OTRAS VOCES: Las caretas caídas
lunes, 5 de abril de 2010
OTRAS VOCES:
Las caretas caídas
Por Washington Beltrán Storace
La muerte de Orlando Zapata, la agonía de Guillermo Fariñas, la represión a las Damas de Blanco y la situación de los presos políticos en Cuba, han provocado la caída de muchas caretas y permitido conocer los rostros verdaderos y los corazones de muchos que alardeaban por el mundo una nobleza y un gallardo principismo que no tienen. Son de mentira.
El último episodio vergonzoso -aunque no sorpresivo por venir de quien viene- fueron las declaraciones del reelecto secretario general de la OEA, Juan Miguel Insulza. Insulza, un ex ministro chileno que tiene mucho de Caifás y el resto de Pilatos, incorporado a la causa bolivariana luego que Chávez le propinó una felpeada de órdago, salió del paso con un "Creo que lo que uno tiene que pedirle a las autoridades cubanas es que definitivamente resuelvan esto. Lo que no les conviene desde luego, es que estas personas se mueran…" Es decir, que la preocupación del secretario de la OEA no está en el sacrificio, el dolor y la muerte de los presos cubanos, no le quita el sueño la enormidad de los hechos que denuncian con su actitud, sino simplemente que al gobierno de los hermanos Castro "no les conviene" que se sigan muriendo. Porque, seguramente, la conmoción que ha disparado este episodio en la esfera internacional deja al régimen muy mal parado y pone al desnudo la crueldad de esa dictadura más que cincuentenaria. Que la gente se muera -para Insulza- no importa, hay que cuidar la imagen del castrismo.
El secretario de la OEA se debe haber envalentonado con las lamentables declaraciones del presidente Lula, esa figura que, por el país que representa y por propios méritos, se había convertido en el gran referente de la región. Pero aquí se le cayó la careta y comparó a Zapata con los bandidos que pululan en las cárceles paulistas. Lo más deplorable, es que no tengo dudas de que lo dijo simplemente por conveniencia política y no por convicciones personales: Lula fue un preso político durante la dictadura militar brasileña cuando era solo un obrero metalúrgico (Zapata era albañil). Así que sabe de qué se trata. Pero si quiere ubicar a Brasil en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas -por ejemplo- necesita el voto de los gobiernos sin importar su legitimidad ni su respeto a los derechos humanos, y no de las víctimas en las que muchos de ellos aseguran su permanencia.
Otras caretas cayeron aquí en Uruguay. El Frente Amplio, el fiscal del mundo, trancó en cuatro oportunidades que el Parlamento reclamara por la situación de los disidentes presos en Cuba y aprobó una declaración tan hipócrita como patética. Al igual que a Insulza, no lo conmueve la muerte y la situación de los presos políticos, sino que reacciona "ante la nueva campaña internacional que en estos días se ejerce contra la hermana República de Cuba (…)". Habla de la autodeterminación de los pueblos y no injerencia en los asuntos internos de otras naciones. Sí lamenta la pérdida de vidas humanas sea donde sea y "rechaza las sanciones económicas y el bloqueo comercial de los Estados Unidos contra el pueblo de Cuba y exige que sea levantado en forma inmediata".
Yo me pregunto, ¿qué diablos tendrá que ver el bloqueo a Cuba con la muerte de Zapata, la agonía de Fariñas y la situación de los presos políticos? Aquí el tema es cómo tratan a los disidentes -supongo que más de uno habrá y que los Castro no deben tener el 100% de apoyo-, por qué los encarcelan y en qué condiciones se encuentran. El bloqueo a Cuba (que lo rechazo terminantemente por principios y por inútil, porque fabrica una víctima donde no la hay) no tiene nada que ver con ello. El FA tuvo muchos presos políticos -y no incluyo a los tupas por su prontuario- durante la dictadura militar. Recluidos según sus testimonios en penosas condiciones. ¿Similares a las de Cuba? Quién sabe. En Cuba no entra ni la Cruz Roja. Pero antes que Zapata murió de la misma manera Pedro Luis Boitel (1972), un estudiante que enfrentó a la dictadura de Fulgencio Batista primero y la de Fidel Castro después: porque ambas han sido, son y serán, dictaduras. No existe la mínima solidaridad entre quienes padecieron circunstancias parecidas.
Paso por alto la declaración del Partido Comunista sobre el tema. Es perder espacio y tiempo. Prefiero destacar el tímido, aunque positivo, pronunciamiento del presidente José Mujica que criticó la "intolerancia" del gobierno cubano: "mientras exista la posibilidad del recurso de la fuerza, de la brutalidad y la intolerancia estaremos sujetos al primitivismo".
Pero, por sobre todas las cosas, la declaración de un grupo de intelectuales que, desafiando al "establishment" de su partido político, reivindicó la figura de Zapata, "un simple ciudadano con ideas propias, preso de conciencia (…), estuvo tan dispuesto a no doblegarse que se dejó morir de hambre". Y termina: "no callar ante las repugnantes atrocidades y ponerse del lado de quienes, sin más armas que su cuerpo, reclaman legítimamente sus derechos".
Vale y mucho ante tanto cinismo e hipocresía.
El País Digital
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