MANTENDRÁN LA LIBRETA, AUNQUE ADVIERTEN QUE ES NECESARIO ELIMINARLA

miércoles, 20 de enero de 2010

DA MARCHA ATRÁS LA TIRANÍA
MANTENDRÁN LA LIBRETA, AUNQUE ADVIERTEN QUE ES NECESARIO ELIMINARLA
(1-19-10-5:30PM)

Mediante un artículo publicado en la revista Bohemia (robado a sus legítimos dueños), la tiranía hace saber a la población cubana, que este año habrá que ajustarse los cinturones aún más, y tratan de suavizar la cosa, anunciando que la libreta de racionamiento continuará por un tiempo más, para en un párrafo más abajo afirmar que “es necesario su eliminación”.
Ofrecemos a los lectores el mencionado artículo de Bohemia: 
“Ajustes en los cinturones”
Aunque se han adoptado algunas medidas en el ámbito de la distribución, el Gobierno confirmó que mantendrá este año el subsidio de la canasta familiar normada. La mirilla de las transformaciones económicas está dirigida primero hacia el incremento de la producción.
Por HERIBERTO ROSABAL- Bohemia.
Este año se dedicarán mil 980 millones de pesos del Presupuesto del Estado para mantener la venta a la población de los productos de la canasta familiar normada, a precios inferiores al costo de producción o de compra en mercados externos.
Alternando con los deseos de salud y felicidad por el año nuevo, persisten entre cubanos preocupaciones ante ajustes económicos que pudieran sobrevenir para enfrentar el impacto de la crisis internacional y del bloqueo impuesto por Estados Unidos, y como parte del plan de racionalidad y eficiencia de una economía en la que, no obstante correctivos, todavía hay que seguir bregando para equilibrar gastos e ingresos.
“La cosa se va a poner más dura”, dicen unos. “Habrá que apretarse más el cinto”, advierten otros, antes de conjurar pesimismos y desánimos en fiestas familiares de despedida del viejo y de inicio del nuevo calendario.
Cualquier ajuste, entre los que pudiera anunciar el Gobierno en 2010, no parece incluir la polémica y hace tiempo rumiada eliminación de la libreta, ejemplo claro, junto con el llamado consumo social, de altos subsidios que cuesta mantener cada vez más y que, también por otras causas, es necesario eliminar progresivamente.
Este año se dedicarán mil 980 millones de pesos del Presupuesto del Estado para mantener la venta a la población de los productos de la canasta familiar normada, a precios inferiores al costo de producción o de compra en mercados externos, dijo a fines de diciembre el ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, en una de las comisiones del Parlamento.

Con independencia de medidas como la venta libre de chícharos y de papas, la canasta familiar se mantendrá en 2010 con los mismos productos, aseguró en otra comisión Magaly Estrada, viceministra del mismo organismo.
Confirmando esos anuncios, la nueva libreta de abastecimientos llegó puntual a todas las bodegas del país y recibió las primeras anotaciones antes de concluir 2009, con el feliz adelanto de “los mandados”.
Por la bodega, entonces, no viene “el ajuste” inmediato, ni tampoco parece cercana la generalización del cierre de los comedores obreros que, según informes del propio Ministerio de Economía y Planificación, continuará como experimento, estudiándose más, mientras se asegura una red gastronómica capaz de suplirlos y de absorber el dinero puesto en circulación a propósito de esta medida.
Las verdaderas soluciones están en el mismo escenario de los mayores problemas, esto es, en la producción, en el trabajo y en las ataduras que todavía lo contienen.

La esfera de la circulación, el comercio, el consumo, no es la mayor prioridad en los cambios económicos que hoy requiere Cuba. Que haya algunas transformaciones en ese entorno, por fuerza de las circunstancias —crisis mundial, bloqueo, falta de liquidez en divisas, reducción de importaciones—, no significa que sea el terreno de más urgencia.
Tampoco el subsidio es ahora “el enemigo”, como en su momento lo fue, erróneamente, toda la burocracia, sin distinción de la necesaria y útil. Subsidiar, como protección, a los menos aventajados y de menores ingresos, siempre será legítimo en una sociedad como la nuestra, igual que cuando se trate de sostener gratuidades justificadas o de mantener y estimular, selectivamente, determinada producción.
Liberar la venta de productos de primera necesidad —alimentos, por ejemplo—, incrementando precios, impactaría directamente en la economía familiar y haría más evidente la insuficiencia de los actuales salarios. Aunque eso pudiera ser el camino en algún momento, requeriría fórmulas para incrementar paralelamente los ingresos, además de implementar el subsidio directo para los segmentos de población económicamente más vulnerables.
De otro lado, disminuir precios con una oferta insuficiente de productos sería un disparate y favorecería el acaparamiento, la especulación y el desabastecimiento, entre otros males.

Sin quitarle importancia a la circulación, al comercio, hay que tener claro que las auténticas soluciones están en el mismo escenario de los verdaderos y mayores problemas, esto es, en la producción, en el trabajo y en las ataduras que todavía lo contienen, lo limitan y hacen en gran medida improductivo, ineficiente y de mala calidad.
Si algún “ajuste” cabe esperar pronto —salvo los que pudieran imponer en nuestra vida material situaciones extraordinarias, como algún huracán, por ejemplo— debe ser por ahí, contra esas ataduras, a favor del aumento de la productividad, la eficiencia, la calidad y la retribución como es debido, a cambio.