EL QUINTA COLUMNISTA CARLOS RIVERO COLLADO SE DESTAPA

martes, 2 de febrero de 2010

REVELADORAS CONFESIONES DE UN AGENTE DE LA TIRANÍA EN MIAMI
EL QUINTA COLUMNISTA CARLOS RIVERO COLLADO SE DESTAPA
(2-1-10-5:30PM)
Últimamente a la tiranía castro comunista se le ha ocurrido el obligar a sus quinta columnistas, agentes de influencia y hasta agentes de otra índole, a definirse públicamente y a declarar cual son sus funciones, sin ambages. Hace tres días Max Lexnick le declaró la guerra el exilio miamense, desde la Mesa Redonda de la Televisión Cubana. Ahora ha sido Carlos Rivero Collado(foto de la izquierda) también participante de la reunión de los quintacolumnistas y lacayos del exterior, quien en entrevista a la revista de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), habla abiertamente desde cuando trabajaba para Cuba, y de como, después de volver a Miami, engañó y mintió miserablemente con sus falacias afirmando que había ido a Cuba en una misión para matar a Fidel Castro y se inventó un tal (inexistente) Coronel Lechuga, al que habían fusilado según él en esa "conspiración". Cosa que nosotros, desde el primer momento de su regreso denunciamos como infames mentiras.
En esa extensa entrevista queda descaradamente plasmado el carácter, tramposo y mentiroso de este traidor.
Nuevo Acción, reproduce, para nuestros inteligentes lectores los párrafos más interesantes de esta entrevista, sin comentarios, ni coletillas. Solo hemos subrayado ciertos elementos que retratan de cuerpo entero a Carlos Rivero.
Solo nos mueve a preguntar, una vez más. ¿Va el Homeland Security y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos a exigir a Carlos Rivero Collado que se inscriba como agente extranjero? ¿Se sienten tan seguros los agentones y quintacolumnistas bajo la Administración de Obama y del Ministro de Justicia Erick Holder, que ya no les interesa más guardar las formas?
LEAN USTEDES:
FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA REALIZADA A CARLOS RIVERO COLLADO POR MI COTERRANEO EMILIO COMAS PARET PARA LA REVISTA DE LA UNEAC.
"...Aquel fue el principio de un proceso que, unido a los estudios que por varios años hice de las obras de Marx, Lenin y otros pensadores socialistas, e influido además por la tétrica experiencia del genocidio imperialista en Vietnam, me llevaron a un cambio radical de actitud política y a adoptar las ideas y los principios que había combatido desde enero del 59. Ya en 1969, me consideraba revolucionario y socialista, pero me tomó algún tiempo hacer contacto con el gobierno de Cuba, más que nada porque pensé que nunca me iba a aceptar. Entonces, el 10 de enero de 1972, visité la Misión de Cuba en la ONU y a partir de entonces me convertí en un aliado de la Revolución Cubana.

10-. ¿Qué pensó tu padre entonces? ¿Qué pensó tu familia? ¿Quién te apoyó en tu decisión y quién no? ¿Qué inconvenientes surgieron con tus amigos? ¿Hubo represalias contra ti por parte de los sectores más retrógrados del exilio miamense?


--El primer amor no es el amor a la familia sino el amor a la verdad. Si la familia pugna con la conciencia, uno escoge la conciencia y deja a la familia. Sin embargo, mi padre, el resto de mi familia y mis amigos no pudieron pensar en nada porque, mientras viví en Miami, no se enteraron de aquel cambio. La única que lo sabía era mi segunda esposa, con la que tuve una hija dos meses después de visitar la Misión en Nueva York. Por lo demás, mantuve mi colaboración con el gobierno de Cuba en el más absoluto secreto. Por dos años fui un operativo en Miami de la Dirección General de Inteligencia de Cuba (DGI), pero no infiltrando organizaciones ni realizando una labor que pudiera considerarse, en el sentido clásico, de espionaje. Y no porque yo no lo quisiera, porque al unirme a la Revolución estaba dispuesto a realizar cualquier acción por peligrosa que fuese, sino porque la propia DGI consideró que yo era más útil como analista político que infiltrando grupos, ya que para ese trabajo había otras personas más apropiadas, o más capacitadas, que yo.  
11-. ¿Cuándo vuelves a vivir en Cuba y por qué te decides volver?

--El gobierno de Cuba decidió que yo regresara en abril de 1974, en un viaje por casi medio mundo del que todavía no me explico por qué tuvo que ser así. Mi esposa regresó a Colombia, su país, con nuestra hija. Yo viajé a México, después en avión a Francfort, entonces en tren a París, después en avión a Praga, al día siguiente en avión a Moscú, y dos días después regresé en avión a La Habana, con escala en Rabat. Nunca me dijeron el porqué de aquel regreso tan curiosamente largo y nunca me interesé en averiguarlo, pero me dieron por la vena del gusto porque si algo aprecio en grande es viajar por Europa. Mi esposa y mi hijita se reunieron conmigo unas semanas después.
En Cuba escribí “Los sobrinos del Tío Sam”, un estudio sobre la contrarrevolución externa que tuvo amplia divulgación nacional e internacional y fue traducido a varios idiomas. Hablé por radio y televisión varias veces y escribí artículos para Bohemia, Granma y otros vehículos de información, siempre como una especie de vocero de la Inteligencia, aunque nunca pertenecí de lleno a la DGI ni tuve un rango militar. Era una especie de invitado ocasional al que, quizás, nunca le tuvieron confianza, y creo que, en la medida de mis limitaciones, hice una labor apropiada. En 1975, el presidente Dorticós y el primer ministro Fidel Castro firmaron un documento con el que me devolvieron la nacionalidad cubana, que había perdido catorce años antes por haber participado en la invasión. Mi hijo Carlitos nació en abril del 77 en Maternidad de Ciudad Libertad.

12-. ¿Por qué al cabo de unos años decides de nuevo vivir en USA?


--El ser humano no está, por supuesto, exento de defectos y yo no soy, precisamente, la excepción. Uno trata de cambiarse a sí mismo adoptando las mejores ideas; pero las ideas, que viven en una dimensión distinta a la nuestra, nos mejoran como seres pensantes, pero no como seres vivientes. Cometí errores que provocaron mi salida del país en octubre de 1977. Aquel regreso lleno de luz en abril del 74, no fue nada más que sombra tres años y medio después. El cuerpo quizás fracasó en ese gran anhelo de vivir en la Patria; pero la mente no. La esencia sigue siendo la misma. La Revolución sigue allá y el imperio, aquí. Mi cuerpo está aquí, mi mente está allá. Mis ideas de hoy son las mismas que las de 1974.
13-. ¿Cómo recibió tu familia esta decisión? ¿Cómo tus amigos? ¿Cómo se mostraron los reaccionarios miamenses con tu decisión?

--Mi familia, por supuesto, se alegró de mi salida de Cuba. Para sobrevivir, después de mi regreso a Miami, en mayo de 1978, tuve que acudir a ciertos artificios estratégicos porque si llegaba hablando como lo hacía en Cuba o escribiendo como lo hago ahora ya hace rato que los gusanos se hubieran dado un pequeño banquete conmigo y no me refiero a los gusanos metafóricos, sino a los reales, a los que siempre esperan ávidos nuestros yertos despojos. Algunos en Miami aceptaron mis falacias, otros, por lo menos, se confundieron con ellas. De manera que pude vivir aquí sin mayores conflictos. La integridad de los contrarrevolucionarios siempre ha sido bastante relativa porque actúan por intereses, no por principios, como si estuvieran dirigiendo un negocio porque, en rigor, eso es lo que hacen, defender una empresa, el capitalismo, no una causa, la de la conciencia humana.
Para ponerte un solo ejemplo, ahí tenemos a Elizardo Sánchez Santacruz, a quien se le probó, públicamente, que estaba colaborando con la Seguridad del Estado y, sin embargo, los enemigos de la Revolución lo siguen considerando uno de sus dirigentes. Esa ligereza, ese sentido relativo y hasta comercial que tienen los enemigos de la Revolución y el socialismo en todo lo que defienden y en todo lo que atacan fue para mí de gran conveniencia porque sólo me bastó coincidir con ellos en dos o tres cuestiones para que no me siguieran atacando como lo habían hecho hasta entonces y me dejaran tranquilo. Tuve que mantener esa falsa actitud por unos años. Era la época en que mataban por la espalda a los diplomáticos de Cuba en el exterior y a las personas que querían la coexistencia pacífica con el Gobierno Revolucionario, y en que las bombas explotaban casi todos los días. No era un escenario saludable. Con el tiempo, cuando las circunstancias cambiaron, volví a ser el que realmente soy y a defender las ideas que hoy defiendo, que son las mismas que defendí en Cuba en los años 70. ¿Hice bien en dar a entender por algún tiempo que había vuelto a ser enemigo de la Revolución? No lo sé ... pero estoy vivo.