frescas de pescado. Porque no solo le sabe a la tierra y a la cría de animales, sino también al arte de la pesca. «Así es como se come esto: fresquito…», comenta y sigue de largo hacia el fondo de su hogar, allí donde se mueven su madre, su hermana, su esposa, sus tíos, los primos…
Hace solo horas llegó de un viaje muy largo con su hija Elizabeth, a quien salió a rescatar a Estados Unidos. Y parece que hace años no se movía de este pueblo del cual estuvo lejos mientras en la retaguardia su familia contaba con el apoyo de las autoridades en Cabaiguán, de amistades y seres queridos. Cuando Rafael regresa a la salita, una interrogante desata su narración que nos arrastra y nos lleva de la risa al llanto; que nos hace, definitivamente, mejores padres y amigos. Mejores personas.
...Cuenta Rafael Izquierdo que al ver cómo se desempeñaba durante el caso su abogado Ira Kurzban (en la foto), aprendió para siempre que cuando un adversario no tiene la razón, difícilmente vaya lejos. «La Corte brillaba con la luz de ese hombre, y yo recordaba que, cuando había puesto mi verdad por delante, salía de mis problemas por grandes que estos fueran».
Tiene Rafael muchas anécdotas de su estancia en Miami, «cosas extrañas para mí», dice, y hace silencios breves. La primera cita con la niña en casa de los Cubas, en mayo de 2007, fue un golpetazo al corazón del padre espirituano:
«Había un psicólogo esperando allí a que los niños actuaran. Y a Elizabeth, cuando llegué, le dije que estaba muy linda. En una de esas me toma por la mano y me pasea por la casa. Me pongo de pie y camino con ella. Pido permiso, y el señor Cubas me dice: “esto es de usted”.
«El hermano varón de la niña también me llevó a su cuarto. Y es ahí donde me pasó algo que no esperaba: me enseña un equipo de juego grande, último modelo, y me abre una gaveta llena de dinero. Cuando me hizo eso le dije:
—Coño, papi, eso no es nada, más rico es tener a los padres con uno. Tú para mí no tienes nada. No te preocupes, que en Cuba tu abuelo Pedro te tiene de todo, sin contar una yegua que parió un potrico más bonito que el carajo.
—¿Y cómo está mi abuelo?, dijo el muchacho.
—Loco por verte. Además, traigo una carta que te escribió tu abuelito Pedro.
«Entonces Elizabeth me coge por la mano y me dice: “Vamos, Rafael”; y me saca y abre la puerta trasera. En el patio de atrás tienen una piscina.
«Todavía yo era buena gente para la niña, pero después se me reviró. Ella me enseñó un yate inmenso. Detrás de ese barco había otro, y en eso Joe Cubas me dijo: “Aquel de atrás hace mucho que no lo arranco, ya no sé si arranca, porque ese ni lo toco. ¿Oye, a ti te gusta la pesca…?”.
«Son cosas que a mí sí me encantan —confiesa ahora—, pe- ro… yo no fui a pescar; yo fui a buscar a mi hija. Ese se equivocó».
...Había muchos abogados. Entré con la abogada Magda Montiel (la de la foto de la izquierda, besando al tirano mayor). Y la prensa afuera. Aprendí a reírme, aunque por dentro tuviera deseos de llorar...Pude ponerme el traje que se me antojara, porque allí siempre hay gente que te quiere y te ayuda... ¿Qué importaba cómo andaba vestido para recuperar a mi hija? Pero hasta por ahí me atacaron. Quisieron saber de dónde había sacado mi reloj; hasta en el peinado se detuvieron.
«Me dijeron muchas cosas duras: “Este no quiere a su hija”; “este viene mandado por Fidel Castro”; “a Cuba siempre le gusta tener un rollo con Estados Unidos”. La niña empezó a cogerme asco después del primer juicio, ¿por qué? Porque a ella la preparaban 20 días antes de verme.
«Era como si la niña se hubiera tomado un pomo de vinagre. Estaba muy brava. Me dejaba solo en el cuarto de las visitas. Decía que quería estar en el Acuario. Una vez llegó a escupirme, y yo le preguntaba: “¿Por qué me haces esto?”... “Si voy para Cuba jamás puedo virar para Miami”, me decía. Entonces yo aguantaba».
Rafael Izquierdo se desesperaba, y el psicólogo que en medio de aquella batalla le brindó apoyo llegó a expresarle: «No quiero que me cuentes más lo que te hacen; dime qué harás tú para mejorar las cosas».
Desde entonces el padre llevó una guitarra a la visita. Le cantaba a su niña. Y le llevaba dibujos de Cuba, de animales, y mariposas…
«Adelanté con ella», confiesa risueño. Después, en la otra cita, me dio por decirle:
—¿Cómo tú te llamas?
—Yo me llamo Elizabeth Iz- quierdo.
—Chica, ¿tú no sabes quién te puso Elizabeth?
—Mi mamá por una amiga que ella tiene.
—Es verdad. ¿Por qué yo soy Izquierdo? Porque soy tu papá. ¿Por qué tú no eres Cubas? Porque tú no eres hija de Cubas. Ese color de ojos, ese color de pelo, son míos.
«Quisieron hacer con la niña lo mismo que hicieron con Elián. A él lo hicieron decir: “Yo no quiero ir para Cuba”. Con Elizabeth quisieron hacer lo mismo.
«Magda Montiel me decía: “Luce bonito tú que los que están para fajarse somos nosotros”. Una idea buena de la jueza fue que pidió le preguntaran a la niña, así de pronto, ese mismo día, si era verdad que no quería ir para Cuba, y si quería vivir conmigo. La idea fue buena, porque nadie tendría tiempo de preparar a la inocente.
«El psicólogo que supervisaba mi encuentro con Elizabeth, me dijo: “Hoy es tu día: si la niña no te acepta, puede que la hayas perdido. Si la niña te acepta, puede que hayas ganado. Todo está en tus manos”.
«Me dijeron que me apurara, que tenían que grabarlo todo en un mismo disco. Pero yo me tomé mi tiempo. Hilé muy fino. Me senté en el cuartico. Conozco a mi hija. Entró y salió a tomar agua. Y a mí me hacían señas para que me apurara.
—Nunca me pudieron comprar, nunca me pudieron quitar mis ideas, mis principios. Nunca fallé. Y tengo mucho que agradecerle a todos: a Cuba, a la Revolución…
—¿Y ahora cómo te imaginas que sea la vida?
—Libre, en el sentido de que me voy a quitar de encima la presión esta. Y la experiencia que he adquirido se la voy a transmitir a las amistades, a los amigos, a los vecinos, a quien lo necesite. Por lo demás… a seguir viviendo en familia, a seguir criando animales, a pescar en el río… Esa es la vida mía."