domingo, 1 de diciembre de 2013

LA ESTRATEGIA DEL DISENSO FRENTE A LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN
(12-1-13-:1:30PM)
Por Frank Escobar (Especial para Nuevo Acción)
Un elemento primordial de la ingeniería  social en la era de la globalización es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas más importantes mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones,  de informaciones insignificantes y de tácticas mercadotécnicas que generan miedo, depresion o anesteciamiento. La estrategia de la distracción -que ha sido ampliamente estudiada por el semiólogo Noam Chomsky  a pesar de su “lateralización siniestra”- es igualmente indispensable para impedir que la gente se interese por cuestiones esenciales  como la politica, la economía y la cultura. La ausencia de conocimientos esenciales en esas áreas genera el desinterés y propicia el adoctrinamiento del mercado de consumo: la gente adoctrinada por los medios de comunicación se acostumbra a comprar lo que no necesita  y paga con el dinero que no tiene, lo que le crea un complejo de culpa que la atemoriza y desvía su atencion de cosas esenciales para enfocarse únicamente en sus problemas económicos personales. El individuo aislado e irresoluto se entrega pasivamente al consumo de la televisión. Chomsky en sus propias palabras: “mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, sin darle tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales.” La televisión y la radio  se convierten  entonces en las armas de manipulación y de control de  masas.
El  principio básico del “integrismo mediático” consiste en inundar al público de información inútil. Esta estrategia del entretenimiento con la “máscara de noticia” se aplica en primer lugar a los noticieros de televisión y a los “talk shows” políticos,  que presumen  ser las principales  fuentes de información pública. “Actualmente los noticieros de televisión apenas contienen información ni noticias relevantes, sino que la mayor parte del tiempo emiten reportajes anecdóticos, de hechos diversos y eventos intrascendentes más propios de una revista televisada que de una agencia de noticias. Para la mayoría de los que se disponen a ver el televisor, lo que se ve en la pantalla es en realidad lo que pasa, se le ha fabricado  una realidad virtual, mediante la selección artificial de temas y el uso calculado de las emociones para impedir la comprensión y el análisis.
La memoria humana funciona en base a una esquematización, jerarquización y organización de la información, sin embargo  las noticias en televisión se presentan de una forma grotesca, desorganizada y poniendo al mismo nivel noticias de importancia desigual: un hecho trágico sensacionalista –crónica roja- un poco de política “logarítmica”, mucho deporte, poca cultura, un tema social patético, un detallado “análisis” de frivolidades locales, noticias sobre un personaje de farándula usado de “paradigma”- crónica social-,  algún chisme diverso, luego de nuevo política “sin traducir” ….El objetivo parece ser que el televidente haga la  peor memorización posible de la información. Que solo recuerde “su memoria emotiva”- casi siempre sensiblera y patética- para  obtener una población “amnésica” que sea incapaz de relacionar hechos o de asumir o crear corrientes de opinión. “Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente neutralizar el sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o a inducir determinados comportamientos.”
Ahora pasemos a los “talk shows” políticos, esos  espacios televisivos que se han convertido en las grandes factorías de homogeneización de la cultura y lobotomización del pensamiento político, con el apoyo de las nuevas redes sociales  y la complicidad de los “intelectuales del consenso”.  Aquellos a quienes se refería José Antonio: “Aquí están los ridículos intelectuales, henchidos de pedantería. Son la descendencia, venida a menos, de aquellos intelectuales que negaron la movilidad de la tierra y su redondez, y la posibilidad del ferrocarril, porque todo ello pugnaba con las fórmulas. ¡Pobrecillos! ¿Cómo van a entender –a través de sus gafas de miopes- el atisbo aislado de la luz divina? Lo que no cabe en sus estrechas cabezas creen que no puede existir. ¡Y encima se ríen con aire de superioridad”.
Ese consenso y esa homogeneidad pretenden hoy abarcar incluso todo el espectro político, incluyendo a las instituciones y son el fundamento de las decisiones, las acciones y las opciones hasta de los que gobiernan. El éxito político de hoy depende exclusivamente del volumen de dinero que se le pague a los medios masivos de difusión que “programan” la conducta de los electores. Pero la opción democrática se rebela y sigue  afirmando que no, que en la democracia americana como en el estado federalista sobre el que se sustenta  es posible la crítica, la heterogeneidad y el disenso.  La democracia americana, pluralista y competitiva, se basa precisamente en la garantía del “disenso”, lo que implica el reino de la crítica, el respeto hacia una cultura política heterogénea, y a la posibilidad de disentir con aquellos que ejercen el poder sin quedar por ello fuera del sistema sino, por el contrario, siendo reconocidos como parte orgánica y necesaria del mismo.
El brillante senador cubanoamericano por el gran estado de Texas, Edward “Ted” Cruz  (foto de la izquierda)lo define asi: “ es suficiente el consenso sobre las "reglas básicas del juego": sobre las instituciones creadas para disciplinar los conflictos y proteger los derechos y libertades de las personas y los grupos sobre la base del principio de mayoría atenuado por las garantías a las minorías, pudiendo haber disenso, y por ende posibilidad de cambio, sobre todo el resto, sin que sea cuestionada por ello la legitimidad democrática, sino por el contrario, exaltada en la medida en que ese disenso tiene vigencia efectiva.”

Alberto Buela,  metapolítico y filósofo argentino,  que  ha dedicado la mayor parte de su vida a lo que él ha definido como la teoría del disenso lo define asi: “El disenso niega el monopolio de la productividad de sentido a los grupos o lobbies de poder, para reservarla al pueblo en su conjunto, más allá de la partidocracia política. La alternativa hoy es situarse más allá de la izquierda y la derecha. Consiste en pensar a partir de un arraigo, de nuestro “genius loci” dijera Virgilio. Y no un arraigo cualquiera sino desde las identidades nacionales, que conforman las ecúmenes culturales o regiones que constituyen hoy el mundo. Con esto vamos más allá incluso de la idea de estado-nación, en vías de agotamiento, para sumergirnos en la idea política de gran espacio y cultural de ecúmene. Desde estas grandes regiones es desde donde es lícito y eficaz plantearse el enfrentamiento a la globalización o americanización del mundo. Hacerlo como pretende el progresismo desde el humanismo internacional de los derechos humanos, o desde el ecumenismo religioso como ingenuamente pretenden algunos cristianos, es hacerlo desde un universalismo más. Con el agravante que su contenido encierra un aspecto de loable, pero vacuo, inverosímil y no eficaz a la hora del enfrentamiento político. Pero este enfrentamiento se está dando igual, a pesar de la falencia de los pensadores en no poder elaborarlo aún, a través del surgimiento de los diferentes populismos… 
En Cuba o más bien siguiendo a Alberto Buela en el “ecúmene de la cubanidad” se ha ido estableciendo la” conspiración del consenso” y la ausencia de medios de comunicación masiva auténticamente cubanos ha permitido que el proceso de homogeneización y adoctrinamiento -en detrimento de nuestros valores nacionales- a favor del “melting pot” del “hispanamiento” como mascarón de proa para que el “concordato” o la conjura con los neo castristas vaya viento en popa. La ambivalencia y el oportunismo de las figuras líderes de la “radio anticastrista” que hoy rinden pleitesía al obamista Saban- un “Soros” pequeño y amo de Univisión- por “unas monedas más” permite que entre otros ejemplos se hagan programas típicos de “Radio Aruca” como el presentado por Gustavo Godoy y Jose Manuel Pallí en “Radio Mambí” esta semana. La ausencia de una elite nacionalista, la cultura de nuevo rico y la insaciable codicia en pos del dinero de los cubanos más aventajados politica o económicamente nos ha dejado desarmados y débiles a expensas de nuestros peores enemigos.
"A menudo," escribe Friedrich von Hayek, "sólo los muy ricos pueden permitirse nuevos productos o gustos. . . ." La contribución más importante de la gran riqueza, sin embargo, es que libera a su poseedor de la búsqueda del dinero para que pueda perseguir objetivos no materiales. Liberado del trabajo y de la carrera de ratas por los bienes materiales, los ricos ociosos” - una frase que Hayek busca reclamar como un hecho positivo-“ pueden dedicarse a patrocinar las artes, a la subvención de causas nobles como la abolición o la reforma penal, fundando nuevas entidades filantrópicas y las instituciones culturales."
"Los nacidos en la riqueza son especialmente importantes : no sólo son los beneficiarios de la más alta cultura y de los valores más nobles que se han transmitido a través de generaciones” - Hayek insiste en que vamos a tener una mejor elite si permitimos que los padres pasen sus fortunas a sus hijos-“ porque si se requiere de una clase dirigente para empezar de nuevo con cada generación esto es una receta para el estancamiento, por tener que reinventar la rueda constantemente, siempre se necesita a los que son inmunes a la tentación del dinero . . . .”
"Los hombres del capital , en otras palabras, se entienden mejor no como magnates económicos, sino como legisladores culturales : Por muy importante que el dueño de la propiedad independiente pueda ser para el orden económico de una sociedad libre , su importancia es tal vez aún más importante en el campo del pensamiento y la opinión, los gustos y creencias " .
Hace más de sesenta años el eminente hematólogo italiano Gustavo Pitaluga-que como Orestes Ferrara se quedó a vivir en Cuba-se lamentaba en su esencial libro sobre Cuba, “Diálogos sobre el destino”, de la miseria de nuestra clase dirigente.