CONTESTA OSCAR PEÑA: RESPUESTA A UN COMPATRIOTA

lunes, 18 de enero de 2010

CONTESTA OSCAR PEÑA:
RESPUESTA A UN COMPATRIOTA
 (1-17-10-8:30PM)

Sr. Aldo Rosado-Tuero- Editor Nuevo Acción
Distinguido cubano:
No lo conozco personalmente pero basta que valiosos amigos comunes me transmitan de su cubanía y buenas intenciones para responder su desafío. ¿Cual es la esencia de su público emplazamiento? Usted esgrime que en mi afán de una Reconciliación Nacional Cubana demuestre no tener doble moral y que al igual que compré un cuadro pintado por el ex-canciller cubano Roberto Robaina, compre también uno de los pintados por Luis Posada Carriles y Orlando Bosch.
Entiendo su deseo de equidad y solidaridad con las personas a las que usted considera que también deben ser perdonadas en el proceso de Reconciliación Nacional, pero debe tener en cuenta lo siguiente: como expliqué en mi artículo yo perdono de corazón a Robertico Robaina que trató de ultrajar mi moral y trató de humillarme con un bajo acto de repudio oficial sin darme más alternativas. Mi acto de reconciliación nacional es personal con mi victimario. Aspiro también que algún día -aunque será la justicia de un Estado de libertad y derechos para todos la que exprese la última palabra- los familiares de las víctimas del vuelo de Cubana de Aviación en el detestable hecho de Barbados y en las explosiones de hoteles en la Habana perdonen de manera personal y cuelguen en sus casas los cuadros de Orlando Bosch y de Posada Carriles. Aunque no apoyo sus métodos, ellos no son mis enemigos, ni me han hecho daño alguno para perdonarlos y darles una lección de humanidad y altura comprando sus cuadros.
La idea básica que persigue mi llamado a la Reconciliación Nacional Cubana está basado en acciones personales. Así es la mía con Robertico Robaina. La edificación de la paz de cualquier país comienza en el corazón de cada uno de sus ciudadanos. Sin embargo, para lograrla de manera nacional y permanente, se necesita del concurso de todos y del fruto de la justicia.  
Le abundare más sobre mi opinión. Hace un tiempo también escribí una columna en la que básicamente planteaba que a la hora de juzgar a otros se teníia que tener en cuenta el medio, las circunstancias y la sociedad en que se formaron, y precisaba que Orlando Bosch, Fidel Castro y Luis Posada Carriles eran víctimas de la sociedad y los dañinos, crueles y terroristas métodos de lucha que existían en la Cuba de los 30, 40 y 50 en que nacieron y se formaron. Usted no parece una mala persona, pero evidentemente tiene creencias y admiración por gente que yo no tengo. Posiblemente también sea víctima de esa fea cultura política de violencia.
Considero al joven Roberto Robaina un adversario, un cobarde político, etc., pero no hay pruebas o antecedentes que es un terrorista. Le diré mas, en 1990 estando dentro de Cuba como Vice-Presidente del Comité Cubano Pro Derechos Humanos primera organización disidente liderada por Ricardo Bofill y los hermanos Arcos Bergnes emplazamos al régimen de la Habana a discutir los problemas de Cuba entre nacionales y no solo con extranjeros como intentan siempre ellos. Por esa valiente y nacionalista acción fuimos atacados y descalificados en Miami por el destacado ex-preso político Armando Valladares. Sin embargo, -aunque a Valladares no lo tengo que perdonar, porque nunca lo consideramos nuestro enemigo sino un apasionado cubano que tuvo momentos de ligereza- estoy en disposición de colgar un cuadro de él, porque tengo entendido que también pinta y que no hay ninguna evidencia que ha tenido que ver con hechos de índole terrorista. 
Conclusión: como mi artículo trataba del perdón personal como comienzo de la Reconciliación Nacional, yo no tengo que perdonar a Posada Carriles, ni a Orlando Bosch porque no me han hecho daño directo. Espero lea esta explicación sin prejuicios y tenga la bondad, humanidad y cubanía de entender.
Lic. Oscar Peña
UNA BREVE NOTA DE ALDO ROSADO-TUERO: Aquí está íntegra la respuesta del compatriota Oscar Peña. Juzgue el lector por sí mismo los argumentos esgrimidos por ambos. No voy abusar del espacio de que dispongo libremente para insistir, ni para descalificar su postura, pero si quiero dejar constancia pública de que evidentemente y lo digo con mucho orgullo, no compartimos la admiración por algunas personas que él admira