¡AYÚDAME A SOBREVIVIR!

jueves, 8 de noviembre de 2012


¡AYÚDAME A SOBREVIVIR!
 (11-4-12-4:30PM)
Por. Lic. María del Carmen Carro.  
El pregón forma parte de la cultura popular cubana, aunque algunos afirman que con la creación del Reggaetón en diferentes zonas del país, ha aparecido paulatinamente un pregón tipo reggaetón. De esto último, no soy testigo.
Sin embargo, sí existe en nuestro país una forma silenciosa apagada de pregonar: Si ves un aguacate en la puerta de una casa. Eso quiere decir que se venden aguacates; unos cuantos plátanos colocados uno encima del otro haciendo una tonguita, eso quiere decir que se venden plátanos.
Y así, de esa misma forma, si caminas por las calles habaneras y tropiezas con una muchacha que tiene medias en la mano, eso quiere decir que vende medias.
Y así transcurre el sistema de compra-ventas, en el mismo silencio a que tienen condenado al pueblo cubano. “Privación de la libertad del pregón”.
Todos conocemos que para vender o establecer un pequeño quiosquito, el vendedor debe poseer una licencia por la que debe pagar la suma que nunca le va a sacar a la venta.   
-¿Y el pregón qué? ¿Quién acabó con el pregón? No es difícil la respuesta. El mismo que acabó con todo. Fidel Castro Ruz
El tema es un reflejo de la realidad de “mutismo” por la que atraviesa el cubano, para el que siempre aparecen formas creativas de escapar de la realidad y de la miseria en que está obligado a vivir. Las formas que se emplean para hacerse entender con el comprador. “Son únicas en el mundo entero”.
Había un muchacho que vendía detergente de henequén. Los cubanos  conocemos muy bien, ese detergente. El joven había recolectado varios envases de los que utilizan para vender el detergente a la población por la libreta de abastecimiento. Este detergente, tampoco se oferta por el sistema de la canasta familiar actualmente. El comerciante improvisado, vendía el mismo liquido de forma clandestina y pregonaba confiado que todos lo esperábamos.
-“por favor, guárdame el envase para cuando venga de nuevo”. Y ya te comprometía para la próxima vez.
Él se paraba en la puertas y decía….melón….melón”
Y todas las amas de casa conocían que melón….melón, quería decir –“detergente”… “detergente’. Todos le compraban. La bolitera, la esposa del abogado y hasta la Presidenta del Comité de Defensa de la Revolución. ¡Ah ¡ y la contrarrevolucionaria, que era yo.
En una oportunidad, fue cuestionado por un patrullero de la policía que pasaba por casualidad. Sin pensarlo dos veces, lanzó el saco con los pomos de detergente y solo pudieron decirle.
Pero usted estaba vendiendo melón…
No había melón….y nadie “echó pa, alante”, ni se atrevió a insinuar que vendía… “el del melón”
En la Cuba actual son muchas las veces que se hace presente:
-¿Y quién mató al Gobernador?
“Fuenteovejuna señor”
Todos quizás se defienden de un ladrón, de un delincuente malo. Y es bueno reflejar que los violadores de mujeres en Cuba la pueden pasar muy mal, pero no por el empeño que pone la justicia. ¡NO! Un violador en Cuba, conoce que “la cuenta” se la pasan los propios presos.
Pero, en esto de los que venden el fríjol negro, o el aceite como se le dice  por “bolsa negra’ son protegidos por la población y el Gobierno lo conoce.
Y en este tema de los pregones, también erradicados por “los Castro”, es bueno recordar los pregones clásicos de Cuba, el del cucurucho de maní, maní…maní…manisero se va; los tamales calientes…pica…no pican.”
Nacimos entre pregones y fuimos condenados a matar los pregones.
Hoy los maniseros están por dondequiera, pero con la diferencia, que tus ves un puñado de cucuruchos en la mano del vendedor y como le han matado el hambre a los cubanos y sobretodo a los opositores de “a pie”. Eso, me consta.
Referir cada vivencia es imposible, porque fueron muchas, Pero dos de ellas no las olvidaré jamás.
Un joven pescador submarino. Un joven ejemplar. Buen hijo, buen estudiante, buen amigo. Pero, por sobre todas las cosas, con un padre moribundo.
A su padre lo devoraba el cáncer y él salía todas las mañanas a buscar en las profundidades del mar algo para vender y  que le diera la posibilidad de comprar algunas libras de carne roja para su padre.
Llevaba las langostas colgadas sobre su hombro, utilizando el pregón actual cubano, en el ómnibus de la playa de forma que fuera visible para algún turista.
-“Le decomisaron las langostas”. Lo retuvieron toda la noche en el calabozo. Y la multa sobrepasó los quinientos pesos.
-¿Y quién se comió la langosta? Todavía está por conocer quién se deleitó por la tan codiciada especie marina. Y no estaba en veda. El joven era todo un profesional pescador submarino. Conocía las leyes impuestas. Trabajaba como salvavidas y día a día era testigo de cómo el famoso Departamento “lacra: arrasaba con junteras y cuanto joven se les parecía. ¿Cuantas jóvenes honradas fueron detenidas? Incontables.
¿Pero, tu eres bobo?- le replicaban los amigos. ¿Por qué no vendiste las langostas en la orilla de la playa?
¿Tú eres el bobo”?, respondía.-  No sabes que me pueden controlar por  “jineterismo’, “proxenetismo’ “homosexualismo”. Lo que a ellos se les ocurra. Como mejor me  iría. Seria, traficando con  extranjeros.   
Su padre murió poco después y recuerdo que él se consolaba con que hizo todo lo que pudo por alimentarlo. ¡Hasta Los calabozos!
En este andar entre los pregones, el más fuerte que escuché fue en una noche de invierno. Los cubanos le tienen un poco de miedo al frío y se acuestan muy tempranito, al menos cierran las puertas de la casa, que por tradición siempre están abiertas.
Esa noche, sentí unas voces que pretendían pregonar, pero más bien parecía un gemido triste.
¡Ayúdenme a sobrevivir!-me asomé por la ventana y vi una pareja de viejitos debajo de la fina e invernal lluvia.-diciendo.-“Solo nos quedan cinco”.
Eran unas tartaletas, muy sabrosas. Las compré de inmediato. Les invité a pasar y les brindé café.
Mis ojos me dolieron de ver aquellos viejitos también tratando de “escapar” de la miseria cubana.
El señor, sin que mediara alguna pregunta, comenzó a contarme que vendían los dulces porque los retiros que recibían no les alcanzaban ni para comer diez días del mes. Y dijo.- bajando la cabeza, con dolor.- “ -Yo soy un Coronel retirado de las FAR.” (Fuerzas Armadas Revolucionarias).
Y ella, refiriéndose a la esposa,-“una maestra retirada”.
Vendemos por esta zona, porque nos da pena que nos reconozcan los que nos conocen. Y aunque no me dijeron desde donde venían, una vez me los encontré de nuevo en la lanchita de Regla, que salía desde el Muelle de Luz.
Ellos no me reconocieron. Llevaban una bicicleta y en la parte de atrás llevaban las cajas de dulces.
A la salida de la lanchita ya en el muelle de Regla, un policía les obligó  a dar cuentas por las cajas de dulces y de estas cosas que solo suceden en Cuba.
Se llevó presos los dulces y los pobres viejitos tomaron la lanchita para atrás de nuevo. Nunca más los ví. Siempre recuerdo este hecho, que es una denuncia abierta a la corrupción de la policía cubana y a la falta de valores humanos.
El cubano está muy dañado, tanto que ha querido imponer en Miami esos comportamientos. Que digan los miamenses si no han visto aguacates y mangos sin pregón.
Este trabajo, es además una antesala de un próximo que bajo el titulo: “LOS ENCUESTADORES DEL ODIO” intentaré refrescarle la memoria a los que quieren lanzar la mancha de “odio desmedido” sobre los anticastristas de Miami.