¡QUE VUELVA LOLÓ!

martes, 22 de mayo de 2012


¡QUE VUELVA LOLÓ!
(5-20-12-5:00PM)
Por: Lic. Maria del Carmen Carro
Loló siempre llevaba sus uñas arregladas y de color rojo vivo. Su piel no se parecía a la de los cubanos. Ella era pelirroja, con muchas pecas en los brazos, en la cara. En fin por todo su cuerpo. Yo escuchaba a mi tía que decia. _
“Hoy, si Dios quiere viene Loló la pecosa.”
Yo tendría alrededor de cinco años. Recuerdo mis zapaticos de charol, que me encantaban y mi tía me los ponía para ir a casa de Loló. “La pecosa” vivía y no vivía en Cuba. Trabajaba y no trabajaba en ninguna de las fábricas textiles de Guanabacoa, mi tierra a la que todos conocían por la Ciudad Industrial. Ahora, No. Ahora, es la tierra de los diablitos y de los encuentros de la cultura folklórica afrocubana.
Yo contaba los escalones de la casa de Loló. Era fácil, solo eran tres. Pero, en esos tres escalones yo colocaba mi muñeca y un juego de tasita que me prestaba Loló. Su casa no era como las de otros en el barrio. Esa casa tenía cosas diferentes. Muchos tapetitos de encaje, máquina de coser diferente. Los cuadros también eran diferentes y hasta los gustos para preparar alguna merienda se habían transformado en Loló.
-“A Loló se le habían pegado mucho las costumbres americanas”.- decia mi tía.
Hablo de los años antes de la Revolución. Loló no tenía que pedir permiso ni para entrar y salir de Cuba. De seguro, si le hubieran dicho que tenía que pedir permisos, todas las pecas las hubiera perdido, así de un ¡soplón! No ver más nunca a Guanabacoa. ¡Eso es mucho para un guanabacoense!
Para los cubanos, ese ir y venir de Miami para la Habana era algo natural, sin exageraciones. No eran solo Loló y otra vecina Hilda, las que viajaban casi todos los fines de semana y trabajaban  en factorías en Miami. Algunas veces  tenían mucho trabajo y tardaban un poco más en regresar. Siempre regresaban.
En ocasiones Loló regañaba a mi tía -Se dice.-“Mayami”. Y hasta yo que era una pulga también decia.-“Hilda y Loló se van para “Mayami.” La pecosa, repetía una y otra vez-¿Yu pikinglis?
Loló e Hilda apenas habían logrado llegar al tercer grado, pero conocían muy bien lo que era trabajar fuerte. Ellas no viajaban para buscarse un “pepe”, ni un “americano”.
Me sentía confundida, pero nadie me aclaraba. Mi tía, también quería coger ese rumbo. Ella trabajaba en el taller de “la Viti”, haciendo calzoncillos con mi mama. Y a cada rato decía con firmeza:
-¡El próximo verano, cuando Hilda y Loló vuelvan a trabajar en Mayami, yo me voy! Allá pagan mejor. Estas dos cubanas no todo el tiempo la pasaban en las factorías de Mayami, otras veces trabajaban  en New York en restaurantes.
Allí, me contaba Hilda conoció al posterior hombre próspero Víctor del Corral (foto), quien después de fregar muchos platos, según contaba Hilda, pudo comprar el primer Victor’s Café. Ella contaba con satisfacción.-Yo ayudé mucho a Victor. Muchas veces no tenía ni para fumar.
Pero, sigo con la pecosa Loló. Cuando ella hacía esa vida de trabajar en EEUU y vivir en Guanabacoa corrían los años 50. Dicen los datos, que por aquellos años, entre el 50 al 58. emigraron de forma permanente hacia EEUU unos 65,200 cubanos. Había esa cantidad de cubanos en todo el territorio estadounidense.
En el año 1956 viajaron a Miami 15 mil cubanos y para el año 1958 viajaron hacia EEUU alrededor de 72 mil cubanos. Muchos con visa –no inmigrante. En 1959, comenzaron a llegar a EEUU más de 100 mil cubanos.   
Los cubanos a través de varias generaciones dejaron huellas de trabajo, de emprendimiento, de honestidad. A finales de 1890 habían registrados en EEUU mas de 15 mil cubanos.  Una gran parte se radicó en la ciudad de New York y Jacksonville. Y en Miami en cifra mayor. Marcaron espacios hasta nuestros días, como Cayo Hueso y San Agustín.
En la actualidad.- ¿Cuántos somos? Dicen que contamos ya  más de un millón 241 mil y posiblemente una cifra mayor. Hasta en Alaska se registran más de 500 cubanos y en Vermont que es donde menos residen llegan hasta más de 400 cubanos.   
-¿Cuál fuel el final de Loló? La pobre pecosa, en ese rutinario ir y venir se quedó atrapada del lado del comunismo. Ya perdidas las esperanzas de hacer su vida normal de trabajo, comenzó a abrir sus maletas llenas de encajes que había traído de Mayami y montó su “fábrica particular” de  bloumers, con solo una trabajadora. Gran emprendedora Loló.
Con la crisis- y el tostenemo, Loló comenzó a  montar su tiendecita clandestina a nivel de barrio y de amistades. Pobre la amiga pecosa de mi tía.  Todo lo vendía y todo se lo compraban. ¡Vendió hasta su radio RCA Victor que cuidaba con tanto esmero. Y vendió los cuadros, y los aretes, los pulsos. Y todo…todo.
La casita de los tres escalones fue quedando desnuda. Para aquel entonces, ya yo era una muchacha, pero no perdía el hábito de sentarme en los escaloncitos. Ahora a escuchar a Loló, quien repetidas veces me decía y con mucho misterio: -¡Hija, este hombre (Fidel Castro) ha acabado con todo!
Loló, trabajó en EEUU, pero nunca hizo su Residencia Legal.  No era necesario. Ella, lo que quería era hacer su “dinerito” y regresar a su querida Guanabacoa. Nunca pensó en emigrar. Esa idea no estuvo nunca dentro del pensamiento ni de Hilda, ni de ella, ni de los tantos cubanos que trabajaban en la Base de Guantánamo y vivían en el pueblo de Caimaneras.( colindante a la Base naval de Guantánamo).
Y Loló no me repetía lo de me voy para Mayami, ni yu pikinglis. La realidad de Cuba, le hacia perder todas sus ilusiones.
Hoy en contraste y para hacer una lastimosa diferencia, cada día son más los cubanos que piensan en –vivir en cualquier lugar, menos enCuba. Los opositores al poco tiempo –“son muy  perseguidos” y  ya preparan las condiciones. Cuando se hacen los listados de los que participan en alguna demostración, ponen textualmente. Ej. Juana de los Milagros Campos Herrera. Nombres bien detallados y los apellidos en regla –“porque nadie sabe”. Y esa persecución, si es auténtica, no hay quien la aguante mucho tiempo.
Es impredecible el número de “balseros” que día a día intentan salir de Cuba, de forma ilegal, aun a riesgo de sus vidas. Lo que si ya es predecible es que no abriga el cubano de hoy el mismo ánimo, ni son portadores de los mismos valores éticos que  Hilda y Loló. El invento de Cuba lo intentan implantar en Miami y en cuanto lugar se radiquen. Quieren vivir en un país desarrollado y comportarse como en la ‘-jungla”.
Yo voy en mi carro, que es rojo, del mismo color que llevaba Loló en sus uñas, y pienso en ella, en su humildad, en sus esfuerzos, y quisiera que en cada milla recorrida, quedara el  ejemplo de estas cubanas.
En fin, para salvar el honor de los cubanos; si aun estamos a tiempo, lo mejor es – ¡QUE VUELVA LOLÓ!
Nota: este trabajo lo dedico a dos sencillas mujeres guanabacoenses, que acompañaron mi niñez y a las que les guardo mucho respeto y cariño.