sábado, 2 de noviembre de 2013

VAMPIROS Y "CHUPACABRAS"
(11-14-13-11:55AM)
Por Esteban Fernández
La primera vez que tuve nociones de lo que era un infiltrado castrista tendría yo unos 15 años. Nuestras actividades contestatarias en el Instituto eran de poca monta: criticas, protestas y negativas a participar de la Campaña de Alfabetización, etc.
De pronto se apareció en nuestro centro de estudios -de no sé dónde- un joven de unos 18 o 20 años de facciones chinas y drásticamente “subió la parada” instándonos a realizar actividades bélicas y subversivas de mayor envergadura.
Me lo presentaron, me estrechó la mano, y me dijo con mucho misterio: “Puedo hablar contigo en privado”. Jamás olvidaré ese instante, nunca antes -a mi edad- nadie me había pedido hacer un aparte conmigo.
Como había comenzado a admirar la "valentía" de ese muchacho, me fui a un rincón a conversar con él. En sus manos tenía un cartucho, lo abrió y me enseñó un par de petardos y me informó que eran para poner en los salones del segundo y tercer año de bachillerato. Y me dijo algo que despertó en mí una desconfianza que hasta el día de hoy me ha acompañado: “El domingo, al amanecer, antes de las seis de la mañana, quiero vayas al 'Brage Yacht Club' con tus amigos y les voy a dar nueve ametralladoras Thompson para que ataquen la jefatura de policía que está al frente del parque”...
Eso me dio muy mala espina, me sonreí, no le contesté ni una palabra y está demás decirles que al “Brage” no fui en largo tiempo. Antes de un mes este beligerante chinito se apareció en el Instituto junto al presidente de la "Asociación de Alumnos" llamado Ibrahim Rivero, vestidos ambos de verde olvido y con los grados de teniente en los hombros.
Los infiltrados han sido una plaga de desmadrados que superan en culpabilidad a los Comités de Defensa, a las tropas guarda fronteras, al ejército y hasta a los generales castristas. Nadie ha hecho más daño, a través de cientos de años de historia cubana, que ellos.
No existe un solo esfuerzo contra el régimen, afuera y adentro de la Isla, que no haya sido penetrado por esta banda de hienas. Al principio nos decían a los cautelosos que éramos unos exagerados y que veíamos fantasmas en todas partes. Después, el tiempo y la hecatombe provocada por ellos - con la estela de muertos, de fusilados, y los largos años de prisión cumplidos por miles de patriotas- nos han dado la razón.
Ahí está la historia contada en un libro desde Francia por uno de esos grandes culpables llamado Dariel Alarcón, alias “Benigno”, sobreviviente de la guerrilla del Che, donde nos informa del tiempo que estuvo infiltrado entre los combatientes del Frente Norte de Las Villas y las guerrillas de Arnoldo Martínez Andrade y que cuando fue detenido por poco lo fusilan si no hubiera sido por la intervención del general Raúl Menéndez Tomasevich que salió en su defensa y le indicó a sus subalternos que él era un agente del castrato.
Ya les he hablado de Enoel Salas que desembarcó en Cuba junto a Eloy Gutiérrez Menoyo, que cumplió largos años de cárcel y al final de la jornada resultó ser un topo castrista. Se colaron en el M.R.R., en el M.R.P., en las prisiones, en las iglesias, en todas las religiones, en la masonería, participaron en los ataques comandos, y hoy hacen olas dentro de los movimientos de disidentes y opositores.
La lista de los conocidos- los desconocidos suman miles- desde 1959 hasta Juan Pablo Roque en Hermanos al Rescate, David Manuel Orrio, Carlos Serpa y muchísimos más en la actualidad haría interminable este escrito. Sin olvidar al agente "Gerardo" José Manuel Collera Vento.(Foto de la izquierda)
Quede claro que ninguno de ellos es un "Superman" ni son infalibles, son simplemente unos vampiros y "chupacabras" que se han nutrido de la sangre de nuestros mártires. 
Y quizás usted que me lee, como persona misericordiosa que es, sea de los que desean que algún día todos estos H.P. sean llevados ante los tribunales, que sean defendidos por abogados competentes y se imponga la justicia. En mi caso particular yo sólo quiero que hayan suficientes ceibas, guásimas, cabuyas y alambres de púas en Cuba para ahorcarlos a todos.