El verdadero culpable

lunes, 18 de enero de 2010

El verdadero culpable
(1-17-10-12:25PM)
Por Luis A. Ramírez-Miami
Cuba juzgará a los responsables de que murieran de frío 26 pacientes de un centro hospitalario en La Habana. Con este titular despampanante amanece la prensa del sur de la Florida con el Miami Herald a la cabeza. Sin embargo, esta jugosa noticia no es condimentada siquiera con una simple coletilla que se refiera siquiera a quien verdaderamente habría que juzgar.
El Dr. Darsi Ferrer Ramírez se ha cansado de mandar a la prensa internacional pruebas del deterioro de los centros hospitalarios actualmente en Cuba, y ni siquiera esa prensa se ha dignado a publicar nada en concreto. Los blogs y bitácoras que denuncian la situación en Cuba están desbordados de fotos, informes y noticias al respecto, y esa prensa que hoy se llena portada para decir a todo color que Cuba juzgará a los culpables, ni siquiera se cuestiona ¿Quiénes son los culpables? 

Hacer un recordatorio enumerado de las dificultades hospitalarias hoy día en Cuba es casi imposible en un comentario escueto como este, pero me gustaría comentar una experiencia personal y tan actual que sucedió el día 13 de diciembre del 2009. “Fui a ver a un sobrino que estaba ingresado en el hospital de San Cristóbal en Pinar del Río. Cuando llegué al salón principal, habían colocados estratégicamente cubos, baldes y recipientes de todo tipo a todo lo largo ancho del piso; pregunté los motivos por los cuales estaban aquellos recipientes allí, y la respuesta me dejó atónito ¡Están colocados para evitar que los salideros de las tuberías de desperdicio mojen el piso! -me dijo una enfermera que pasaba por mi lado. En efecto, di una mirada para el techo y pude observar como las tuberías de desperdicios humanos goteaban sin misericordia. Seguí mi camino hasta llegar a la inmensa sala donde estaba ingresado mi sobrino. Me detuve a la entrada y allá, al  final, estaba el paciente acostado en una endeble cama personal de hierro oxidado. Había varios enfermos en el inmenso y deteriorado salón. A uno y otro lado había camastros muy parecidos todos en deterioro y oxido; no tenían colocado sábanas, ni colchón, ni almohadas, solo el alambre negro y sucio que supuestamente soportaría la colchoneta que pudiera adornar la cama se veía a distancia. Caminé hasta el final donde estaba mi sobrino. Al ventanal inmenso que estaba a un costado de su camastro le faltaban los vidrios, la sabana que cubría la horrorosa colchoneta era de su propiedad, la funda con la almohada también, y para acabar de ponerle la tapa al pomo, la bombilla incandescente que alumbraba sus noches de enfermo la tuvo que llevar de su casa; todos los días la usaba para leer y a la hora de dormir tenía que esconderla debajo del colchón para que no se la robaran.  Le pedí permiso para usar el retrete y me dijo – No entres…orina desde la puerta. -¿Cómo? Me sorprendí. –No entres porque puedes cortarte (embarrarte los pies de excremento humano) no hay alumbrado dentro y los pacientes lo hacen a la entrada”.
¿A quien juzgaría el gobierno cubano o Cuba, como dice la prensa, por el deterioro de este centro hospitalario, al administrador, al director? ¿Quién verdaderamente tiene la culpa de que en el hospital psiquiátrico de La Habana hayan muerto 26 pacientes de frío y hambre? Basta ya de soportar que el gobierno de Cuba siempre encuentre un conejillo de indias o un chivo expiatorio para echarle las culpas de todos sus inhumanos desatinos. Basta ya de aguantar que la prensa internacional les siga el juego, les haga la pala. ¡El castrismo es el culpable de que Cuba este como está! El gobierno de Cuba es culpable de los muertos del hospital psiquiátrico de La Habana, de los que murieron en las guerras de África y América latina, de los que mueren en el estrecho de la Florida, de los muertos del río Canímar, de los niños muertos en el remolcador 13 de Marzo. De los que murieron, los que mueren y de los que están por morir. A ellos son a los que hay que juzgar, llevarlos ante un tribunal internacional y acusarlos de crímenes de lesa humanidad