PUNTO Y. APARTE

domingo, 9 de diciembre de 2012


PUNTO Y. APARTE
(12-6-12-4:40PM)
Por: El Director
Dedico esta columna a todos los caídos en los campos de batalla de el Archipiélago cubano, su sacrificio no ha sido en vano y alimenta la voluntad de los que quedan.
A mis compañeros de lucha y cautiverio, que han sufrido y aún sufren por un ideal que han adoptado libremente y sin compromisos y que han brindado, con sus vidas y actuaciones,  testimonio;  y a la verdad que gritan y que sobresalen en las brumas de la mentira y la mala fe.
La dedico también a "los desengañados" y a todos los "diletantes", pero la dedico muy especialmente, al agente del Gobierno norteamericano, que me confesara un día, durante un interrogatorio, cuanto le sorprendía el hecho de ver que un hombre como yo, feliz en su hogar, realizado en sus hijos y su familia, satisfecho y triunfador en sus ambiciones profesionales, hubiera podido soñar, aunque solo fuera por unos minutos en "militar" en la política.
Ojalá esta columna les haga comprender que nadie tiene derecho a una existencia cómoda y muelle, contemplando el horripilante espectáculo de las injusticias y viendo con claridad  las tragedias que se incuban.
Como humano, los fracasos, las traiciones, el desencanto ante tanta molicie y falta de patriotismo suele a veces hacer pensar a algunos en abandonar la lucha, pero para mi, renunciar a la lucha significa renunciar a la vida y esto es imposible.
Es fácil navegar en un mar de bonanza, cuando los vientos soplan a tu favor y no hay oleaje ni huracanes; pero lo hermoso, lo grande y hasta lo heroico es navegar cuando arrecia el huracán.
En esta lucha a contra marea por la libertad de Cuba, sin amigos, sin aliados, traicionados por quienes debían de serlo, hemos de apretar las mandíbulas, acopiar todas nuestras fuerzas, luchar un día y otro, y sobre todo, por sobre los escollos, hemos de ser animosos, aún en las horas más negras, porque la navegación no puede ser siempre fácil, si lo fuera, entonces no sería heroica.
La vida, para que valga la pena vivirla, es un combate que debemos aceptar con naturalidad, con gran valor y con la intrepidez necesaria.
Alguien dijo muy ciertamente que "sin esfuerzo, sin sacrificio y sin sangre, nada se conquista en la Historia".
Debemos conciliar el derecho y el deber, el derecho es el resultante del deber cumplido.
El hombre se eleva a la cumbre del heroismo cuando el sacrificio se acepta voluntariamente.
La Patria necesita hombres activos, cumpliendo sus deberes con todas sus energías, viriles y con plena conciencia de todas las dificultades que hay que vencer.
Si queremos rescatar la Patria y establecer una República nueva, tenemos que vencer al hedonismo que se ha adueñado de la sociedad moderna y que es una de las armas utilizadas por la Infiltración para acabar con el concepto sacrosanta de Patria y para derrumbar definitivamente los conceptos que han mantenido nuestra civilización cristiana y occidental.
Por eso se impone ya sin más dilación, pregonar el regreso a lo valores tradicionales, negar la muerte del heroismo, contra lo que proclaman los mundialistas y apretar filas junto a las súper minorías que se aprestan a dar la última batalla, porque lo que está en peligro no es solo un determinado aspecto de nuestra civilización, sino toda la civilización, que se está desintegrando, debilitándose y se disipa en el desorden y en la miseria sin mañana.