UNA RECONCILIACIÓN EN MIAMI

sábado, 5 de mayo de 2012


LA HISTORIA EN LA MEMORIA
(5-4-12-9:10AM)
UNA RECONCILIACIÓN EN MIAMI
Por Edelberto ( Edel ) Espinosa- Piloto aviador.  
En la vida de una persona suceden cosas increíble, he aquí una historia y anécdota de las cuantiosas que he ido acumulando en mi vida y  podrán  leer una historia como pocas.
Corría el año de 1960 y la falta de personal en la Base aérea de San Antonio de los Baños obligó a los mecánicos hacer labores de cuarteleros. Así que un día yo era la clase de cuartel y quería hacer la limpieza de aquella barraca que era bastante grande, comencé a distribuir el trabajo. Uno de los cuarteleros a mi mando no estaba de acuerdo con el giro que estaba tomando la revolución, se sentía nervioso o quizás  alterado, la discusión conmigo fue muy breve por lo que no era de importancia. Viré la espalda en señal de retirada  cuando  sacó la pistola y me pegó con el cañón   del arma,  como no fue de frente eso me protegió, pero me provocó una herida con abundante sangramiento. Hubo que suturar la herida con varios puntos.
Aquel soldado era mecánico de vuelo del escuadrón de Bombardeo Ligero. Fue puesto bajo arresto y poco después dado de baja. Su nombre era Jaime Pardo Boch, al que no ví en muchos años. Solo hubo un rumor: había penetrado en la Base norteamericana de Guantánamo.
Hubieron de transcurrir  casi 30 años sin saber de él. Hasta que, poco tiempo antes de mi salida de Cuba, pude ver en una revista que Jaime Pardo Bosch,   había cumplido 20 años de prisión. Tito Pardo como se le conoce desembarcó por la costa norte del extremo oriental de la Isla de Cuba acompañado de cinco hombres armados y bajo el mando de Amancio Mosquera, más conocido como el comandante Yarey. Una tropa en extremo numerosa fue dispuesta   para su eliminación, muchos fueron eliminados de diferentes formas, fusilados o prisionero herido como Tito Pardo.
Llevaba yo poco tiempo viviendo en Miami cuando visité un taller de la 36 del Doral. Al salir noto un hombre de espejuelos de gruesos cristales de aumento que fija su mirada sobre mi. Me dice “me parece que yo lo conozco”, Inmediatamente le reconocí. Mi respuesta fue instantánea: “Me acuerdo del pistoletazo que me diste por la cabeza que por poco me matas.”  Era Jaime Pardo. Aquel hombre casi brinca cubriendo la distancia entre los dos, me abraza, casi llora, me pide perdón, me dice: “Espinosa tú no sabes cuantas veces me he acordado de ti en la prisión. Perdóname, no supe lo que hacía, me acordé de ti muchas veces, no merecías lo que te hice”. Le dije: “no tengo nada contra ti, han pasado muchos años, muchas cosas.
Con este ejemplo me parece está demás hablar de reconcliación Regresaron nuestras  relaciones amistosas. Vivía por la 12 ave. de la pequeña  Habana, allí me presentó a su esposa e hija. Cuando volví a la Florida en el 2001 le llamé y hablamos un rato, ahora hace años no se nada de él. Otra victima más del Purgatorio Cubano y una prueba que la verdadera reconciliación se da a diario en Miami.